OPINIÓN

La infiltración

por Antonio Ledezma Antonio Ledezma

Maduro prosigue despellejando a Venezuela. La República es un despojo conquistado por una pandilla que no cesa en perpetrar desmanes. En medio de esa escena pavorosa, la tiranía desarrolla sus imposturas para ganar tiempo, esconder las ruinas en las que reduce a una nación que era riquísima, fracturar una fuerza opositora que lucía indetenible después de la victoria del pasado diciembre de 2015 y confundir a una comunidad internacional que no deja de sorprenderse ante semejante espectáculo.

Recién acaban de registrarse otras elecciones fraudulentas con las que el régimen se dio el gustazo de entretener a unos factores que se visten con ropajes opositores y, al mismo tiempo, distraer la atención de los enclaves internacionales que han venido siguiendo muy de cerca la tragedia venezolana. La estrategia de Maduro, siguiendo la pauta trazada por sus maestros cubanos, es que se proyectara la idea de que “en Venezuela la oposición tuvo la gran oportunidad de ganar 15 o más gobernaciones, pero que por estar divididos no alcanzaron esos trofeos”. ¡Eso es una gran farsa! La verdad es que en una tiranía no existen libertades, ni justicia, ni posibilidades de hacer valer la voluntad de los ciudadanos a través del sufragio universal, directo y secreto. Con relación a la fractura de los cuadros directivos de la llamada oposición, es indispensable comprender que las divisiones internas son consecuencia de un plan del régimen madurista que se propuso infiltrarlos y lo lograron.

Por eso he hablado en los escenarios internacionales a los que me invitan a dar alguna conferencia, de la aviesa figura del “fraude perfecto” que desarrolló la tiranía madurista en las últimas elecciones regionales y locales del pasado 21N. Por una parte, actúa su maquinaria al servicio de las peores acciones, que van desde inhabilitar a personas; asaltar símbolos de partidos políticos, cerrar las pocas emisoras de radio y asfixiar a los medios impresos que no les son dóciles, detener y torturar hasta matar al que se les rebele. La otra pieza necesaria para perfeccionar ese fraude es contar con una oposición fracturada a la que le está vedado dar el paso para unirse, porque la misión impuesta es atomizar los cuadros oposicionistas. Cuando se postulan saben que es para perder, no para ganar, esa es la penosa tarea de algunos, y de muchos otros inconscientes de que harán ese triste papel.

En el Congreso Mundial de Juristas, al que asistí esta semana pasada, celebrado en Barranquilla, Colombia, pude hablar de estas verdades. Fue un encuentro valioso para los venezolanos porque fue oportuno exponer ante delegaciones de personalidades muy resaltantes del mundo jurídico, la situación de un país con su Estado secuestrado por una corporación criminal que lo trastoca en Estado forajido, y además fallido, porque las instituciones no son sino aparatos controlados por esas mafias.

¿Que si eso tiene importancia?, desde luego que sí. De mi parte hago todo lo que sea posible, aunque sea hablarle a una o dos personas, eso cuenta. Más cuando sabemos que la tiranía paga costosos lobistas para que traten de lavar su cara embarrada de barbaridades. Winston Churchill “pedía ayuda hasta para matar moscas”. Nosotros los venezolanos debemos persistir en solicitar la que nos falta mientras preservamos la que tenemos, hasta ahora, con la necesaria rectificación de agenda para utilizarla o canalizarla de mejor manera.

@alcaldeledezma