Así iniciamos el año y así continuamos. Es obligatorio recordar que en la primera quincena de enero Nicolás Maduro, hacia la mitad de la presentación de su informe anual, hizo públicas cuatro conspiraciones gravísimas (con el paso de los días se agregó una más) que habrían sido descubiertas a lo largo del año 2023, pero se guardó silencio a pesar de estar en riesgo su propia vida. Fueron puestas sobre la mesa en el inicio del año electoral.
Lo que siguió fue el comienzo de una etapa represiva contra activistas sociales y dirigentes políticos, como, entre otros, Rocío San Miguel y los refugiados en la Embajada de Argentina, que perturbaron el desarrollo de la campaña electoral que solo llegó a su fin, el pasado 28 de julio, por la convicción de la oposición democrática de enfrentar, con probada inteligencia, todas las alcabalas puestas en el camino para disuadir la participación, dividir y provocar reacciones violentas. Como se sabe sobradamente, el 28J lo que hubo fue un aluvión de votos.
Ahora, a casi 50 días de los comicios, cuyo resultado ha sido desconocido, el gobierno de Maduro persiste en el guion de vincular supuestos planes terroristas con «sectores fascistas de la oposición extremista venezolana», como señala una nota en el portal de Venezolana de Televisión, el canal oficial. El reclamo de la oposición venezolana, por la voz de sus líderes, ha sido uno solo durante estas siete semanas transcurridas desde el 28J: presenten las actas del escrutinio electoral.
En su lugar, el teniente Diosdado Cabello, flamante ministro del Interior, lo que ha presentado es la armazón de un nuevo complot: por un lado, 400 fusiles y pistolas de alto calibre incautadas, camufladas en comidas para perros en unos contenedores que el propio FBI habría registrado en un servicio de encomiendas en Orlando, Florida, pero permitió su envío, según VTV; por otro, la detención de tres estadounidenses, dos españoles y un checo que pretendían “desestabilizar” y “generar violencia” en el país. El plan, como todos los anteriores, apunta contra la seguridad de Nicolás Maduro y altos cargos del Ejecutivo.
Los dos españoles, José María Basoa y Andrés Martínez Adasme, detenidos en Puerto Ayacucho, a más de 700 kilómetros del palacio de Miraflores, fueron vinculados con el Centro Nacional de Inteligencia de España. Fuentes del ejecutivo español han desmentido tal información y la embajada en Caracas ha pedido tener contacto con los detenidos para su identificación, saber de qué se les acusa exactamente y ofrecer la asistencia necesaria. Basoa y Martínez Adasme son, según una nota de El País, dos vecinos de Bilbao, que hacían turismo y cuyos familiares denunciaron el 9 de septiembre su desaparición.
Solo para atar cabos: en España se asiló el candidato ganador de la elección del 28J, Edmundo González; el Congreso de los Diputados aprobó reconocerlo como presidente electo de Venezuela, y Pedro Sánchez lo recibió en el palacio de La Moncloa en un gesto de “solidaridad y compromiso humanitario”.
Días atrás, Cabello con su sarcasmo habitual, se sorprendía de cómo cambiaban las noticias en Venezuela de un día a otro. Suficiente para intuir que algo se estaba cocinando en la mente febril de quienes se niegan a presentar una sola prueba de su supuesta victoria electoral. El complot es otro fraude.
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