Por Olys Velásquez
Para que el sistema educativo pueda desempeñar un papel estratégico debe superar las restricciones actuales, en virtud de que parte de ellas radican en el ámbito de lo institucional y en sus deficiencias en materia de implementar las políticas educativas en la organización y la forma de gestionarlas. Las acciones concretas realizadas por los directores de las escuelas se encuentran cotidianamente en la necesidad de planificar, administrar, supervisar, controlar y ejecutar los recursos disponibles en pro del bienestar común.
Hay quienes entienden por gestión el manejo de recursos humanos y recursos financieros. Otros entienden por gestión educativa el manejo de desarrollar el uso del conocimiento; el cultivo de actitudes interpersonales de convivencia equitativa, al tener como eje de la acción educativa el aprendizaje y no la enseñanza. También hay quienes identifican gestión como administración, hasta considerarlo como sinónimos, pero la gestión se encuentra en la creación y dirección hacia el futuro, construyendo las condiciones para que cada día con la acción en lo cotidiano se concrete al desarrollo del fortalecimiento de la escuela-comunidad.
El desempeño de la educación es el resultado de una combinación compleja de factores que ejercen importantes influencias en la formación del estudiante. Lo cierto es que suponiendo que los contenidos curriculares son similares en el proceso educativo, la gestión impartida por el director tiende a involucrar de manera integral los proyectos de aula con la realidad de su entorno, es decir, una escuela preocupada por las áreas contextuales y el nivel sociocultural de la familia y ver si son modificables para optar por un mejor desempeño y coadyuvar en el desarrollo de la escuela y su entorno.
Para una construcción social el director debe tomar una mayor autonomía, la gestión educativa muestra la forma de concebir las acciones de los seres humanos en sociedad dentro de un conjunto organizado. La aparición de nuevos actores sociales vinculados con la educación, las comunidades locales, los sectores productivos, políticos, sindicales, religiosos, entre otros, nos ha llevado al sistema de una definición social de la política educativa, que consiste en la implementación de estos programas y proyectos emanados por el Estado para ser ejecutado por los planteles. Por consiguiente, el director como guía de la institución debe fomentar las actividades orientadas al conocer, divulgar las políticas como promotor social, y obviamente, sentir y debe hacer sentir a los demás la necesidad de generar transformaciones en el entorno que mejoren la calidad de vida individual y colectiva.
En Venezuela, las políticas educativas han estado sujetas en la consecución de políticas públicas; es decir, pese a la introducción de planes, programas y proyectos, estos son ejecutados en el medio de estructuras burocráticas y verticales. La praxis de la gerencia desarrollada en las instituciones educativas promovidas por quienes tienen la responsabilidad de dirección, tanto a nivel central como regional, parece estar limitada a administrar y transmitir contenidos oficiales; a recibir información de un funcionario jerárquico; a procesar datos formales, cuantitativos y administrativos sin sentir la obligación de rendir cuentas a la sociedad de su gestión impartida junto con el cuerpo de docentes de la renovación, sentido pedagógico y su vinculación con lo social y comunitario.
En consecuencia, nos urge un rediseño de esas políticas públicas que vayan hacia una integralidad de la auténtica gestión educativa. El Ministerio de Educación luce agotado en ese diseño, y peor aún, carecemos de una orientación pedagógica en el tema de la educación y la carrera docente, afectando de manera considerable la gestión educativa.
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