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La izquierda antisemita aliada de Hamás

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Tras los ataques de los Hutíes del Yemen y los avances de Hezbolá en el Líbano, se abren nuevos frentes contra Israel en Oriente Medio, mientras Irán amenaza con intervenir en Gaza directamente, ya que esta teocracia es el soporte principal del terrorismo en Gaza y en esa convulsionada región. Tomando ventaja en este escenario geopolítico cada vez más convulsionado, la izquierda radical promueve en Europa y las Américas una ola de antisemitismo a nivel global, no solo en Europa y Estados Unidos, sino también en países lejanos como Colombia y Chile, que han llamado a sus embajadores en Israel para consultas, a los que se suma Bolivia, al romper relaciones con Israel, como lo hiciera Chávez y Evo Morales en 2006. No es de extrañar la posición de Bolivia en este conflicto ya que, bajo la tutela de Luis Arce, factótum de Evo Morales, los ministros de Defensa de Bolivia y del régimen terrorista de Irán firmaron en el mes de septiembre un memorándum de entendimiento para ampliar la cooperación bilateral en el campo de seguridad y de defensa en el que Irán ofrece a Bolivia “tecnología militar avanzada” (¿coincidencia?). La estrecha relación con Irán la comenzó Evo Morales a pedido de Cuba y Venezuela durante el gobierno de Chávez.

Al oscurantismo y al terror islamista se han plegado una legión de políticos, intelectuales y medios sesgados de una izquierda delirante que ha adoptado al islam como su nuevo proletariado. En Europa se rasgan las vestiduras ante la respuesta defensiva de Israel, pero han sido incapaces de condenar las viciosas masacres cometidas por Hamás en los Kibutz fronterizos a Gaza y la lluvia de misiles que a diario lanzan contra sus vecinos, ni pronunciar palabra alguna sobre la utilización de civiles palestinos como escudos humanos o de hospitales y campos de refugiados como plataformas de lanzamiento de sus rockets. Pero esa impostura tiene sentido ya que es producto de una estrategia global de la izquierda y las variopintas dictaduras caribeñas, en franca alianza con las teocracias islámicas enemigas de la democracia y de la cultura occidental.

La guerra justa (Ius ad bellum) contra Hamás que ha emprendido Israel ha sido el pretexto perfecto para revivir el antisemitismo arraigado en la izquierda radical europea. Como bien apunta el filósofo Luc Ferry (Judéophobie, comprendre la nouvelle donne, Le Figaro, 02/11/2023), en Europa los actos antisemitas violentos proceden abrumadoramente de los islamistas, “pero también es la constatación de que se añade una cuarta forma de judeofobia, la del wokismo y el “islamoizquierdismo”, a cuyos ojos el musulmán ha sustituido al proletario en el papel de oprimido. Esta judeofobia se basa en la idea de que el sionismo es el último avatar del colonialismo occidental y racista respaldado por el neoliberalismo estadounidense, principal apoyo de Israel, de modo que el sionismo combinaría todo lo que odia la extrema izquierda. (…) El odio a Israel evidenciado por las palabras de Jean-Luc Mélenchon o Antonio Guterres (ONU) es despreciable. Cualesquiera que sean los gravísimos errores cometidos por Netanyahu, me hacen vomitar quienes hacen de Hamás un movimiento de “resistencia” (Guterres et Mélenchon dixit) y se niegan a calificarlo de “terrorista”. El fenómeno es grave, está creciendo en lo que llamamos el “tercer mundo”, así como en la extrema izquierda que ve a los palestinos como los nuevos “condenados de la tierra” (Ferry hace alusión al libro faro de la izquierda en la década de 1960: Les damnés de la terre de Frantz Fanon). Los occidentales no sólo deben dejar de considerarse el centro del mundo, sino que también deben comprender que no se trata «sólo» de un resurgimiento de las viejas caras del antisemitismo, porque esta nueva judeofobia está alimentada sobre todo por el odio a Occidente”.

En Europa y especialmente en Francia y España, junto a los “guardianes del templo” comunista, conviven intelectuales y dirigentes que apoyan sin ningún pudor a los regímenes dictatoriales y corruptos de Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela, países que integran la nueva internacional comunista del Foro de São Paulo y su fachada política denominada Grupo de Puebla, constituida por la izquierda radical continental, guerrilleros, narcotraficantes y grupos terroristas como Hezbolá y Hamás, que campean a sus anchas en esos tristes trópicos. El apoyo de esa izquierda a organizaciones terroristas palestinas y a los desmanes totalitarios de los caudillos caribeños es una pulsión que florece y da sus frutos en el terreno de la psicopatía política o de la delincuencia organizada. A fin de cuentas, es una izquierda que tiene en su cabeza un Gulag, un pogromo o una Kalashnikov, obedeciendo a un mismo guion, siendo incapaz de desprenderse de sus camisas de fuerza ideológicas.

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