Durante esta semana tiene lugar en Sydney, Australia, del 27 al 30 de noviembre el 23º Congreso Mundial sobre Seguridad y Salud en el Trabajo, una de las mayores conferencias internacionales sobre este tema, que analizará la realidad laboral de 187 países integrantes de la Organización Mundial del Trabajo, cuyos Estados miembros pueden libre y abiertamente confrontar experiencias y comparar políticas nacionales.
Es fundamental señalar que para la OIT y la OMS el seguimiento al cumplimiento de los convenios internacionales en la materia es un objetivo permanente, observándose en América Latina, Asia y África la tendencia marcada a la precariedad laboral, tanto por las condiciones de trabajo y por la ampliación de la jornada hasta más de 50 horas semanales.
Destacamos a continuación algunos de los elementos centrales de este informe a tratar, cuyo contenido señala que casi 3 millones de personas mueren por accidentes y enfermedades laborales, así también la OIT estima que 395 millones de trabajadores en todo el mundo sufrieron lesiones laborales no mortales durante el pasado año 2022. Representando un aumento de más de 5% en comparación con 2015, cuyo número de víctimas subraya los desafíos persistentes para salvaguardar la salud y la seguridad de los trabajadores a nivel mundial.
Por otra parte, la mayoría de estas muertes relacionadas con el trabajo, las cuales suman un total de 2,6 millones de muertes, se deben a enfermedades relacionadas con el trabajo, los accidentes laborales suponen 330.000 muertes adicionales. Las enfermedades circulatorias, las neoplasias malignas y las enfermedades respiratorias se encuentran entre las tres principales causas de muerte relacionadas con el trabajo.
Para impulsar los esfuerzos globales a fin de garantizar un entorno de trabajo seguro y saludable a analizarse en este evento mundial, se presentará la Estrategia Global sobre Seguridad y Salud en el Trabajo para 2024-2030, siendo el objetivo dar prioridad al bienestar de los trabajadores en línea con la dedicación a la justicia social y la promoción del trabajo decente en todo el mundo en el contexto del diálogo social.
Igualmente, en el desarrollo de la agenda del Congreso se incluirá el tema relativo a las jornadas de trabajo prolongadas y su influencia en el aumento de las defunciones por cardiopatía isquémica o por accidentes cerebrovasculares. Destacando que las jornadas laborales prolongadas provocaron 745.000 defunciones por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica en 2016, una cifra 29% superior a la de 2000.
La preocupación es creciente por los resultados conocidos del análisis mundial de la pérdida de vidas y de salud derivada de las largas jornadas de trabajo. Sus datos indican que, en 2016, 398.000 personas fallecieron a causa de un accidente cerebrovascular y 347.000 por cardiopatía isquémica como consecuencia de haber trabajado 55 horas a la semana o más. Entre 2000 y 2016, el número de defunciones por cardiopatía isquémica debidas a las jornadas laborales prolongadas aumentó en un 42%, mientras que el incremento en el caso de las muertes por accidente cerebrovascular fue del 19%.
Estas cifras demuestran que alrededor de una tercera parte de la morbimortalidad estimada total relacionada con el trabajo, se debe a las jornadas laborales prolongadas, las cuales son el factor de riesgo que más contribuye a aumentar la carga de enfermedades ocupacionales. El estudio concluye que trabajar 55 horas o más a la semana aumenta en 35% el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en 17% el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana.
En resumen, 9% de la población mundial trabaja muchas horas al día. Cada vez son más los trabajadores cuyas jornadas laborales excesivamente prolongadas, una tendencia que da lugar a un incremento en el número de personas que corren riesgo de sufrir discapacidades o fallecer por motivos ocupacionales.
Por tanto, siendo un deber de gobiernos, empleadores y trabajadores a nivel global, de adquirir plena conciencia de que las jornadas laborales prolongadas pueden causar muertes prematuras, debemos resaltar el peligro latente y creciente en Venezuela por la situación país.
Al reconocerse que la precariedad laboral desatada como política gubernamental, asignando salarios miserables y bonos discrecionales, determina que el trabajador deba adicionar a la jornada normal laboral de 40 horas, trabajo adicional para garantizarse un ingreso extra que permita la sobrevivencia al grupo familiar, resaltando la responsabilidad directa del Estado en la condición de vida de la población trabajadora, por ejemplo en Venezuela los trabajadores laboran 2 o 3 trabajos para la subsistencia.