Es evidente que la solicitud de imponer sanciones proviene, en gran medida, de aquellos que gozan de mejores condiciones tanto dentro como fuera de Venezuela. Sin embargo, es importante reconocer que las medidas coercitivas han demostrado no ser efectivas para derrocar al gobierno, sino que, por el contrario, perjudican aún más a quienes permanecen en el país, esta tendencia se observa no solo en Venezuela, sino también en figuras políticas como el presidente Javier Milei en Argentina y expresidentes como Iván Duque en Colombia.
Resulta paradójico que el presidente Milei, quien aboga por la libertad, respalde una política exterior que restringe el libre comercio con el objetivo de influir en el cambio de un gobierno. ¿Cómo se puede justificar o comprender esta postura? ¿Cómo se puede combatir el socialismo imponiendo más restricciones económicas? Sin duda, es una incoherencia más en el panorama político.
Resulta desconcertante que un gobierno que se autodenomina el más liberal de América Latina promueva restricciones al comercio. Esta apreciación se plantea desde una organización como Unidad Visión Venezuela que no se adhiere a los preceptos socialistas, tal como lo demuestran nuestras propuestas económicas.
Ahora con la objetividad que nos caracteriza no puedo dejar de mencionar la responsabilidad que tiene el gobierno en lograr que se levanten las sanciones, que no es otra que respetando los derechos humanos.
Por otro lado, el expresidente de Colombia, Iván Duque, cuyo mandato no dejó un legado positivo, ha instado a su facción del Centro Democrático a oponerse a la propuesta del presidente Petro de fomentar el comercio con Venezuela, lo cual resulta ilógico porque también afecta a su nación, especialmente a la zona del Norte de Santander y toda la Guajira colombiana.
Resulta incoherente que la nación considerada modelo en libertades económicas en el mundo intente restringir la libertad comercial de los venezolanos; en consecuencia, es irracional pensar que se puede derrocar al socialismo o a los socialistas mediante la imposición de más restricciones comerciales, es decir, aplicando prácticas socialistas para combatir al socialismo.
Además de ser inhumana, esta medida beneficia a los que ostentan el poder, pues no les afecta personalmente, y proporciona una excusa perfecta al gobierno, para evadirse por las ramas y no asumir la responsabilidad sobre la crisis económica o las malas prácticas gubernamentales, tal como sucede en Rusia o Irán por ejemplo, donde esta evidenciado que las sanciones fortalecen y perpetúan aún más a estos regímenes en el poder y de hecho, fomenta el uso de “vías alternas” para realizar gran parte de sus transacciones económicas.
En conclusión, nada más equivocado que esta postura, pues no se puede cambiar un gobierno sacrificando a su pueblo. No pueden seguir siendo tan irresponsables. La fórmula es simple y no requiere de mucho análisis: la crisis económica conduce al hambre, lo que se traduce en mayor miseria, lo que a su vez fomenta la emigración.
Actualmente, alrededor de 4 millones de venezolanos en el extranjero no pueden ejercer su derecho al voto. Esta cifra podría duplicarse fácilmente si se continúa insistiendo en las sanciones, lo que significa que sin votos no tenemos cómo derrotar a Nicolás Maduro. Por lo tanto, en lugar de aislar a Venezuela a través de sanciones, deberíamos trabajar hacia la construcción de puentes que promuevan la estabilidad y el bienestar de todos los venezolanos, independientemente de su afiliación política.
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