OPINIÓN

La liberación de Alex Saab desde una perspectiva pragmática

por Leocenis García Leocenis García

Foto EFE

Como es público, envié una carta muy pragmática hace un año a la Casa Blanca, donde pedía un canje entre los estadounidenses secuestrados en Venezuela y el señor Alex Saab (del que no tengo la mejor opinión). La carta sigue colgada en la Voz de América, el órgano de información oficial del gobierno de Estados Unidos (https://www.vozdeamerica.com/amp/partido-venezolano-propone-canje-de-rehenes-entre-gobiernos-de-joe-biden-y-nicolas-maduro/6719217.html).

Yo estaba trabajando el tema de los estadounidenses detenidos con el gobernador Richardson. Y en la carta pedía que el gobierno venezolano aceptara su mediación formal. De hecho me reuní en privado con dos personas del equipo comunicacional de Saab – mediocres por cierto-, y les propuse la tesis que había diseñado con el gobernador Richardson. Yo intentaba que Richardson fuera recibido una vez más por el presidente Maduro. También algo ayudó el Grupo de Boston.

Incluso se propuso una reunión con el Alto Comisionado para la Paz, Mimou Vargas, pero este no fue autorizado.

El hecho es que el canje se dio un año después. Y por supuesto, la Casa Blanca hizo lo que creyó conveniente.

La reciente liberación de Alex Saab, un empresario colombiano vinculado estrechamente al gobierno de Maduro, ha generado un gran revuelo mediático tanto en Venezuela como en el extranjero, particularmente en Estados Unidos.

Sin embargo, es crucial analizar esta situación desde una perspectiva pragmática, alejada de las polarizaciones políticas y centrada en los intereses nacionales e internacionales en juego.

Para la persona común en Estados Unidos, cuya principal fuente de información son las redes sociales y los titulares de prensa, la liberación de Saab puede parecer un intercambio inteligente. La narrativa predominante se enfoca en las acusaciones de corrupción y lavado de dinero asociadas a Saab. Pero un americano estaría interesado en saber si a este señor se le vincula con la muerte de ciudadanos estadounidenses o crímenes de guerra. Desde esta perspectiva, la liberación de Saab en el contexto de la repatriación de diez ciudadanos estadounidenses desde Venezuela puede percibirse, al menos superficialmente, como un trato justificable por parte del gobierno de Biden.

Sin embargo, es crucial comprender que las decisiones políticas a nivel internacional no se reducen a una simple ecuación de titulares y acusaciones. Desde una óptica pragmática, la liberación de Saab representa tan solo una pieza de un complejo rompecabezas geopolítico en el que se entrecruzan intereses estratégicos, económicos y humanitarios.

En primer lugar, la liberación de Saab forma parte de un esfuerzo mayor por parte de la administración de Biden para abordar la crisis humanitaria venezolana, que ha llevado a miles de ciudadanos de ese país a buscar refugio en Estados Unidos. Al liberar a Saab, se allana el camino para posibles negociaciones y acuerdos que podrían contribuir a estabilizar la situación en Venezuela, reduciendo así la presión migratoria y la necesidad de asilo por parte de los venezolanos.

Además, desde una perspectiva pragmática, la liberación de Saab puede interpretarse como un intento de redirigir el flujo de petróleo venezolano, que anteriormente tenía como destinos principales a Irán y Rusia, hacia el mercado interno estadounidense. Este movimiento no solo beneficia a la economía de Estados Unidos, sino que también debilita las fuentes de ingresos de dos países considerados como adversarios por la administración de Biden.

Es importante recordar que, en el complejo entramado de la política internacional, los acuerdos y las decisiones rara vez se toman de manera aislada o desvinculada de otros intereses. Si bien la liberación de Saab puede suscitar críticas y cuestionamientos desde una perspectiva ética y moral, es crucial reconocer que los líderes políticos deben tomar decisiones pragmáticas que busquen el beneficio de su país, aun cuando estas puedan resultar controvertidas.