El filósofo francés Blaise Pascal decía: “La fuerza sin justicia es una tiranía», y no hay mejor frase para definir lo que ocurre y viene ocurriendo en Venezuela desde el año 1992, año en que Hugo Chávez y un grupo de hambrientos militares intentaron tomar el poder desde Miraflores, lo que lograrían en 1998 cuando Hugo Chávez ganó las elecciones después de ser convencido de su participación por Luis Miquilena y José Vicente Rangel, dos conspiradores que se habían hermanado cuando militaron oportunistamente en URD, el partido de Jovito Villalba.
Claro que para que un mentiroso pueda tener éxito es necesario que alguien quiera ser engañado. Eso fue lo que sucedió en Venezuela, la inmensa mayoría deseaba que le vendieran ilusiones y en eso Chávez era un experto. Lo había aprendido desde su infancia en la escuela primaria allá en Barinas donde cautivó no solo a los compañeritos de clase sino también a sus maestras con su apología a la pobreza y a las arañas, insecto por el que sentía un gran miedo y contradictoriamente una gran atracción.
Tan pronto descubrió que el culto a la pobreza del muchacho que logra vencer cualquier obstáculo se fabrica una historia de amor y dolor alrededor suyo para desde allí buscar el sueño del engaño total.
Ayudado por los medios de comunicación, empresarios e intelectuales, empezó a mentir descaradamente aprovechando unas condiciones naturales para la política donde el engaño y la mentira pudieran germinar en el alma de los venezolanos
Así, montado en la “Mentira como el atractivo oficial” manipula las figuras históricas de la independencia, reivindica una de las más dañinas narraciones sobre la conquista española y se crea unos enemigos antiquísimos, los cuales ya no podrían defenderse por sí solos. Colón , Fajardo, Diego de Losada entre otros son víctimas de la lengua larga e irrespetuosa de aquel joven con aspecto lombrosiano que trajo la desdicha a Venezuela.
Pero como necesitaba enemigos más cercanos, fáciles de atacar visualizó a Estados Unidos como su gran enemigo, argumento que le había vendido Fidel Castro, así como el arte de atacarlos y a la vez garantizarles sus negocios privadamente. Alguien una vez me contaría que Chávez tuvo mucho que ver con el triunfo de George Bush en aquella legendaria victoria del año 2000, en la que se convertiría en el 41 presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. ¿Qué hizo Chávez ?
Muy sencillo y muy político: atacaba despiadadamente a George Bush mientras afirmaba que lamentablemente había sido electo presidente, convirtiéndose en la caja de resonancia de sus aliados de la América Latina. Qué recibió a cambio: una subida extraordinaria de los precios del petróleo que su principal cliente (Estados Unidos) pagaba sin chistar y por adelantado, y con esa plata trató de exportar su revolución bolivariana al mundo, logrando conquistar para sus fines y propósitos a casi todo el Cono Sur.
Pero volviendo al encabezado de esta entrega semanal es imposible negar que Hugo Chávez ha sido el gobernante más mentiroso que ha ocupado el sillón de Miraflores. Nada de lo prometido se logró, puesto que no había la intención de construir una nueva Venezuela. Mientras se dedicó a juntar la mayor fortuna para él, sus familiares y amigos más cercanos, destruía la Superestructura Económica de Venezuela e introducía el odio, la separación y la exclusión.
Como diría mi gran amigo Alfonso Martínez, un profesional de la ingeniería, producto de las becas Gran Mariscal de Ayacucho. Desde Francia , lugar donde trabaja para la petrolera Total Energies en Francia después de haber sido uno de los principales profesionales de la Superintendencia de Asuntos Tributarios de la Gobernación de Anzoátegui, adonde llegó después de ser despedido de la industria petrolera, para después ser víctima de Tarek W. Saab, quien lo destituyó, no sin antes amenazarlo, obligándolo a dejar su país como muchos otros que están regados por el globo terráqueo tratando de sobrevivir a la nostalgia y los recuerdos de la patria.
“El socialismo del siglo XXI que Chávez vociferó está basado en una mentira, nunca hubo socialismo más allá de la dialéctica, de los afiches del Che o de las fotos con Fidel Castro».
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