Si llegase a existir ausencia por cualquier razón de la Asamblea Nacional legítima de 2015, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en el exilio, como órgano legítimo constituido fuera de Venezuela ante la persecución del régimen de Nicolás Maduro, podría prestar el juramento de ley a González Urrutia en su calidad de presidente electo. Este procedimiento se ampara en la doctrina de la continuidad del Estado, que establece que los poderes fundamentales deben mantenerse en funcionamiento a pesar de las circunstancias adversas, y en la defensa de los principios democráticos consagrados en la Constitución venezolana. La ausencia de una Asamblea Nacional que opere libremente en Venezuela refuerza la excepcionalidad de la situación y justifica la intervención del TSJ en el exilio como poder con capacidad para garantizar la legitimidad del acto.
El concepto de extraterritorialidad, que reconoce a las embajadas como extensiones del territorio del Estado que representan, otorga un marco legal adicional para que el juramento se realice en una embajada venezolana en el extranjero. Al ser considerado territorio venezolano, el acto cumple con el simbolismo y el requisito formal de celebrarse dentro de los límites de la nación. Además, al tratarse de un contexto excepcional, el derecho internacional y los precedentes históricos avalan este tipo de procedimientos cuando las instituciones internas han sido secuestradas por una dictadura o un ejército de ocupación. Un ejemplo notable es el de los gobiernos europeos que operaron en el exilio durante la Segunda Guerra Mundial, cuyas acciones fueron posteriormente legitimadas tras la caída de los regímenes totalitarios.
La legitimidad de este juramento, sin embargo, no solo depende de los fundamentos jurídicos, sino también de su reconocimiento político. La comunidad internacional desempeña un papel crucial en validar la autoridad de González Urrutia como presidente legítimo de Venezuela. Países que desconocen al régimen de Maduro y respaldan la lucha por la democracia venezolana pueden fortalecer la narrativa de que este acto no es solo una declaración simbólica, sino un paso concreto hacia la restauración del orden constitucional. Para que el juramento tenga un impacto real, es esencial que cuente con el apoyo de actores internacionales clave y de sectores opositores dentro de Venezuela, que puedan cohesionar esfuerzos para consolidar un gobierno legítimo en el exilio.
El simbolismo de este acto es igualmente relevante. Prestar juramento en una embajada representaría un desafío directo a la usurpación de Maduro, subrayando la ilegitimidad de su régimen y presentando a González Urrutia como el líder democrático alternativo. Esto podría ser una herramienta poderosa para movilizar apoyo, tanto dentro de Venezuela como en la diáspora, y para debilitar el control narrativo del régimen. Sin embargo, también implica riesgos. El régimen de Maduro podría intensificar la persecución contra quienes respalden este acto y las divisiones internas en la oposición podrían surgir si no se logra un consenso amplio sobre esta estrategia.
La viabilidad de esta acción no se limita a lo jurídico. Políticamente, representa una oportunidad para avanzar en la consolidación de un liderazgo opositor legítimo. A pesar de los desafíos, este acto podría visibilizar la usurpación de funciones, fortalecer la narrativa democrática y legitimar un liderazgo alternativo, siempre y cuando se enmarque en una estrategia coordinada y respaldada por aliados internacionales. En un contexto donde las instituciones internas están secuestradas, el juramento en una embajada puede ser no solo un gesto simbólico, sino un paso hacia la defensa de la soberanía popular y la restauración de la democracia en Venezuela.
Aplicación del TIAR
Si la comunidad internacional permite que Nicolás Maduro permanezca en el poder a pesar de la usurpación de funciones y la violación de principios democráticos, se corre el riesgo de sentar un peligroso precedente para otros líderes autoritarios que podrían verse inspirados a seguir su ejemplo. En momentos de crisis, cuando las democracias no logran satisfacer las crecientes demandas sociales y económicas de la población, los aspirantes a dictadores podrían aprovechar la vulnerabilidad institucional para usurpar el poder, justificando su accionar con la promesa de estabilidad o soluciones rápidas. Este fenómeno no solo debilita la democracia interna de los países, sino que también alimenta la desconfianza en los mecanismos democráticos, creando un caldo de cultivo propenso a la autorización y a la violación sistemática de los derechos humanos. La tolerancia ante estos abusos podría permitir que otros regímenes sigan el mismo camino, erosionando aún más la integridad de las democracias en la región.
Sin apoyo con el uso de la fuerza por parte de la comunidad internacional, nada cambiará luego de la usurpación. Considero que es la última oportunidad que tendremos. Un apoyo de doble efecto, de la gente que debe colocarse en resistencia frente a un régimen usurpador y mediante el acompañamiento de la comunidad internacional. La aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) frente a la reciente actualidad venezolana encuentra justificación en la grave amenaza que su régimen representa para la estabilidad y seguridad de la región. Con el madurismo, Venezuela se ha convertido en un centro de operaciones para el narcotráfico transnacional y un refugio para grupos armados irregulares y organizaciones que apoyan el terrorismo, lo que pone en peligro no solo la soberanía de los países vecinos, sino también la paz hemisférica. El TIAR, como instrumento de defensa colectiva, permite a los Estados signatarios actuar frente a amenazas que comprometen la seguridad regional. La crisis venezolana, agravada por la presencia de redes criminales que operan con la complicidad del régimen, trasciende los límites de un conflicto interno y exige una respuesta coordinada para proteger a los Estados miembros de los efectos desestabilizadores derivados de este entramado de corrupción, violencia y apoyo a actividades ilícitas.