OPINIÓN

La letra con arte entra

por Carlos Sánchez Torrealba Carlos Sánchez Torrealba

Pixabay

Florecemos en el abismo

Rafael Cadenas

 

Hace unos pocos días, tuve la oportunidad de formar parte del 1er. Encuentro Internacional de Radioteatro: Diversidad Escénica Unitec, organizado desde Bogotá por la Corporación Universitaria Unitec de Colombia, en el que se presentaron grupos de Perú, Honduras, Chile, así como del país anfitrión.

Contaba un maestro peruano, colega del alma, agrónomo y cuentacuentos, cómo en estos tiempos hasta las familias se han integrado en torno al juego teatral, así estemos padeciendo de pandemias espantosas… Ponderaban los compañeros y compañeras al teatro como medio idóneo para los procesos de enseñanza-aprendizaje, para el desarrollo de competencias socioemocionales y para la formación más humana y más profesional de los mentores y mentoras de la educación… Se atrevían a sugerir, bellamente, al teatro como eje transversal de nuestros programas educativos. Porque, entre otras razones, el teatro nos concede el valor del abrazo, de los afectos. Ese elenco peruano, con sus muchachos, su maestro y su radioteatro, llegó hasta aquí y ese apapacho se nos hizo regional.

La maestra de Honduras nos contó cómo desde pequeña le atrapó el sortilegio del teatro que hasta ahora la sostiene y la hace bellamente expresiva en las esferas multidisciplinarias del teatro, sus conexiones con sus discípulos, lo pedagógico y con la pasión por hacer arte y unirnos con él.

Desde Chile, el humor estuvo al servicio de la crítica social, en favor de la apertura amorosa y del respeto hacia la diversidad por las elecciones propias de cada quien. Otro elenco, también patagónico, vino en coro a lanzar la voz portentosa de las mujeres andando por la vía del medio con sus pasacalles, haciendo caminos para los reencuentros, ganando más relevancia, subidas a una hermosa pérgola de flores para decir lo suyo, traspasando un legado para toda la humanidad en un nuevo gesto de amor y de pasión por el oficio. Interesante destacar cómo lo local nos llevó a lo global.

El grupo de Colombia, además de servir como anfitrión de este su Primer Encuentro Internacional de Radioteatro, también mostró su trabajo escénico-sonoro interpretado por estudiantes venidos de distintos ramos y carreras, un manojo de talentos y personalidades hermanadas en torno al rico arte del teatro donde cada quien fue aportando lo suyo desde la interpretación y desde el mejor uso de la tecnología, dirigidos por la Profesora Liliana Herreño, corazón y cabeza de este sabroso apapache regional.

De homenaje en homenaje a los asuntos y sujetos sociales fueron descubriéndose las cualidades de cada quien para desarrollar su ingenio hasta para escribir dramaturgia y optimizar sus habilidades expresivas, reapreciando el valor de la constancia, del compromiso que lleva a la entrega, así como la valía de los propósitos en todas las esferas de la vida y, especialmente, en el teatro. Pasión por el teatro, pasión por la vida para así verificar el poder de actuar y no ser sólo espectadores de lo que ocurre. Maleabilidad, plasticidad, resiliencia, sociabilidad, sentido de composición, son también algunas de las virtudes que el teatro nos ofrece y aquí se certificó con este grupo y este encuentro internacional ¡Puras vibraciones positivas, ilimitadas! ¡Asunto hermoso este del teatro! ¡Y lo bacán del trabajo creativo en conjunto, ahí!

Grupos pequeños estructurados desde materias electivas, reuniones chicas e intimistas de seres humanos comprometidos, nuevas audiencias que van germinando y creciendo como flores exuberantes, generosas, para formar parte del rico ecosistema artístico y cultural de nuestra quebrantada región. Florecemos en el abismo, ha dicho el poeta venezolano Rafael Cadenas.

Así, se presentaron estos y otros elencos en este escenario virtual, bondadoso, relativamente novedoso, donde pudimos ir apreciando distintos textos de diversas autoras y autores, distintos grupos humanos vinculados por el sortilegio del teatro, sorprendiéndonos al comprobar cómo este arte tan antiguo, tan humano y aún en tiempos de pandemia, este arte, es capaz de generar interrelaciones y emociones ¡Cómo no estarle agradecido!

En días pasados, alguien tuvo la gentileza de compartir conmigo un video de un querido amigo invisible ahora, el Maestro venezolano Arturo Uslar Pietri, galardonado con la Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en España, así como otros premios nacionales e internacionales por su trabajo como escritor y por su legado como humanista. Como se recordará, Don Arturo, guía clave del espíritu nacional venezolano y regional, mantuvo un programa llamado Valores Humanos en un canal venezolano de televisión privada.Semana a semana presentaba un tema que desarrollaba con la pasión del erudito que fue. Creo recordar que lo transmitían los domingos por la noche, tarde, una hora ahí medio clandestina destinada a la cultura, como para grupos pequeños, como materia electiva, como para reuniones chicas e intimistas… Solía comenzar su discurso precedido del saludo: Mis queridos amigos invisibles, hoy vamos a hablar de tal y cual cosa… Ese video fue anterior al 2001, evidentemente, porque ese fue el año en que falleció. Pero, ya para entonces, como el mejor coach -como les llaman ahora a ciertos y cientos guías de masas– ese amigo invisible nos recomendaba la excelencia como norte.

Ahora ¿por qué mencionar las historias de creación de algunos colegas en ese evento y por qué menciono a Don Arturo Uslar Pietri? Pues, porque a unos y a otros nos mueve y nos une la excelencia como propósito ¡gracias al teatro!, ¡al radioteatro en este caso!

Y es que al teatro toca entenderlo y asimilarlo, de una vez por todas, como ese gran ejercicio de artesanía intelectual, emocional y física que es, que partiendo de lo humano y gracias a los modos nobles que emplea, nos hace más humanos todavía. Se me hace siempre notable cómo este arte es capaz de trasformar nuestras vidas para que seamos buenas personas, excelentes individuos, mejores profesionales.

Para quienes llevamos tanto tiempo ejerciendo de oficiantes del teatro, al mismo tiempo que como pedagogas y pedagogos, efectivamente, el teatro bien podría ser una herramienta valiosísima para hacer en Latinoamérica y, de verdad, una Escuela diferente.

Como lo hemos podido volver a constatar en este manojo de sueños y abrazos compartidos en ese encuentro, el teatro nos ofrece la posibilidad de generar experiencias de intercambio donde todas y todos cabemos y podemos apreciarnos a nosotros mismos como seres creadores capaces de percibir características culturales del contexto particular, ponderando sus valores y potencialidades, las dificultades y desafíos, propiciando su visibilidad y su proyección a través de las artes y la poesía, haciéndonos vibrar en nuestra condición de seres humanos.

Cada vez estamos más persuadidos de que la poesía y el teatro, como poesía tangible, es imprescindible en nuestra Escuela Latinoamericana. Entre otras razones porque las artes, en general, y el teatro, en particular, nos preparan para la comunicación y para la vida como ninguna otra actividad humana (quizás el deporte se le asemeje), a través de un gran juego con normas claras que nos permite desarrollar competencias socioemocionales, artísticas y culturales en un ejercicio de enseñanza-aprendizaje cooperativo. Que el teatro, junto a sus valores intrínsecos es también una poderosa estrategia integradora y liberadora al mismo tiempo. Una disciplina artística para la interacción constructiva y el desarrollo del ingenio, así como para la formación permanente de docentes y estudiantes con un portafolio donde se compendian valores éticos y morales, donde se preserva in vivo el caleidoscopio de las emociones humanas prestas para la generación de belleza, la entretención, la animación sociocultural, la cultura constructiva y la cultura inteligente. Por ende, para el desarrollo y la construcción social, para la creación de ciudadanía, para la dignidad, el amor, la concordia y el bienestar humano. Todo eso cabe y está presente en ese maravilloso invento de los seres humanos, como una gran enramada. O, mejor, como un bosque, como un ecosistema.

El teatro, como la poesía, nos recuerda la condición alada del ser humano, como decía mi amigo el Poeta colombiano Jairo Aníbal Niño. El ejercicio artístico y pedagógico me ha permitido colaborar en planteles educativos públicos y privados; de educación regular y de educación especial, en el ámbito de la educación formal y en el de la educación no formal, desde el preescolar y hasta la universidad. Y cuando jugamos con las palabras, aquellos aburridos salones de clase se convierten en enjambres donde fluye la vida colmenera. Una vez, surgieron estas líneas en un Taller de Poesía: «Cuando yo quiero, la palabra entra en mi corazón entonces después entra en mi cabeza y ahí la agarro». Monique, 6 años.

Por supuesto, todos aplaudimos a Monique por semejante ocurrencia ¡hermosa y atinada! La poesía se lee y se escucha, se dice en un escenario, casi en cualquier parte, pero podría leerse y compartirse aún más en la Escuela. ¡Invocársele en el aula de clases! La poesía puede llegar a ser tangible y ayudar a que la lengua se suelte, a que las palabras se desgranen. Cuando me ha tocado pasar un año escolar completo con los mismos compañeros de viaje, cada mañana, la poesía viene como una oración, como una plegaria, sin explicaciones que no hacen falta… Junto a la poesía, algunos juegos y otras acciones para apapacharnos más. ¿Por qué no? ¡Pues, porque sí! Porque la letra con arte entra.

Y tan interesante o más, valorar cómo todos los seres humanos estamos dotados de ingenio para crear, para imaginar y hasta reinventarnos: desde el campesino más campesino, el educador más educador, el empresario más empresario y hasta el político más político… Eso es parte de lo que hacemos con nuestros muchachos en el aula, así como con campesinos o con trabajadores en empresas privadas, organismos del Estado y organizaciones no gubernamentales: Animar la creación humana. Porque ante la destrucción: creación.

Para terminar, vienen en nuestro favor otras palabras del muy querido poeta y cantautor argentino Facundo Cabral: Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla. Bienaventurado el arte, que es la forma más inteligente y generosa del amor.

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