OPINIÓN

La metanarrativa de Irma Vep en HBO Max

por Aglaia Berlutti Aglaia Berlutti

Irma Vep de HBO Max es con toda seguridad la serie más extraña, tramposa y con mayores trucos de argumento estrenada este año. También es la más intuitiva, singular y con el guion más sólido. La mezcla crea una experiencia que es a la vez un juego de espejos que dedica su esfuerzo en hacerse preguntas sobre la realidad. La metanarrativa llega a la multipantalla y el resultado es inmejorable.

Olivier Assayas está virtualmente obsesionado con el clásico francés Les Vampires (1915) de Louis Feuillade. Tanto como para, en 1996, tomarse el atrevimiento de filmar un remake con el nombre de uno de sus personajes, Irma Vep. El filme no fue el punto más alto de la curiosa carrera del director, pero sí el punto más alto de la forma en que analiza y profundiza sobre la identidad. Ahora, el mismo Assayas vuelve a la carga para profundizar en sus premisas y percepciones en la serie del mismo nombre de HBO Max. ¿El argumento? La historia de una actriz que entra a formar parte del elenco del remake de Assayas. Una especie de ciclo interminable que sorprende por su eficacia y contar una trama semejante —que bordea el absurdo— con sutileza y elegancia.

La Irma Vep de HBO Max tiene la vitalidad exuberante y contenida de la película del 96 de Assayas, pero no es un homenaje. En realidad, es un recorrido inconcluso y brillante acerca de los códigos de los legados cinematográficos y las obsesiones autorales. Pero en lugar de decantarse por la exageración en estado puro, Assayas escoge la metanarrativa para profundizar en el tema. El resultado es un espejo en que Assayas —y todos los personajes de su puesta en escena— dialogan consigo mismos. Un truco, que este año hemos visto con mucha frecuencia y que, de alguna forma, resulta siempre un riesgo.

En Matrix Resurrections Lana Wachowski falló al crear un diálogo entre su obra y la percepción que se tiene sobre ella. Assayas triunfa al restar importancia al poder emblemático probable de su película y se concentra en un cierto aire revisionista. ¿Qué es —o fue— Irma Vep? ¿Fue un remake, una reconstrucción de un mito cinematográfico?; o mejor aún ¿una copia de algo más elaborado que nunca pudo imitar? Assayas se burla de sí mismo, hace trucos y piruetas argumentales. Organiza la concepción del bien y del mal, la calidad, la trascendencia y el cine en una única mirada levemente borrosa. Irma Vep —la serie— tiene algo de diálogo misterioso con el centro de la mitología del cine que se sostiene en su peso.

Esa sala de los espejos creada por Assayas

¿Cómo versionar un clásico? The Offer se hace la misma pregunta, pero con respecto a El Padrino. Y enfoca sus esfuerzos en explicar la influencia e importancia de la película violenta más autoral de la historia del cine. Pero Assayas no lo hace tan sencillo. En realidad, analiza y profundiza en algo más elaborado, enigmático y oscuro. ¿Qué es Irma Vep? ¿Una producción? ¿Un experimento? ¿Qué es la serie que se hace preguntas sobre ella en clave de curiosidad de la cultura pop?

En realidad, Assayas decide que la mejor herramienta para contar esta matrioska argumental es la sátira. Una refinada, retorcida y por momentos tenebrosa. ¿O no lo es? En realidad, Irma Vep de HBO Max pareciera correr un riesgo experimental supremo. Uno entre la obra de Louis Feuillade a un siglo de distancia y la película de Assayas convertida en una obra menor de culto. La serie es un pasadizo entre ambas. Es a la vez, una evaluación sobre cómo evoluciona el contar historias, antes de profundizar acerca de cómo se hace en la actualidad. El cine evoluciona por su motilidad interior y la serie Irma Vep se cuestiona acerca de qué tipo de corrientes provocan esas transformaciones.

En el centro de todo se encuentra Mira (Alicia Vikander), que se desliza entre una refinada elocuencia y una frialdad pétrea. Mira interpreta al star system al completo. La actriz interpreta —como no— a una actriz que acaba de tener un éxito en el género de superhéroes. Y ahora desea interpretar algo más serio —o suficientemente autoral e independiente— para capitalizar su hazaña. Pero que encuentra que la intención tiene una relación complicada, extraña y suntuosa con el cine como fenómeno y no como espectáculo.

Irma Vep se sostiene sobre la cualidad onírica de formar parte de una reinvención de una obra fundacional del cine. Y es entonces cuando Assayas juega sus mejores cartas. Las más complicadas y enigmáticas. Nicolas  Cage logra en The Unbearable Weight of Massive Talent de Tom Gormican hacerse preguntas sobre el cine. Al otro extremo, Irma Vep lo hace sobre la textura de la realidad cinematográfica. La serie eleva la apuesta del actor que se interpreta a sí mismo, a un director que se cuestiona desde la burla. Y el resultado es una magistral colección de anécdotas y compulsiones sobre el arte que la serie no responde, pero plantea con habilidad.

El estrellato fatuo y otras lecciones de Irma Vep 

Curiosamente, Irma Vep de HBO Max no parece tener otra intención que la burla. O al menos, en sus primeros cuatro capítulos, la serie avanza con dificultad entre una maraña de ideas que resuelve a medias. Con todo, eso la hace brillante, inteligente y en lo formal, impecable. También, un recorrido esencial acerca de por qué el cine es una expresión formal del mundo. De modo que, esta vez, la meta narrativa no es solo un relato a través de los códigos. También es una mirada suntuosa a través del poder de lo que se narra —y como se hace— a través del tiempo.

En sus puntos más altos, Irma Vep en una trampa. En los más bajos, un suceso curioso. Entre ambas cosas, la idea sobre la ficción pende sobre la belleza, el tiempo y la condición del poder para mirar más allá de los símbolos habituales. En suma, Irma Vep quiere versionar al cine como lenguaje. O hacerlo más críptico. Y a veces, lo logra. Quizás, su mayor logro.