Hace años que la mayoría del pueblo venezolano ha insurgido contra la dictadura chavista, ahora encabezada por Nicolás Maduro, la cúpula político-militar que lo rodea y protege, así como un grupo de funcionarios de alto nivel a su servicio. Lo que ha hecho Nicolás Maduro en las elecciones del 28 de julio pasado solamente fue ponerle la cereza al pastel, al decidir no cumplir con el mandato popular que le otorgó el triunfo a Edmundo González Urrutia por una amplia mayoría. Maduro y su séquito no pueden torcer las elecciones porque el triunfo de González Urrutia ha sido abrumador. Por eso, el Consejo Nacional Electoral, controlado por el dictador, no exhibe los resultados oficiales.
Los números son los números. La matemática es objetiva porque, tanto su procedimiento como sus resultados, son evidentes para la razón. Uno más uno es igual a dos, aquí y en cualquier lugar del mundo. Un dictador, por más poderoso que sea, no puede cambiar los resultados objetivos derivados de la deducción matemática. Entonces, impone su voluntad por encima de la verdad. Por eso, hay que recordarle al dictador Maduro lo que le dijo Menigno, profesor de Matemática, al joven Alejandro Magno: “Majestad, la verdad no sigue caminos regios”.
El 60% de los votos es una cantidad tan abrumadora y más que suficiente para que el perdedor le entregue el poder al ganador. Pero esto sucede en democracia y en Venezuela hace rato que esta no existe. Por fin, Nicolás Maduro decidió transparentar lo que desde sus inicios fue el chavismo: una dictadura despreciable, genocida y violadora de los derechos humanos, como cualquier dictadura en la historia de la humanidad, no importa cuál sea su signo ideológico.
Contra la dictadura cabe la insurgencia permanente. Por eso, viendo la situación en el futuro inmediato, María Corina Machado, Edmundo González Urrutia, sus seguidores y la mayoría del pueblo venezolano seguirán en una larga insurgencia hasta que caiga la dictadura. Esto será duro porque, como bien ha dicho el ganador de las elecciones, el gobierno de Maduro está debilitado, pero es peligroso.
Creo que, sin desmerecer los canales diplomáticos, el derrocamiento de Maduro vendrá por la presión interna y, si ella triunfa, el tirano terminará huyendo como muchos dictadores, como, por ejemplo, ocurrió hace poco con Bashar al-Assad de Siria o, también en un caso de violencia extrema, puede terminar como otro Nicolás: el dictador rumano Nicolae Ceaușescu.
Estas palabras de un joven Simón Bolívar deben resonar como un eco para los que luchan por la libertad plena en Venezuela: “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”.
Artículo publicado en el diario El Comercio de Perú
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional