La dictadura venezolana se mantiene en el poder, culmina el año 2019 y la estructura represiva sigue intacta y con todos los récords de violación de derechos humanos que pueden vulnerar en su expediente.
Son cifras y datos que reflejan la letalidad del mal, como por ejemplo que a la fecha existen en el país más detenidos y presos de conciencia que en Cuba y Nicaragua, dos gobiernos totalitarios y represivos en el continente.
La dictadura venezolana superó con creces los indicadores de represión de la isla antillana; el país está dominado por la bota militar, quienes con cómplices civiles se han encargado de mantenerse el poder.
La violencia no es solo la que ejercen los cuerpos militares con las armas, también está la violencia cotidiana con mecanismos que utilizan para lograr que la disidencia se arrodille ante ellos.
La última aventura de la estructura política de los partidos de oposición se diluyó en mantras políticos propagandísticos que quedará en el extenso curriculum de frases de características de marketing que se desgastaron por estar divorciadas de la realidad de lo que espera y desea la sociedad civil.
Intentaron por diferentes vías democráticas acabar con el mal y restituir la democracia en el país, pero nunca terminaron de aceptar y entender que la lucha es contra una mafia que se sustenta en el narcotráfico, la corrupción y la promoción del autoritarismo en las bases más simples de la sociedad venezolana. Nunca entendieron la letalidad del mal, a pesar de que la sufren a diario.
Recientemente y en lo que se puede considerar como un nuevo capítulo del pernil, queda demostrado que el poder real de la tiranía está en esas bases del mal llamado pueblo.
Recientemente rueda por redes sociales un video de entrega de perniles en Caracas.
“Buenos días, estamos en la comunidad de Juan Pablo II entregando los perniles gracias a nuestro comandante presidente Nicolás Maduro, quien nos ayuda a tener estos beneficios…soy la territorial Ligia Ana García”.
La estrategia aplicada en otros regímenes de aplastar la voluntad ciudadana mediante la combinación de balas, represión, torturas y asesinatos con crisis económica es una fórmula exitosa, sobre todo cuando te obligan a entender que si no te pliegas a su dádiva terminas siendo señalado como un contrario y enemigo.
“Por aquí, que salgan los perniles”, dice una voz de un hombre en el infame video del pernil versión Navidad 2019.
Quien piense o crea que estos videos son fortuitos o sin estrategia se equivocan tanto como los que piensan que con una frase tipo «Vamos bien» no son planificados con toda la intencionalidad del caso.
“Epa, aplaudan, aplaudan que llegó el pernil”, termina el spot propagandístico frase que seguramente no escuchará Alexandra Conopoi, joven de 18 años y embarazada de 5 meses que según la declaración de su esposo había salido “sorteada” en la Navidad de 2018 para recibir un pernil el 29 de diciembre de ese año.
”Aquí está la señora Gladys viendo su pernil, tan bello los perniles”.
Alexandra Conopoi y su hijo en el vientre fueron asesinados ese día, a plena luz y en la cola para recibir un pernil. Un funcionario militar de la indigna Guardia Venezolana le disparó a quemarropa.
Allí, en la comunidad del kilómetro 1 de la carretera Nueva Caracas en El Junquito no estaba la territorial Ligia Ana García grabando ningún video.
Así de letal es el mal.
@andresvzla1975