El Memorando de Entendimiento firmado en México es un paso importante para la búsqueda de una solución al conflicto político, la crisis económica y social en Venezuela, sin embargo, no deja de ser un asunto a observar y seguir con el mejor espíritu crítico, en especial para los que no fuimos invitados a participar y aspiramos hacerlo.
Si algo podemos criticar de esta negociación es que claramente es un proceso de cúpulas con bajo nivel de representatividad. Para fundamentar lo anterior podemos remitirnos a las últimas encuestas que demuestran que alrededor del 60% de la población no se ubica en ninguno de los dos sectores que negocian, por lo tanto también es claro que es un ejercicio de auto reconocimiento de carencia de legitimidad de ambas partes, y la necesidad de acordar cosas que pueden implicar dos caminos bastante antagónicos:
- El mantenimiento del status quo por encima del soberano, o,
- Una negociación para devolver al pueblo su soberanía y dar condiciones para que él decida su destino.
A partir del texto del Memorando de Entendimiento se derivan varios aspectos importantes a resaltar para poder responder si lo que se busca al final es el mantenimiento del status quo o el regreso de la soberanía a su legítimo poseedor.
Lo primero y muy significativo es que el documento se suscribe entre “el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela” y la “Plataforma Unitaria”, asunto que expresa que el “gobierno interino” no se reconoce como tal para el proceso de negociación, sin duda un aspecto cedido para poder avanzar en el proceso.
Lo segundo que resalta en el documento es la insistencia de hacer todo en el marco de la Constitución: “Convencidos de la necesidad de poner al bienestar del pueblo venezolano en el centro de la atención”, lo que en principio podría implicar la intención de devolver la soberanía al pueblo: “Dispuestos a acordar las condiciones necesarias para que se lleven a cabo los procesos electorales consagrados en la Constitución, con todas las garantías”.
Sin embargo, dicho proceso de negociación pretende atribuirse la capacidad de “construir una visión de futuro conjunto para todas las venezolanas, y todos los venezolanos”, cosa que anticipa una clara voluntad cupular de decidir los destinos del país, cosa que orienta más hacia el camino de la preservación del status quo en un estado de convivencia plena, sin consulta al soberano.
En el marco de este dilema, el Memorando de Entendimiento del proceso de negociación (cosa que es todo un avance ya que se acepta por primera vez entre las partes que es una negociación, y no la estupidez de afirmar que es un “diálogo” o un “acuerdo”, eufemismos retóricos de los involucrados) insiste en un cronograma electoral, en el marco de la Constitución.
Todo lo anterior nos lleva de manera inevitable a deducir que al final el único mecanismo constitucional, en el marco de un cronograma electoral con garantías que conduzca al retorno de la soberanía a su legítimo poseedor, para decidir los destinos del país, es el referéndum revocatorio establecido en el artículo 72 de la CRBV, y que si este proceso de negociación no pretende sustituir al soberano con la preservación del status quo, deberá centrar la atención en generar las condiciones para la inmediata activación del referéndum revocatorio, mientras se atienden las prioridades humanitarias que son impostergables.
Ha habido algunas voces de la oposición más moderada que asumen que el referéndum revocatorio es un mecanismo que al gobierno de Maduro no le gusta, pero lo que queda claro en este Memorando firmado en México es que el asunto no es un problema de gustos sino de Constitución, y la oposición venezolana, indiferentemente que se vea o no representada en la llamada Plataforma Unitaria (y no “gobierno interino”, ya que este no es el que suscribe el documento), no puede dejar de intentar hacer valer los derechos de los venezolanos suponiendo que otros no lo aceptarán. Que sean los que ostentan el poder los que se contradigan firmando un documento que después no van a hacer cumplir.
Solo devolviendo la soberanía al ciudadano, con condiciones para ejercerla podremos dar legitimidad a cualquier acuerdo al que se llegue en este proceso de negociación, donde unos han cedido su “gobierno interino” y otras han tenido que sentarse admitiendo que no tienen el poder legítimo para preservar el poder. Es momento del soberano.