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La muerte del almirante samurái

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El 18 de abril de 1943 el avión donde viajaba el más importante almirante del imperio del Japón fue derribado. Para Estados Unidos el ataque a Pearl Harbor finalmente había sido vengado gracias la acción de los cazas P-38 Lightning; porque el almirante Isoroku Yamamoto había diseñado el plan de ataque a su base en Hawai. La escena de este momento es reconstruida al final del biopic japonés titulado Isoroku (Izuru Narushima, 2011), y es algo solemne y terrible. Yamamoto no se inmuta ante la caída del avión, y va sentado empuñando su katana ceremonial con total serenidad ante la muerte. Según el informe del hallazgo de su cuerpo se encontraba en esta posición. Se dice que a su funeral asistieron casi 1 millón de personas, y el mismo resultó en la derrota moral del Japón.

Aprovechamos el 80 aniversario de este hecho para hacer una revisión del Frente del Pacífico después de la derrota japonesa en Guadalcanal a principios de 1943 (sobre la victoria de Estados Unidos en Guadalcanal dedicamos un artículo la segunda semana del mes de febrero pasado). El imperio del Japón había perdido la iniciativa en la guerra al no lograr ampliar su perímetro defensivo en el Mar del Coral, acción que buscaba aislar a Australia de Estados Unidos y del mundo. Se estancó en Nueva Guinea y perdió Guadalcanal en las Salomón. El plan que Yamamoto propuso fue reforzar las defensas en esta zona, la cual tenía la ventaja de ser tupidas junglas que padecían los Monzones y el sol tropical. Los Aliados, bajo el comando del general Douglas MacArthur, también consideraron que el suroeste era el lugar dónde podían establecer una cuña para iniciar posteriormente la invasión de las Filipinas. Las Salomón se convirtieron de esa forma en el campo de batalla de todo el año 1943.

A principios de 1943 la capacidad industrial, tecnológica y de entrenamiento militar de Estados Unidos se hizo abrumadora en relación al Japón. Por solo citar las estadísticas del año 1942 en la producción de aviones la ventaja era de casi 50.000 unidades versus 9.000 respectivamente; y en barcos en especial portaviones. Aunque la prioridad era el Frente europeo podía atender también el Pacífico e incluso manteniendo la superioridad en estos tres aspectos. Yamamoto ideó la estrategia de demorar los ataques del enemigo destruyendo el mayor número de aviones posibles en sus nuevos aeródromos y deteniendo la logística de la zona, por medio de ataques masivos para lo que reunió 350 entre cazas, bombarderos y torpederos (“Operación I-Go”: 01-16 de abril). Esto le daría el tiempo necesario para reforzar sus defensas en torno a las islas Salomón siendo la principal: la base de Rabaul, que en los planes de los Aliados se buscaba aislar tomando todas las islas a su alrededor. Los resultados fueron exagerados por los pilotos al triplicar los mismos (175 aviones y 28 barcos), pero se dieron cuenta con preocupación que sus bombarderos sufrieron graves pérdidas.

El almirante Yamamoto realizó a lo largo de la operación un conjunto de visitas para animar a sus pilotos, oficiales y soldados en general. La inteligencia de Estados Unidos logró decodificar cinco días antes el mensaje que detallaba su llegada a Bougainville el 18 de abril (dos bombarderos Betty escoltados por seis cazas Zero). Se le dio prioridad “top-secret” y después de consultas a las máximas autoridades: los almirantes Chester Nimitz y Ernest King, junto con el presidente Franklin D. Roosevelt, se aprobó la “Operación Venganza” que tenía como objetivo derribar el bombardero Betty (Mitsubishi G4M1) donde viajaba Yamamoto. Al ser el mayor estratega y comandante del Japón, era obvio que su pérdida ayudaría al esfuerzo de guerra aliado. Desde la base aérea de Guadalcanal salieron 16 P-38 Ligthning del Escuadrón 339, los cuales contarían con 15 minutos para derribar los bombarderos. No sabían la importancia de su misión.

Se ha dado un largo debate historiográfico en torno al piloto que derribó el Betty donde viajaba el almirante. Los grupos que lo atacaron eran dos, uno de cobertura bajo el comando de John Mitchel y el que ejecutó la acción bajo el capitán Thomas Lanphier con el teniente Rex Barber como escolta. Ambos dispararon sobre el que correspondía a Yamamoto, por lo que no había clara seguridad del autor, aunque el primero se atribuyó el derribo y se le otorgó la Medalla de Honor. El otro bombardero también fue derribado. Sobrevivieron todos los Zeros y Estados Unidos por su parte perdió un solo caza con su piloto. La investigación más reciente de Dan Hampton con muchos detalles, en especial los testimonios de posguerra de algunos pilotos japoneses de los cazas, otorga el mérito a Barber. Los más sensatos han señalado que el mérito es de todo el escuadrón.

El gran almirante es honrado en Japón, donde hay un museo en su ciudad natal (Nagaoka) y en este se conserva el ala izquierda del “Betty” donde hizo su último viaje. Pero también es admirado por el mundo entero, lo cual se demuestra en las 12 películas donde aparece y en las cuales siempre se le reconoce como un gran estratega e incluso un hombre sensato y amable. Siempre memorizaba los nombres de los oficiales que estaban bajo su cargo. Sin duda logró vivir la tradición samurái, un guerrero que busca servir. Advirtió el gran peligro que corría el Japón al enfrentarse a los Aliados, pero una vez que no quedó otra opción asumió su responsabilidad sin dudarlo.

Nuestras fuentes fueron: “La guerra en el Pacífico”, tomo 12, Enciclopedia Ilustrada de la Aviación y Dan Hampton, 2020, Operation Vengeance. En nuestra serie retornaremos al Frente del Pacífico al hablar del replanteamiento de los planes para derrotar el Japón por parte de los Aliados en la conferencia “Trident” (8 de mayo de 1943). La semana que viene volvemos a Europa, al gueto de Varsovia; donde se iniciará el levantamiento de la resistencia judía. Una historia de dignidad y coraje en medio de la tragedia del Holocausto, que conocí muy pequeño gracias a la serie de TV homónima.

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