OPINIÓN

La muerte de un amigo

por Ofelia Avella Ofelia Avella

Iba a escribir sobre las primarias y María Corina, pero la muerte de un amigo, de un padre espiritual -para ser precisos-, ha sido un golpe duro sobre lo que prefiero hablar.

La muerte es un misterio; estamos vivos y en segundos ya el alma no habita el cuerpo y dejamos de respirar. Enfrentar este momento nos lleva a plantearnos qué sentido tiene nuestra vida con todas sus alegrías, tristezas y responsabilidades, pues ella nos conduce al final, cuando quiera Dios que lleguemos. Un director espiritual es un amigo que nos acompaña en esta travesía, siendo apoyo en momentos de debilidad y luz en los momentos de alegría. Hay quienes dicen no necesitar un guía espiritual porque creen bastarse a sí mismos, pero los que creemos en Dios sabemos que hay momentos oscuros en la vida que ameritan de un padre bueno que ayude con sus consejos a seguir caminando.

Por eso cuesta su pérdida, pues la relación se vuelve estrecha con el paso de los años. Si bien va a faltar su presencia, sé que está ahora mismo en el cielo, donde quería estar después de tantos años de lucha. Su ejemplo, sus palabras cariñosas y de aliento, su estímulo constante a ser mejor: todo eso va a faltar, pero también es cierto que desde el cielo ayudará más, porque si bien conocía a tantos en la tierra, desde esa nueva vida nos conocerá aún más.

Yo insto a quienes creen en Dios a buscar un director espiritual que les ayude a transitar por esta vida, pues es de gran ayuda escuchar palabras sabias en momentos difíciles, pero también en la vida ordinaria, cuando todo marcha sin contrariedad alguna.

Tener la muerte como horizonte ayuda a ser mejor en la vida, pues sabemos que después viene una vida mucho más bella, inimaginable para nosotros aquí abajo, como dice san Pablo. Por eso cuando muere un amigo que creía firmemente en esta futura vida hay que alegrarse con él cuando su carrera aquí abajo terminó, ya que obtuvo el premio final como un buen campeón. Nos queda a nosotros seguir su ejemplo y luchar como luchan los santos para llegar al cielo como ellos lo lograron.