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La misma historia

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La guerra de los mundos (War of the worlds) es una novela de ciencia ficción publicada en 1898 y cuyo autor fue el británico Herbert George Wells, mejor conocido como H. G. Wells.

Además de ser una novela harto popular tanto para el público lector como para los críticos, históricamente hablando y en lo posterior, la novela ha dado para mucho. Por ejemplo, Orson Welles la adaptó para un trabajo en radio en octubre de 1938, mismo que causó una gran alarma social allá en uno de los imperios.

También se han realizado al menos dos películas y tres series para televisión, basadas en la novela y que llevan su mismo nombre. En cuanto a las películas, una en 1953 que ganó un Oscar por sus efectos especiales y otra en 2005, aquella famosa protagonizada por Dakota Fanning, Tom Cruise, Miranda Otto y Tim Robbins, narrada por Morgan Freeman –la novela de H. G. Wells es narrada por un alguien cuya identidad jamás se conoce– y dirigida por Steven Spielberg. Esta segunda película, además de ser la cuarta en recaudación monetaria de ese año, lo cual habla de su éxito en taquilla, obtuvo tres nominaciones al Oscar: mejores efectos visuales, mejor mezcla de sonido y mejor edición de sonido. En cuanto a las series, las dos más recientes correspondientes al año de 2019, una es del canal Fox  y la otra, británica, de la BBC.

Volviendo a H. G. Wells, en algún momento dijo que el tema de su novela surgió de una discusión con su hermano Frank sobre el efecto catastrófico de los británicos en los indígenas de Tasmania. ¿Qué pasaría, se preguntó, si los marcianos le hicieran a Reino Unido lo que los británicos le habían hecho a los de Tasmania?

En la misma tónica de H. G Wells, el diario español La Vanguardia publicó el pasado 25 de agosto de 2020, en su sección “Historia y vida”, un artículo titulado «Males de importación: Las enfermedades que Colón llevó a América» con la siguiente antesala: La historia de América sería otra sin los virus que Colón y su tripulación llevaron del Viejo al Nuevo Mundo. ¿Por qué los indios estaban indefensos ante la gripe, el sarampión o la viruela?

El hecho es –y transcribo textualmente el texto de La Vanguardia– que «los conquistadores no tardaron en percatarse de la correlación entre estas enfermedades y la enorme mortandad entre la población amerindia, por lo que decidieron jugar esta carta a su favor. Crónicas de la época relatan que Francisco Pizarro enviaba por delante de sus hombres a esclavos y soldados portando lanzas con lienzos impregnados de secreciones de enfermos de viruela. También cuentan que, al levantar un campamento, los invasores abandonaban prendas de enfermos de viruela o las regalaban a los indígenas. La técnica de diseminar enfermedades entre la población les aseguraba la victoria».

Lo anterior según el artículo de La Vanguardia, tuvo un doble impacto. El primero psicológico en la población amerindia: «Al ver que los recién llegados no enfermaban, tomaron su mal como un castigo del dios de los invasores, al que creían haber enojado con sus idolatrías profanas. Su sistema de creencias se vio desbaratado: los aborígenes perdieron la fe en sus dioses, incapaces de protegerlos de los guerreros invisibles (sic)».

El segundo impacto fue en la forma de vida: «La mayoría de los nativos se hallaba demasiado débiles para cultivar los campos y cuidar de sus hijos; otros tantos, destrozados por los catastróficos efectos de la enfermedad, se quitaban la vida. La elevada mortandad también supuso un problema para los europeos. Necesitados de mano de obra, empezaron a traer esclavos de África. Una medida que empeoró aún más la situación, pues muchos cautivos eran portadores de nuevos virus (sic)».

La narración de cierre de la novela de H. G. Wells termina con, como mínimo, dos conclusiones. Una es que la muerte de los alienígenas se debió a que su sistema inmune fue incapaz de manejar el incontable número de microbios que existen en la Tierra. La segunda es que los «terrestres» nos ganamos el derecho a existir en el planeta en virtud de «coexistir» con el resto de la biosfera. Por supuesto que tal derecho pagó su costo: la selección natural –o la sobrevivencia del más apto– planteada por el británico Charles Darwin (1809-1882).

En la más pura tradición darwiniana, el tema de la selección natural ha sido planteado recientemente por la profesora de la Universidad de Oxford Sarah Gilbert, una de las líderes del proyecto que dio origen a la vacuna Oxford. En una entrevista que le hace Clare Wilson para el portal NewScientist (entrevista recogida posteriormente por Rafa de Miguel para El País), publicada el pasado 3 de julio de 2021 y titulada «Interview: The women behind the Oxford/AstraZeneca covid-19 vaccine», Gilbert afirmó que es del interés del propio virus aumentar su transmisibilidad y provocar efectos más suaves. En sus propias palabras: “La lógica nos lleva a esperar nuevos virus muy contagiosos, pero que cada vez provoquen una enfermedad menos grave”.

Mi conclusión con este artículo es que hoy en día podemos decir que el coronavirus ha resultado en una circunstancia tan letal, en términos humanos y económicos, como las enfermedades que trajeron los europeos a América. Aun así y aquí en Venezuela, no podríamos decir que nuestra historia hubiera sido distinta antes del SARS-CoV-2 y después. Con coronavirus o sin él, nuestra historia sigue siendo la misma y todos ustedes saben a qué me refiero.

 

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