De pronto el más irresponsable de los gobiernos muestra un rasgo de cordura. La aparición del coronavirus le vino como anillo al dedo al régimen de Nicolás Maduro. El oxígeno para ganar tiempo y solidaridades, sobre todo de los infiltrados, que viven aplaudiéndoles todos sus dislates. Son los mismos que piden una tregua para que el usurpador sea el Cid Campeador de la batalla invisible. Aquellos que anhelan elecciones y diálogo con gobierno de cohabitación -con la dictadura- para perpetuar el festín que los enriqueció.
¿Desde cuándo tanta consideración con los venezolanos? Quienes muestran un súbito interés por los ciudadanos, son los responsables de fomentar al peor sistema de salud del hemisferio. Según la Organización Panamericana de la Salud, contamos con los centros hospitalarios públicos con mayores dificultades, sin la debida dotación en medicinas, con la infraestructura casi en ruinas, producto de una nula política que fortaleciera el sector. Acudir al hospital en Venezuela es un caos tan grave como las enfermedades, que regresaron producto de la ceguera gubernamental. Ahora quieren indicarnos que se preocupan por la gente. No olvidemos que fue precisamente este gobierno: el que impidió la ayuda humanitaria, quemándola ante la vista de todos. Quienes metieron presos a médicos y enfermeras que se atrevieron a atender a venezolanos heridos por las balas criminales del régimen en las protestas del 2014 y 2017. Los que incluso se acercaron a los quirófanos para llevarle a quienes operaban la luz de sus celulares, por no contar con la debida electricidad, para realizar las operaciones del momento.
Los auspiciantes de un sistema de salud paralelo, en donde escasea la calidad profesional, con una asesoría cubana de dudosa calidad. Que gradúa personas carentes de la formación pedagógica fundamental para ejercer como profesionales de la medicina de manera óptima. Son innumerables las denuncias de mala praxis, hasta de errores garrafales que no cometería un alumno que comienza en una de nuestras magníficas escuelas de medicina. Ahora después de veintiún años se levantan de su ataúd para erigirse en funcionarios preocupados por la suerte de la nación que desgobiernan. La aparición mundial del virus la han utilizado con su sistema de propaganda para esparcir todo su veneno. Creer que han rectificado, que ahora son almas arrepentidas, es un craso error. Quienes no tienen principios jamás actuaran de manera honesta.
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