
Foto: EFE
Cuando los que estamos comprometidos con la causa de la justicia a través de la Corte Penal Internacional o quienes somos activos en la causa de la defensa de los derechos humanos , cuando presentamos nuestras experiencias y puntos de vista sobre esos temas, la actitud de buena parte de quienes nos escuchan o leen es de profundo escepticismo cuando no de algún comentario en el sentido de que esos temas no están en condiciones de coexistir con el drama diario de los precios de los insumos básicos y/o la cada vez más precaria seguridad personal y colectiva.
Resulta pues difícil sostener estas posiciones doctrinarias en espacios diferentes al académico o eventualmente en entrevistas con los medios de comunicación social preocupados por noticias que estiman de interés si no mayor por lo menos más visibles.
Hoy dicha creencia, a nuestro modo de ver, no tiene en cuenta el hecho de que la prédica constante y sin tregua sobre esos temas ha dado y sigue dando resultados concretos cuyas consecuencias suelen ser visibles y determinantes.
¿Quién hubiera anticipado que un sacerdote, anciano ya , con andar dificultoso y frágil voz hubiera podido inspirar la resistencia al comunismo y su posterior estrepitosa caída.? Ese fue San Juan Pablo II, Papa que nos visitó dos veces en Venezuela y cuyos logros no se ponen en duda como tampoco los de su compatriota Lech Walesa quién desde su papel de dirigente sindical pudo enfrentar con éxito las mismas atrocidades consustanciales con la ideología comunista , proporcionando un nuevo amanecer para Europa Oriental agobiada por la bota soviética desde el fin de la II Guerra Mundial.
Bajando a logros más visibles por su impacto mediático y eventualmente jurídico, esta misma semana hemos leído que la Corte Penal internacional recibió en sus celdas de La Haya nada menos que al ex presidente de Filipinas Rodrigo Duterte (2016/2022) imputado por graves violaciones a los derechos humanos de algunos de sus adversarios políticos y fundamentalmente por la forma brutal como combatió la influencia del narcotráfico en su país.
No se entienda mal; quién esto escribe es enemigo de las bandas delictivas que en su carrera pisotean los derechos y la dignidad de quienes se les oponen. Naturalmente la opinión pública suele aprobar o al menos soslayar los métodos drásticos que se suelen utilizar para el logro de un objetivo a todas luces deseable .Sin embargo la aprobación popular no convierte en bueno lo que es malo. Hitler en sus años de gloria pudo comprobar que su política genocida en contra de judíos gitanos y otros grupos era recibida con amplio beneplácito por sectores `del común del pueblo alemán. Eso no convirtió en bueno el crimen más horrible que ha conocido la humanidad.
Sin embargo en el mundo de hoy algunos violadores sistemáticos de los derechos humanos han tenido que ir a dar cuenta de sus actos ante los estrados de la Corte Penal Internacional en La Haya.
Por eso es que en Venezuela muchos se preguntan entonces cuándo los violadores de Derechos Humanos del país van a ir a compartir con Duterte la cárcel de La Haya.
Hay aquí una ”pequeña diferencia” qué consiste en que quienes hoy ocupan la administración filipina son los enemigos políticos de Duterte y por eso la aprobación de la extradición para entregar a la Corte Penal a quien se señala e imputa por crímenes de lesa humanidad es casi natural. En Venezuela para que algo así ocurra deberá antes haber un cambio de régimen .
Igual ocurrió con el dictador serbio-yugoslavo Slobodan Milosevic que fue arrestado en 2001 y despachado a La Haya para responder por crímenes contra la humanidad ante el antiguo Tribunal Internacional Penal para la Antigua Yugoslavia (predecesor de la actual CPI) siendo condenado a 20 años de prisión . Falleció en la cárcel en 2006.
Igual suerte corrieron los principales cómplices y ejecutores de su política Radovan Karadzic y Ratko Mladic responsables de las matanzas de miles de personas en Bosnia. Karadjic fue apresado en 2008 y condenado a prisión perpetua. Mladic fue apresado en 2011 y también condenado a prision perpetua ambos por el mismo tribunal.
Avanzando hasta los tiempos contemporáneos no podemos dejar de mencionar el auto de detención que la misma Corte Penal internacional dictó recientemente contra Vladimir Putin y Benjamín Netanyahu quienes han sido objeto de órdenes de arresto que , si bien no se han podido ejecutar hasta el momento, limitan sensiblemente la capacidad de estas personas para movilizarse internacionalmente toda vez que el tratado de Roma constitutivo de la Corte Penal Internacional impone a los estados parte de la misma la obligación de ejecutar las órdenes de arresto cuando la persona indiciada llega su territorio. Para eso no funciona la inmunidad.
Dado todo lo anterior los venezolanos amantes de la libertad, la democracia y el respeto al estado de derecho se preguntan cuando será que el tan nombrado tribunal irá a emitir una orden de comparecencia o de arresto contra la cadena de mando que tiene su vértice en Miraflores y sus cómplices no muy lejos de allí .
La respuesta a esa interrogante puede ser frustrante por que yace enteramente en manos del Fiscal de la Corte Karim Khan quién habiendo heredado una investigación iniciada en 2018 lleva ya años de retraso injustificado pese al vagón de pruebas y testimonios que reposan en su oficina.
Acusar a Khan de parcialidad no pareciera aún tener sustento pero reclamar por su negligencia e inacción luce perfectamente obvio.
¿Qué lo detiene, Sr. Khan, cuando usted fue tan rápido y diligente en dictar medidas contra Putin y Netanyahu por crímenes en la guerra de Ucrania? ¿Qué está esperando para emitir las órdenes después de haber ido cuatro veces a Venezuela?
Así, pues, concluyendo estas líneas regresamos a la inquietud señalada al principio. ¿Para qué sirve el sistema de justicia penal internacional si lo que tenemos a la vista en nuestra propia casa no produce ningún resultado?
Nosotros seguiremos con nuestra lucha pero entendemos que haya quienes se sientan escépticos e incrédulos sobre el tema. ¡La justicia tarda pero llega!
apsalgueiro1@gmail.comapsal
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