El año 1941, tal como explicamos la semana pasada en la primera parte de esta serie de dos artículos sobre el Frente Marítimo en la Segunda Guerra Mundial, fue de retroceso para los submarinos de la Kriegsmarine (Armada alemana) ante la Royal Navy (Marina británica). No significa que fueran derrotados o dejaran de hundir una gran cantidad de mercantes –¡más de un tercio de las 4 millones de toneladas que mandaron al fondo del mar!–; pero gradualmente fueron reduciendo sus triunfos (si comparamos con los dos “tiempos felices” de 1940 y 1942). Cayeron varios de sus grandes capitanes y crecieron sus derrotas con relación al año anterior (35 U-boot perdidos versus 24). Ahora queremos analizar esta realidad desde la perspectiva del Tercer Reich y finalizar el relato de 1941 con la fascinante historia de los mercantes corsarios.
Los submarinos alemanes y la Luftwaffe buscaron una mayor cooperación desde 1941, de modo que esta última pudiera ubicar los convoyes e informar a “la manada de lobos”. Para este objetivo se creó las Fliegerführer Atlantik (desde el Golfo de Vizcaya hasta Bretaña) y la Nord (en toda la costa Noruega), formada por los cuatrimotores Focke Wulf Fw 200 que podían volar entre 14 y 16 horas con cargas de bombas que superaban una tonelada. En el norte estaban los Heinkel He 111 H-6 que podían usar bombas o torpedos, los cuales en la segunda mitad del año incrementarán su esfuerzo de impedir el paso de los convoyes de ayuda a la Unión Soviética. La aviación no solo realizaba una tarea de observación o rescate (en especial con hidroaviones) sino también ayudaban en el hundimiento de mercantes. Los inicios fueron prometedores pero poseían escaso número de aparatos: no superaban la cuarentena. La preparación de la campaña rusa fue distrayendo recursos de todas las zonas ocupadas y en especial del Atlántico. Aunque la producción de submarinos se fue incrementando a lo largo del año, solo se contaba con 20 o 30 unidades hasta que superó la cincuentena para el verano. El almirante Karl Doenitz aspiraba a 300.
Este número tan escaso, a lo que se suma el desvío para otros Frentes (Mediterráneo y el Báltico), la captura o muerte de sus mejores ases y el fortalecimiento del enemigo (explicada la semana pasada); hizo que crecieran las dificultades para penetrar las defensas de los convoyes. Al final las estadísticas de hundimiento fueron cayendo de mayo a agosto de 300.000 a 80.000 toneladas por mes, y solo en septiembre hubo una leve recuperación a 200.000 toneladas. En este mes se atacó por error un destructor estadounidense: el USS Greer. Pero de octubre a diciembre una vez más siguen el ritmo de descenso, en octubre: 157.000 y en noviembre: ¡62.000 toneladas! La razón de la caída de este mes es que muchos submarinos fueron al Mediterráneo a proteger el abastecimiento del Afrika korps (este tema lo trataremos la tercera semana del próximo mes de noviembre) y logran dañar al portaviones HMS Ark Royal, entre otros. Al final del año no había más de 30 U-boots operando en el Atlántico, de los cuales 9 atacaron el convoy HG76 que estaba fuertemente escoltado por 13 barcos incluyendo el portaviones HMS Audacity. Aunque lograron hundirlo junto a un destructor, solo se cobraron 2 mercantes; pero ellos perdieron a otro as: el capitán Engelbert Endrass y un total de 5 naves. El costo era extremadamente alto, siendo diciembre el mes de mayores pérdidas para los “lobos de mar” al sumar 10 en total. El almirante Doenitz seguiría insistiendo en la misma táctica pero con mayor número y aprovechando la ampliación de las áreas de operaciones al finalizar la prohibición de atacar a Estados Unidos.
El submarino alemán es el arma más famosa de la Batalla del Atlántico, seguido por algunos acorazados alemanes como el Bismarck junto a los destructores aliados; pero en cambio los cruceros auxiliares (llamados commerce raider por la Royal Navy) de la Kriegsmarine son muy poco conocidos. Fue un recurso audaz aunque nada caballeresco que encontró la marina para aprovechar los escasos recursos con los que contaba (fue usado antes en la Primera Guerra Mundial). A grandes mercantes, con preferencia barcos-cava se les mantiene su silueta pero disfrazado se le colocan cañones, ametralladoras y torpedos. Poseen gran velocidad para escapar a sus ataques. La táctica es acercarse bajo banderas neutrales a buques mercantes o militares enemigos y sorprenderlos, disparándoles en segundos a quemarropa. Nueve corsarios desde 1940 hasta 1942 lograrán la destrucción de 850.000 toneladas, siendo el Atlantis el de mayores logros con 144 000 toneladas y del cual se hizo una película ítalo-estadounidense dirigida por Duilio Coletti (1960): Under ten flags, basada en el libro homónimo del capitán del crucero auxiliar: Berhard Rogge (1955). Supe de su existencia en mi niñez gracias a la serie documental estadounidense que pasaban por Venezolana de Televisión: Battleline (N. H. Cominos, 1963-1965) en su capítulo “Commerce raiders”, que relata las acciones del Pinguin. Pero me ha gustado mucho más la reconstrucción por computadora de la batalla en el océano Índico entre el Kormoran y el orgullo de la Armada australiana: el HMAS Sydney, en el primer capítulo de la primera temporada de la serie del canal NatGeo: Drain the Oceans. Ep. 1. Nazi Secrets (Marc Tiley, 2018). Estas batallas se dieron en el mes de noviembre de hace exactamente 80 años.
A la bibliografía señalada en la primera parte de esta serie agregamos: David Mason, 1968, Submarinos: la amenaza secreta Y agradecemos la amistad, lectura y correcciones al capitán de navío (retirado) Luis Farage, quien es el mayor conocedor del desarrollo de la Batalla del Atlántico en aguas venezolanas; al administrador de la excelente página de Facebook Historia Náutica de Venezuela, especialista de la historia de nuestra Armada; y al historiador y antiguo profesor de mis tiempos de pregrado Henry Georget. La semana que viene iniciamos la serie sobre la Batalla de Moscú (octubre de 1941 a febrero de 1942) en la que nos preguntaremos si realmente fue el “general Invierno” el que venció al ejército del Führer.