Los términos políticos de izquierda y de derecha surgen en la Revolución francesa, cuando en la Asamblea Nacional Constituyente los jacobinos se sentaron a la izquierda del presidente y los girondinos lo hicieron a la derecha. Los jacobinos defendían los intereses de las clases sociales más humildes y los girondinos de las más acaudaladas. Los unos defendían el sufragio universal y la república y los otros el sufragio no universal y la monarquía parlamentaria.
Este eje ideológico ha marcado la política mundial desde entonces, en la que unos políticos defienden a las clases más humildes y otros defienden a las clases más acomodadas.
El primer problema que podemos ver de este eje ideológico es que la adhesión a uno de los bloques o al otro a veces viene no por causas racionales si no por principios irracionales. Se podría decir que en muchos casos se siguen los mismos instintos primarios que en el deporte, se es de un equipo porque sí, porque siempre se ha sido de ese equipo y siempre se será.
Otro problema es el de los bloques. La ideología de izquierdas o de derechas pretende ocupar todo el espectro intelectual, no solo el de las políticas económicas. ¿Por qué el matrimonio gay, la eutanasia o el feminismo deben ser defendidas más por la izquierda? ¿Qué tiene esto que ver con las clases más humildes o más acomodadas?
Del mismo modo la Iglesia siempre se ha considerado próxima a las ideas de la derecha, pero ¿no se puede ser de izquierdas y partidario de la Iglesia, cuando esta defiende a los más necesitados?
En cierto modo la distinción entre derecha e izquierda se hace con brocha gorda, también en las cuestiones de política económica. Las políticas de derecha, que buscan el crecimiento económico con impuestos más bajos, repercuten en muchos casos en una mayor riqueza que hace que desciendan los índices de pobreza.
Pero no todos los diputados a la Asamblea Nacional francesa se sentaron a la izquierda o a la derecha, muchos otros se situaron en el centro, conocido como la marisma o el llano.
El centro político tiene ciertas desventajas. Es sin duda menos pasional, lo que hace que tenga un menor tirón ideológico. En épocas de tensión, de polarización, el centro desaparece.
Pero son muchas sus ventajas. En caso de empate, el centro puede decidir si es la izquierda o la derecha la que gobierna. Además, desde una perspectiva de centro se puede ver cuál es verdaderamente el bien común, se puede romper la ideología de bloque y elegir unas políticas de izquierdas y otras de derechas, según sean más acertadas.
Además, el centro puede defender mejor a la clase media, que no tiene por qué identificarse con políticas de izquierda o de derecha.
Según la desigualdad disminuye en una sociedad, también disminuye la polarización y por tanto el enfrentamiento izquierda vs derecha. Así pueden surgir otros ejes de lucha política.
Uno de estos ejes, por ejemplo, que va adquiriendo fuerza recientemente, es el de nacionalismo vs globalización. Hasta qué punto deben los países renunciar a su soberanía a favor de instituciones internacionales. Este tipo de ejes puede hacer que la derecha y la izquierda, tal como se conoce ahora, no sea lo más relevante.
En Venezuela, no cabe duda, el eje izquierda vs derecha es muy fuerte, ya que en ciertos círculos se sigue identificando al régimen de Maduro como defensor de las clases más humildes. Este es un ejemplo de error de identificación de la lucha política como una lucha de izquierda contra derecha. El eje correcto debería ser de caos, el que vive Venezuela actualmente, frente a progreso, que podría vivir con un cambio político. Para conseguirlo sería de gran ayuda que movimientos de izquierda se desmarcaran con mayor nitidez del régimen actual de Maduro, apoyando a un bloque no de derecha, sino de cambio político en Venezuela.
En definitiva, la lucha de la izquierda y la derecha es muy pasional, pero no debería serlo, pues la toma de decisiones de los políticos debería ir encaminada a buscar el bien común y no el bien de parte de la sociedad, o, mejor dicho, el pretendido bien de parte de la sociedad.