OPINIÓN

La nueva y última

por Pedro Miguel Castillo Pinto Pedro Miguel Castillo Pinto

macron maduro

Nunca pensamos que una guerra a cientos de miles de kilómetros de Venezuela podría afectar tanto la política local. Aunque no es la primera vez, el suministro de materias energéticas a los aliados, desde Venezuela, ha existido desde el inicio de la gran guerra en los primeros años del siglo XX.

Las guerras siempre han beneficiado a países como Venezuela; no solo por el petróleo, también por el gas, por materias primas como acero y otros minerales de gran importancia para la fabricación de armas y estructuras de protección.

La nueva guerra, entre los aliados y el eje, ha reabierto las sendas de entendimiento entre los países involucrados con el gobierno dictatorial de Nicolás Maduro. Esta apertura al diálogo no es una andadura fácil para los países democráticos, pero es el camino que se debe seguir ya que es clave el restablecimiento de las relaciones para el futuro, bien sea que exista o no más conflicto entre las dos grandes fuerzas del mundo. La clave es garantizar el suministro de estas materias primas de forma segura y continuada.

La realidad es sencilla: los problemas políticos de Venezuela no representan una amenaza para los países aliados y es por esto que no se involucran al 100%, como deseamos los venezolanos, con el cambio de gobierno. Para nosotros, es el problema más grande del mundo; para ellos, es una política local que poco peso tiene. Un cambio de posición no tiene gran significado para sus asuntos internos, a menos que sea un país hispanohablante, que por el hecho de tener a millones de venezolanos dentro de sus fronteras, algún peso más tiene. Pero no nos engañemos, el problema venezolano es un simple saludo a la bandera de muchos gobiernos del mundo.

Este artículo de opinión no busca desarrollar a profundidad esta idea negativa de la situación, sino hacer entender de dónde partimos con este baño de realidad.

Ahora bien, la guerra en Ucrania abre una senda de conversación con el régimen de Nicolás Maduro, pero también busca abrir un camino a la oposición venezolana.

Lo ocurrido en 2017 y 2019 le hizo ver al mundo que en Venezuela hay una terrible dictadura manejada por un delincuente de poca inteligencia, pero mucha astucia. Esto hace que la senda de entendimiento de estos países con la dictadura venezolana sea un poco más cuesta arriba de lo imaginado.

El negociar con el régimen de Maduro no es fácil de vender internacionalmente, en especial cuando le has dicho a tus aliados, en reiteradas oportunidades, que esta dictadura es cruel y vil con sus ciudadanos. Es por esto que retomar las actividades comerciales con Venezuela implica, ante todo, garantizar ciertos mínimos democráticos. Esos mínimos son la convocatoria de elecciones libres, abiertas y democráticas.

Esta es la real oportunidad que tenemos, es lo que buscábamos conseguir. Los gobiernos del mundo nunca iban a permitir una intervención militar dentro de Venezuela para establecer un gobierno democrático, ya que estas políticas han quedado en el pasado y muy rara vez han tenido efectos positivos. La realidad es que convocar elecciones democráticas siempre ha sido el principal objetivo.

Tenemos que seguir presionando y debemos estar preparados. No podemos dejar pasar la gran oportunidad que se presenta en el futuro cercano.

Los venezolanos debemos ir mentalizándonos en votar, en volver a creer, en tener la esperanza de que lo vamos a lograr.

El gran reto no son las reglas de juego, que claro que son un problema importante. El principal reto es hacerle ver a los ciudadanos la importancia de volver a participar, que su voto cuenta y que es clave estar en todos los centros con todas las papeletas.

Sabemos que la dictadura no lo pondrá fácil, pero ese es el reto. Vencerlos con sus propias reglas, como lo logramos en 2015.

La oposición debe comunicar, de forma inmediata, una fecha para las primarias.  No pueden agarrarnos fuera de base. Tenemos que estar atentos y con un candidato unitario listo para tomar la batuta y ganar las elecciones.

Las elecciones son el punto de partida para la nueva Venezuela. Es, posiblemente, la última y única oportunidad que tenemos. Si esto no sale bien, tendremos al dictador Maduro per secula seculorum.

El candidato o la candidata

¿Quién es la persona idónea para gobernar la Venezuela del futuro?

Yo soy de la opinión que necesitamos un gobierno de transición, un gobierno que cuente con el sentir de cada uno de los venezolanos. No es momento de imposiciones, es el momento de reencontrarnos como venezolanos. Desde el primer día, no habrá un nosotros y ellos, sino un todos.

Las transiciones mal llevadas traen consigo remedios peores que la propia enfermedad. Debemos ver, desde el centro, las necesidades de todos los ciudadanos. Tenemos que entender al empresario, pero también a las personas que trabajan en los sectores informales para mantener a sus familias. Debemos entender al que se quedó, como debemos entender al que se ha ido. Debemos contar con el que vuelve a Venezuela y con el que ya no quiere volver.

Debemos hacer políticas para todos y todas. Nadie puede quedarse fuera en esta reconstrucción patriótica. La Venezuela del mañana debe involucrarnos a todos. La Venezuela del mañana debe garantizar la igualdad de oportunidades para todos, la salud pública para todos, la educación pública para todos, la oportunidad de atraer al capital extranjero. Debe crear oportunidad para los emprendedores, debe desarrollar el turismo, desarticular las bandas criminales y traer estabilidad social, política y económica a todos los ciudadanos.

No creo que exista una persona que pueda con todo esto, pero sí creo en un equipo político que lleve, desde el centro, todas estas mejoras.

Hay que hacer entender que en las primarias se escoge al candidato o candidata, pero también que detrás de esa persona hay un equipo de cientos de personas que están abocadas al cambio real de Venezuela.

No es momento de colocar personas sin valores, sin ideas, sin competencias mínimas. Es momento de colocar a personas competentes, con estudios en las materias a gestionar.

Es el momento de vender al equipo y no al candidato. De vender la idea, sobre las acciones. De ver qué queremos ser y no lo que somos. De hacerle entender a las personas las capacidades que tenemos como nación más allá del petróleo. Es el momento de hacer que vuelvan miles de personas. Es el momento de invitar al que no quiera volver, que invierta en Venezuela. Es el momento de construir la nación futurista que queremos tener.

No convirtamos nuestra victoria en revanchismo, convirtamos nuestra victoria en las bases del país que queremos.

Yo quiero ver en las primarias la venta del equipo sobre la persona. No quiero ver a Capriles, a Machado, a Guaidó o a Pérez Vivas. Quiero ver a los equipos de cada uno de ellos; no es momento de personalismos, es momento de equipos, de proyectos de futuro.

Mi voto será a la persona que sepa integrar el “Proyecto Venezuela” sobre su proyecto personal. Mi voto será para la persona que cuente con todos los ciudadanos. Mi voto será el que prometa políticas de centro.

Tenemos una última oportunidad, no la desaprovechemos.