Todo comienzo de año está cargado de expectativas que a medida que transcurren los días, pueden volverse más o menos importante; una pregunta llena de curiosidad ha embebido mis pensamientos en los últimos días, y fundamentará aquello que pretendo discutir. Me pregunto: ¿cuáles son las puertas que se abren para esta nueva temporada? Es sencillo afirmar: ¡Este es un año de puertas abiertas! Empero, caminar con certeza bajo el dintel que conecta otro espacio o dimensión, resulta titánico o incierto incontables veces. Meditaba, que es como estar lleno de oportunidades y no saber escoger, o pletórico de cartas y no saber a quién remitirlas. Si hablamos de sentimientos o sensaciones es algo atemorizante e incómodo. Sin embargo, como bien se dice, todo tramo de incomodidad, acota un porcentaje de movimiento que conlleva algún cambio.
Lidiar con sopesar la vida puede ser agotador y escurrir el sentido en sí mismo que tiene, durante el proceso, pero tengo la seguridad, que habilita un pensamiento crítico que permite no engullir todo como una verdad absoluta. Al contrario, estimulará asomarse por las ventanitas de los matices propios, entre los polos de cualquier visión. Es como ese pequeño espacio entre los globos oculares, que permiten una visión completa y percepciones laterales, sin mover mucho la cabeza. Curiosamente en esa pequeña distancia se engrana el sentido del olfato, promovido por la protuberante nariz. No creo que solo sea casual dentro del diseño anatómico humano, un mensaje sutil e intencional ha dejado el creador, como diciendo: ¡no confíes solo en lo que ves, usa la agudeza del olfato para compaginar lo que percibes, que sea congruente lo que observas con aquello que hueles, y si no lo es, ¡pon especial atención!
Así, somnolientos y escurridizos en medio de las ocupaciones, se ve todo con gran celeridad y los aromas son confusos o difícil de describir, ya que, a pie en juicio, tomaría un poco de tiempo identificar el olor que se percibe y la naturaleza de su fuente. Estrépitos pensamientos ¡lo sé!, pero disfrutables a todo nivel, porque promueve el agudizar de los sentidos e ingerir aquello que mantenga avizor y despiertos. Se requiere sensibilidad, no solo para sufrir y permanecer herido, o con la coraza de fatuidad, que el excesivo y comercial amor propio vende; sino con extrema quietud que se practica, acallando voces internas y externas hasta la sobriedad, abriendo espacios de soledad no victimizada sino electiva, y tiempos de autogestión emocional, mientras se ordenan las ideas no con albur de espontaneidad, sino catalizadas con amor, aceptación y paz, esa que no se puede comprar.
De seguro, cada quien tiene sus métodos de equilibrio y descanso para identificación de puertas, y toma de decisiones oportunas, no pretendo tener fórmulas o recetas de potencialidades unidireccionales, total, en un mundo de extrema divergencia y entropía expansiva, sería muy iluso pretenderlo. Empero, en la gracia que un don con las palabras me ha sido asignada, apoyaré mi corazón para confiar, que si por una puerta se entra por otra diferente se sale, puesto que, como ir en avanzada si se consignara una única puerta como opción. Entonces, intentando responder la pregunta inicial, un buen comienzo para identificar puertas sería: no usar la misma de la llegada.
Esto último no es suficiente para avanzar, amerita no fiarse únicamente en la visión que se tenga, es necesario interponer otro sentido bien agudo como el olfato, que suele ser la principal alerta de sistemas en descomposición, lo cual es muy útil, aunado al tomar un tiempo prudencial y pararse bajo el lumbral. Un día, bajo esta misma columna de presión atmosférica, sabremos si fue correcto o no el paso que se dio, pero, ante todo, podremos mirar atrás y saber que fuimos valientes y no permanecimos estáticos, lo cual, ya es ganancia.
@alelinssey20