Todas las miradas están puestas en Chile. El país del Cono Sur ha tenido unos últimos años turbulentos, desde la distancia geográfica se puede percibir el resentimiento acumulado que estalló en las calles, el temor que despierta una nueva Constitución en una región donde estas muchas veces se convierte en un arma contra el adversario o en letra muerta, hasta llegar a la reciente elección de un presidente de izquierda, esto último en un país en el que todavía las heridas de la dictadura siguen abiertas. Junto a todos estos factores el fantasma de los múltiples fracasos latinoamericanos ronda la experiencia chilena, con muchos no preguntando si fracasará ese modelo sino cuando.
Pero la novedad sigue sorprendiendo a más de uno. Primero todo inició sorpresivamenteen 1988 como una transición poco probable al ganar el “No” en el plebiscito en el que Pinochet dejó (parcialmente) el poder, luego vino el aterrizaje democrático suave liderado por la Concertación cuya novedad fue justamente que no hubo convulsiones posdictatoriales, y luego se llegó al agotamiento de la convivencia lograda entre los principales actores de la transición, lo que lleva a un nuevo capítulo en el que las puertas del gobierno se abren a nuevas generaciones. Así, esta historia se está escribiendo en capítulos muy particulares, lo que demuestra una capacidad de adaptación tremenda de la sociedad chilena.
Pero una historia no se puede construir sin un hilo conductor, más allá de la novedad de cada capítulo en la historia que se está escribiendo en Chile hay un argumento central, la institucionalidad. Hoy el país andino cuenta con uno de los Estados más sólidos de la región, tanto desde el punto de vista de la gobernanza (ubicándose en el percentil 81 del WGI, a nivel de España), o alternativamente desde la perspectiva de la fragilidad estatal (estando en el puesto 144 de 179 del FSI, indicando que se encuentra entre el 20% de los estados menos frágiles del mundo).Con estos datos, entre muchos otros, es sencillo reconocer sus fortalezas en este sentido.
El problema que ha habido en América Latina es que muchas veces ese hilo conductor que une los distintos capítulos de las transiciones en cada país ha intentado ser roto por algún escritor aventurero que quiere reescribir la historia desde cero. Cuando eso ocurre las instituciones deben demostrar su fortaleza real, no ceder ante las presiones del nuevo aspirante a escritor que se cree ungido por la providencia. Es justamente en ese punto en el que muchos experimentos latinoamericanos han fallado, como por ejemplo el que lo ha hecho de manera más estrepitosa en la historia reciente, Venezuela. Afortunadamente para Chile, el presidente recién electo parece que no someterá esa presión sobre las instituciones.
Pero toda novela debe ser novedosa a lo largo de la historia para mantener atrapado al lector. Este es el otro gran fallo de muchas transiciones democráticas en América Latina, la repetición de capítulos hasta que estos ya no dan para más. Como si se tratara de un escritor que una vez encontrada una fórmula se repite a sí mismo una y otra vez sin importar la creación literaria, así ha pasado con algunos modelos latinoamericanos en los que sus protagonistas se petrifican en sus personajes, impidiendo que los nuevos actores se abran camino. Cuando esto ocurre esas fuerzas que ansían novedad se van acumulando hasta que explotan, y cuando eso ocurre el hilo central de la historia es sometido a tremenda presión.
De nuevo la fortuna parece haberle sonreído a Chile, o más aún su visión colectiva de entender que las contradicciones que han ido creciendo en la sociedad chilena no podía seguirse ignorando, y que si bien los cambios reformistas se estaban dando la velocidad de estos no era suficiente. Hoy Chile se enfrenta a un gran reto, lograr el justo equilibrio entre un nuevo capítulo capaz de unir a los chilenos en torno a una nueva aventura y mantener el argumento central de la historia. Emoción, esperanza, quizás romances y misterio, pero sin olvidar que la trama central de la historia es lograr que el país siga transitando bajo premisas democráticas, destacando la solidaridad y la inclusividad.
@lombardidiego