OPINIÓN

La insostenible deuda pública de Venezuela

por Lidis Méndez Lidis Méndez

Mantener una deuda pública sostenible y a niveles manejables es un desafío constante para los gobiernos en todo el mundo, la deuda pública per se no es necesariamente negativa, ya que depende del tamaño de la economía del país y de su capacidad para gestionarla. Sin embargo, niveles muy altos de deuda pública pueden poner en riesgo la estabilidad económica si no se maneja con prudencia.

Algunos de los países más endeudados, como Estados Unidos, Japón y China, también tienen algunas de las economías más grandes del mundo, lo que les da mayor capacidad para soportar cargas de deuda elevadas. Mientras que otros países con menor poder económico pueden verse más afectados por niveles altos de deuda pública.

Venezuela actualmente tiene una de las mayores deudas públicas del mundo en relación con el tamaño de su economía. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional para 2022 en su Informe de Perspectivas Económicas Mundiales, la deuda pública de Venezuela se situaba en torno al 307% de su Producto Interno Bruto (PIB) a finales de 2022, presentando una de las ratios deuda/PIB más altas del planeta, mientras que para el año 2023 y más adelante, no presentan proyecciones.

En términos conservadores, según especialistas de la talla de Luis Angarita y Carlos Ñáñez la deuda pública venezolana estaría promediando en el rango de los 150.000 millones de dólares, mientras el Banco Mundial presenta una proyección del 159.5%. Es importante destacar que gran parte de esta masiva deuda es hacia acreedores como China, Rusia y tenedores de bonos del Club de París.

Resolver esta profunda crisis de deuda será un desafío mayúsculo para cualquier futuro gobierno que busque reconstruir y estabilizar nuestra maltrecha economía, cuya deuda pública actual es equivalente al 350% de nuestro PIB. Esta carga económica se traduce en un severo costo social que millones de venezolanos estamos sufriendo en carne propia.

Este enorme endeudamiento oxigena la recesión económica al socavar los empleos formales, reducir drásticamente los ingresos familiares y hundiendo a gran parte de la población en la pobreza extrema. Según los datos incómodos pronunciados por el Relator Especial de la ONU, Michael Fakhri  el 82% de los venezolanos vive en la pobreza y el 53% en la pobreza extrema, con ingresos insuficientes para acceder a una Canasta Básica.

Este sobreendeudamiento ha obligado al gobierno a recortar drásticamente el gasto público en áreas sociales vitales como educación, salud e infraestructura. Gran parte del limitado presupuesto disponible debe destinarse a pagar parcialmente los enormes compromisos de deuda externa. Los hospitales públicos enfrentan graves carencias, las escuelas operan de manera intermitente y los servicios básicos son casi inexistentes en muchas zonas del país, mientras en las áreas urbanas aumentan las tarifas de los servicios públicos, por montos superiores al salario mínimo.

Quizás el impacto más lamentable es el éxodo migratorio masivo que sufre Venezuela como consecuencia directa del colapso económico y social derivado de la insostenible deuda. Más de 6 millones de venezolanos han abandonado el país en los últimos años huyendo de la pobreza y de la falta de oportunidades, en una de las mayores crisis de refugiados de la historia reciente.

Resolver esta catastrófica situación de la deuda pública tiene que ser un compromiso que asuman todos los que aspiran a dirigir la nación, en el que prevalezca entre otras medidas durante ese proceso de transición, la implementación de reformas de libre mercado, medidas anticorrupción y negociaciones de reestructuración de la deuda con los acreedores. Sólo con políticas fiscales disciplinadas, el respeto de los derechos de propiedad y la recuperación del acceso a los mercados financieros mundiales Venezuela podría esperar salir de las profundidades de su trampa de deuda pública.

Años de mala gestión económica, endeudamiento excesivo y la dependencia de los ingresos de la exportación de petróleo han dejado a Venezuela aplastada por una deuda pública insostenible. Resolver esta crisis mediante la reestructuración de la deuda, la reforma de la gobernanza y la renovación de la competitividad económica será un camino largo y arduo. Pero es necesario para que Venezuela se recupere de esta catástrofe totalmente evitable y provocada por malos gobernantes y administradores de los bienes públicos.

En resumen, el devastador endeudamiento público en Venezuela ha sumido a la inmensa mayoría de sus ciudadanos en la miseria, la precariedad extrema y el éxodo migratorio forzado. Resolver esta insostenible carga de deuda se ha convertido en una condición indispensable para que algún día recuperemos nuestra dignidad, prosperidad y calidad de vida.

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