La muy usada frase de jerga venezolana que titula esta nota indica contradicción de conductas individuales y colectivas, la balanza inclinada por conveniencias en cualquier sitio..
Esta semana Karim Khan , el Fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, pidió el arresto de dos Ministros israelíes-Netanyahu y Galant de los Gabinetes Político y de Guerra – conjuntamente con la cúpula de Hamás, como si estos enemigos extremos fueran equivalentes.
Desde su aparición pública el Hamasismo confesó su meta inamovible, eliminar al judío Estado israelí democrático para construir su reinado islámico radical desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Esto implica un expreso genocida terrorismo estatal y su proyección en un renovado antisemitismo mundial.
La barbarie criminal que ejecutaron el 7 de octubre, destinada a evitar que Arabia Saudita reconociera su alianza estratégica con Israel, mostrar sus asesinos métodos para lograrlo y motivar la agresiva, esperada respuesta israelí, fueron y son más que suficientes evidencias para condenar a esta organización terrorista ya infiltrada globalmente. Fue el motor que prendió las recientes violentas protestas universitarias en Europa y Occidente.
En su solicitud de castigo para el hamasismo el fiscal admite que esa brutal acción inicial contiene delitos de lesa humanidad. Para la respuesta militar estatal israelí con su derecho a la defensa y la sobrevivencia, asegura que ”de manera voluntaria, premeditada” (¿?) mató de hambre y enfermedades a miles de palestinos civiles desarmados. Son crímenes de guerra.
Olvida el fiscal que esa población palestina en poder de Hamás fue y sigue colocada en la superficie por sus secuestradores ocultos en la Gaza subterránea y no han renunciado a su objetivo. Si en verdad esa dirigencia criminal amara al pueblo palestino los dotaría de alimentos y medicamentos, pero durante veinte años luego que Israel les devolvió ese territorio ganado en guerra defensiva, usaron los billones donados por organismos internacionales para crear una Gaza estatal productiva y la convirtieron en su guarida, depósito de sus armas y trinchera bélica. Eso por allá.
El presidente Biden rechaza indignado la petición y alega que es tan absurda como si el trágico 11 de septiembre del 2021 se ordenara el arresto del organizador Osama bin Laden junto al entonces presidente George W. Bush. A Hitler con el general Eisenhower.
En la Venezuela destruida por el narcorrégimen castrochavista, visitada por el fiscal en varias ocasiones, se firmaron acuerdos hasta hoy incumplidos y se instaló una reciente oficina de la CPI que no se sabe si ya visitó los antros para disidentes aislados y sin derecho a la defensa jurídica, ni si conocen al renovado penal de El Rodeo III, infierno donde se perfecciona la planificada tortura y se procede a la desaparición de civiles también víctimas desarmadas, hambreadas, enfermadas y desaparecidas.
Son crímenes de lesa humanidad al fuego lento de 25 años. Para esta inmensa cárcel que es la venezolana no hay furia, prisa ni solicitudes inmediatas de arrestos a la cadena de mando. Sí muchas dilaciones en la burocracia judicial a pesar de las numerosas pruebas condenatorias.
Pero la juricidad correcta es un hecho cada día más cercano. Al fallar los tribunales internos y foráneos emerge la ley civilizada que esta vez necesita cada voto de fervor libertario, tal como sucedió en las elecciones primarias.
Lo escribió el poeta y el refrán lo confirma: la rebelde justa justicia tarda pero llega.
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