En medio de la actual agitación económica y política de Venezuela, un aspecto crítico que a menudo se comenta, es el estado de nuestro sector eléctrico. El desmoronamiento de las infraestructuras, la irregularidad del suministro eléctrico y la fuerte dependencia de los combustibles fósiles han dejado el sistema energético del país en una situación desastrosa. Para resolver este problema y allanar el camino hacia un futuro energético sostenible, es necesaria una reforma integral y una nueva fase de construcción, centrada en cambios normativos y de gobernanza, reforma de las subvenciones e inversión en fuentes de energía renovables, tal como lo sugieren Sabatini y Patterson en su artículo «Reforma del sector eléctrico venezolano. Opciones y prioridades para reconstruir un sistema colapsado», publicado en 2021.
En Unidad Visión Venezuela asentimos que la piedra angular para nuestra recuperación es la revisión del marco regulador y de gobernanza del sector eléctrico. En la actualidad, todas las funciones clave recaen en Corpoelec, una entidad estatal que ha tenido dificultades para satisfacer las necesidades del pueblo venezolano. Para garantizar la independencia del sector de las preferencias políticas deben adoptarse las mejores prácticas de los modelos de gobernanza internacionales en esta materia.
Esto incluye el protagonismo de un ministerio responsable, capaz de establecer una política de alto nivel, un regulador independiente para supervisar el sector eléctrico. Además, el Estado debe ofrecer las condiciones adecuadas para la sana competencia en el mercado de los servicios básicos, ya que ha sido un mal administrador en materia de agua, electricidad y gas, monopolizando a su antojo la distribución de estos servicios.
Aunque la mala gestión histórica ha desempeñado un papel importante en los problemas eléctricos de Venezuela, es esencial tener en cuenta otros factores, como el progresivo cambio climático y los avances tecnológicos. El fortalecimiento de la red, la integración de energías renovables intermitentes como la eólica y la solar, el establecimiento de unidades más pequeñas dentro de microrredes y la mejora de la resistencia al cambio climático deberían formar parte de la visión a largo plazo para el sector, tal como lo sugieren Sabatini y Patterson.
Venezuela es una nación rica en recursos energéticos, pero ha experimentado una serie de desafíos en su sector eléctrico, como apagones frecuentes, falta de mantenimiento y una infraestructura obsoleta. Esta situación tiene un impacto devastador en la economía, la seguridad y el bienestar de los venezolanos, y ha generado una diáspora de ciudadanos que buscan mejores condiciones de vida en otros lugares.
La independencia del sector eléctrico es un pilar fundamental en el proceso de reforma propuesto en el informe. Desvincular las decisiones políticas, dar voz a los expertos técnicos y promover la transparencia y la rendición de cuentas son pasos esenciales hacia la revitalización del sector eléctrico en Venezuela. Esta independencia no solo puede mejorar la eficiencia y la confiabilidad del sector, sino que también puede ser una plataforma para la cooperación política y la construcción de consensos en beneficio de la sociedad venezolana.
En conclusión, la reforma del sector eléctrico venezolano es una tarea compleja pero necesaria para garantizar un futuro energético sostenible. Centrándose en la reforma de la regulación y la gobernanza, el país puede avanzar hacia un sistema eléctrico más fiable, asequible y respetuoso con el medio ambiente. Esta transformación no sólo beneficia a los venezolanos, sino que posiciona al país para un futuro más seguro y próspero.
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