A los progresistas en todo el mundo les encanta tirar la piedra y esconder la mano. Los burdos, los del socialismo del siglo XXI son creativos en la creación de narrativas grotescas a los cuales ni vale la pena referirse por ser popularmente reconocidas en todo el mundo, el mito del “Pueblo” liberado por el chavismo de una oligarquía, o los “nadies” que ahora sí viven sabroso con Petro. Los más refinados del norte, crean narrativas más sofisticadas, pero igual de engañosas.
Por ejemplo, para el progresismo todo lo que no sea de izquierda es de “extrema derecha”, así para el PSOE de Sánchez, un partido que comparte gran parte de sus políticas de estado de bienestar e incluso de la guerra cultural de la izquierda, como las identitarias, el PP, es de extrema derecha. Cuando llega al poder un gobierno de derecha entonces se grita al cielo que van a acabar con la democracia, como sucedió en Polonia, y ya se demostró que no era cierto, pues ya la derecha le entregó el poder a la centroizquierda sin ningún intento de quedarse en el poder.
Los que sí hacen son los progresistas, tanto los rudimentarios del socialismo del siglo XXI como los refinados de la socialdemocracia europea y norteamericana es crear una narrativa de miedo que impida a la derecha de llegar o permanecer en el poder. El ejemplo más resaltante por lo de actualidad es el de Biden.
Este se ha proclamado como el líder de una cruzada para impedir que Trump llegue y acabe con la democracia como si no hubiese estado ya en la presidencia y a pesar de su circense discurso entregó sin problemas el poder, o que haya acabado con la institucionalidad de más de dos siglos en ese país.
Lo que si crea esa actitud pendenciera de Biden es la extrema polarización afectiva (que no política) que crea un estado de cosas proclive a la violencia. He señalado en diversas ocasiones que la polarización política no es problema, se le ha estigmatizado cuando más bien es saludable, que exista discusión clara sobre opciones programáticas en una democracia es lo normal, lo que no es normal es el unanimismo en las élites que puede incluso llegar en caso extremos al autoritarismo.
El problema es cuando esa polarización política se suma a una emocional, como en el caso en el que se busca juntar la ideología política con discursos identitarios, como el que sólo los demócratas tienen el derecho a representar las minorías, o que Trump , insisto, se le equivale al nazismo, entonces se presenta la dañina polarización afectiva, una parte ve como enemiga a la otra, no queriendo que sean por ejemplo sus vecinos, sus compañeros de trabajo o hasta tener vínculos familiares, establecidos por ejemplo a través del matrimonio.
Biden ha hecho el gobierno más estatista y despilfarrador desde Roosevelt y justifica esto con premisas típicas de la narrativa de izquierda, apelando a la guerra cultural gramsciana, con políticas de género, ambientalismo radical etcétera. Pero no se quedó la narrativa allí:
“Llamar a Trump ‘Hitler’ y una ‘amenaza a la democracia’ puede haber tenido consecuencias mortales. Durante mucho tiempo ha sido un elemento básico del discurso del presidente Joe Biden comparar a Donald Trump y sus partidarios con los nazis. Sus compañeros demócratas y los medios liberales amplifican con entusiasmo esa retórica recalentada. Ahora, lamentablemente, pero como era de esperar, ese tipo de discurso ha provocado la muerte de alguien. La mayoría de la gente cree que matar a Hitler habría sido un acto bueno y moral si hubiera podido detener la matanza que provocó. Incluso tenemos un juego de salón que sugiere que era tan malvado que deberían haberlo matado cuando era un bebé. Comparar a cualquiera con el dictador nazi es una clara invitación a la violencia”. (https://www.foxnews.com/opinion/what-did-hard-left-expect-after-years-hateful-anti-trump-rhetoric, traducción de Colombian News).
Ahora que se cometió el atentado, Biden después de haber tirado la piedra, esconde la mano y niega que haya utilizado ese discurso inflamatorio contra Trump. Scott Johnson ha demostrado con transcripciones de discursos de Biden que en efecto él si ha utilizado esa narrativa inflamatoria contra Trump:
“La Casa Blanca no ha publicado el texto del discurso de Biden en Detroit el pasado viernes. Está disponible en video aquí (C-SPAN) y aquí (YouTube a través de un canal local de Fox). En ese discurso, Biden reiteró y condensó su caso contra Trump: que es un delincuente convicto, un violador, un autoritario y una amenaza existencial para Nuestra Democracia™. Todos lo hemos escuchado muchas veces.” ( https://www.powerlineblog.com/archives/2024/07/bidens-calculation.php ).
Agrega Johnson:
“La contienda entre Biden y Trump debe decidirse en las urnas (tradicionales). Es hora de que Biden renuncie a la campaña del “lawfare” para sacar a Trump, al estilo del Tercer Mundo. Biden no lo mencionó en ninguno de sus comentarios durante el fin de semana, pero lo hizo en gran medida en sus comentarios en Detroit el viernes pasado. Es hora de cancelarlo. La campaña del “lawfare”: así no es como debería funcionar la democracia. Sin embargo, podemos inferir de su silencio que Biden no se rinde.” (ídem).
Obvio que el objetivo de Biden no era un atentado sino crear la narrativa de Trump dictador para crear miedo que le fuera de provecho en la intención de voto de los electores en noviembre. Pero crear ese clima de exasperación llevó a lo que sucedió, con el agravante para Biden de que con el atentado su narrativa progresista de creación de miedo resultará muy probablemente en un boomerang:
“¿Será el tiroteo una gran ayuda para Trump?
La historia está llena de ejemplos de líderes que utilizan un intento de asesinato casi fallido como excusa para centralizar el poder y tomar medidas enérgicas contra las libertades civiles. Dado que Trump no está en el cargo, no puede hacer eso en este momento, y la pregunta principal es si afectará su capacidad para ganar. Muchos (incluidos algunos críticos vocales de Trump) creen que ayudará dramáticamente a sus posibilidades por alguna combinación de las siguientes razones.
Activará la base MAGA: Durante gran parte de este año, ha habido poco interés en las noticias políticas en ambos lados del pasillo, pero ha habido preguntas sobre si la base de Trump en particular estaba menos movilizada que en años anteriores. Los sitios de noticias conservadores estaban viendo números de tráfico sombríos y la campaña de Trump estaba luchando con la recaudación de fondos de pequeños donantes.
Eso comenzó a cambiar después de la condena penal de Trump el 30 de mayo, que desató un aumento masivo en las donaciones a la campaña de Trump que borró la ventaja de efectivo de Biden. Tal vez el intento de asesinato de Trump sea un catalizador similar: un rayo de atención que hace que su base se una a su lado y asegure que acudirán a las urnas”. (https://www.vox.com/politics/360521/trump-shooting-polls-political-impact-2024-election-election).
Por último, la extraordinaria imagen que acompaña este artículo, justo momentos después del atentado se ha convertido no sólo en viral, sino que desde ya se le considera un icono de la política norteamericana y probablemente pase a ser una de las fotografías históricas de este siglo. Esa imagen es un antídoto a la narrativa de miedo de Biden, pues demuestra de qué lado es que está la narrativa de la violencia y muy probablemente si no es que el debate ya lo había hecho, sellé definitivamente el resultado de las elecciones de noviembre.