La joven
Paralizantemente bella, imponente por su firmeza y carácter, visionaria e íntegra, decidida y lúcida, distinta a las demás, así recuerdo a la joven María Corina. Para los románticos incipientes el verla tan hermosa, tan radiante, tan desenvuelta suponía un hechizo misterioso como aquel que debió arrobar a Dante en su avistamiento primero de Beatrice y que dio origen a la Divina Comedia, la obra más hermosa de amor jamás escrita por el hombre.
Créanme, no exagero, el estremecimiento causado por María Corina en Venezuela y el mundo no es casual. Es inmanente.
Es ella…
La hija
Mención especial, sus padres: Corina Parisca y Henrique Machado. De una calidad humana e intelectual retadoras, cuya hondura, agudeza, humildad y fraternidad representan la Venezuela que uno respeta y anhela, son sin duda la raíz y el tronco, el principio y la fortaleza que dio frondosidad al fruto y la flor que es su hija María Corina en el inmenso bosque de la historia de Venezuela. De un araguaney: un pétalo solar resplandeciente y cautivante, una llama andante.
Amorosa y delicada, devota, he visto a la hija María Corina abrazarse a sus padres como si fuera aún niña. Es amor.
Es ella…
La ingeniera
Hay dos tipos de imaginación creativa: la que fantasea con civilizaciones míticas y utopías, y la que las edifica y crea. Yo, poeta en permanente delirio, soñaba sociedades metafóricas en los jardines de la universidad mientras María Corina estudiaba industriosamente cómo ingeniar esas sociedades y edificarlas. Cómo no ver con extrañeza y fascinación semejante proeza humana. El tiempo y la distancia corroborarían la intuición: María Corina no sólo haría historia, la reinventaría.
Juiciosa y técnica, presencia del dibujo civilizador y fórmula humana de la libertad en su tiempo. Es piedra angular.
Es ella…
La activista
Se tejieron las semillas de su personalidad y, en el estallido, germinaron las alas de un sueño de libertad que –decidido, retador, edificador– reinventaría lo más sagrado de la democracia: el voto. Muy técnica, casi científica, sin especulación, la indoblegable María Corina desafió al más dañino de los autócratas de la historia de las Américas, Hugo Chávez, y a su manada de criminales con un puñal de integridad entre los dientes y la afilada hacha de la conciencia levantada con su diestra. Efigie de virtud y honor venezolana.
Ser llamarada en la oscuridad de un tiempo de devastación y ruina no es obra fácil. Ella ha iluminado. Es antorcha.
Es ella…
La política
Un político honesto es esencialmente un soñador. Sueña Ser, Hacer y Tener una nación, una sociedad cada día más humana y libre, más próspera y justa, donde cada ciudadano tenga la posibilidad de imaginar, desarrollar y realizar sus sueños respetando los derechos humanos de sus prójimos. En Venezuela, la tiranía nos ha impedido soñar. María Corina ha organizado y ejecutado un sueño en el que cabemos todos los venezolanos que queremos vivir decentemente, en familia y democracia. Nos ha vuelto hacer creer.
Su coherencia y determinación ha inspirado a Venezuela, el sueño de libertad ha vencido. Es esperanza.
Es ella…
La madre
Pero la mejor de todas las María Corinas, la que ha unificado a la nación y le ha dado confianza, la que ha reinventado la historia derrotando al chavismo, desnudándolo como la tiranía criminal que es, la que nadie preveía (posiblemente ni ella misma), la indoblegable, ha sido la María Corina madre. Siendo ella en su vida personal una madre cabal, formadora y ejemplar, expandió esa fortaleza espiritual y cundió a Venezuela con su seguridad maternal, su cuidado y piedad. Abrazó al venezolano, comprendió su desolación.
Venezuela es distinta con ella, ha cambiado de piel, somos mejores. Se respira, se siente. La familia venezolana ha renacido de las cenizas del horror chavista, estamos inspirados, queremos amarnos como nación en libertad. Es madre.
Es ella, la mejor…
@tovarr
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