No saber qué va a ocurrir es una constante para todos. Al no tener certeza de qué haremos ante lo desconocido, nos sentimos desconcertados.
La naturaleza de la incertidumbre
¿Alguna vez has sentido dudas, temor, inseguridad, y estrés, y ese sentimiento de opresión en el centro del pecho que nos causa la angustia, a pesar de no tener razones para sentirte así? Pues, muy probablemente te has topado con la incertidumbre. La podemos considerar como un estado psicológico específico que tiene un impacto significativo en nuestra mente y comportamiento. Se refiere a la percepción de falta de información, previsibilidad o control sobre situaciones futuras. Este estado se caracteriza por hacernos sentir inseguros y nos afecta a nivel emocional y mental.
Puede ser consecuencia desde los cambios climáticos hasta las crisis económicas, pasando por elecciones políticas, revoluciones tecnológicas o transformaciones sociales, que nos puedan modificar nuestro estándar en el país que vivimos, o en el mundo. También, las situaciones familiares suelen ser en ocasiones una fuente significativa de incertidumbre. Sin embargo, en lugar de buscar certeza donde no existe, porque no sabemos realmente lo que puede pasarnos, o que nos puede sobrevenir, es mejor que aprendamos a apreciar la incertidumbre y logremos vivir y lidiar con ella.
La búsqueda de certidumbre: Profetas, pitonisas y horóscopos
La tendencia de muchas personas a buscar la guía de profetas, pitonisas, adivinadores, o a leer el horóscopo, y tratar de interpretar los sueños como señales del futuro puede explicarse en gran medida por la necesidad genética de manejar la incertidumbre. Desde una perspectiva psicológica, este comportamiento tiene varias raíces y explicaciones que arrojan luz sobre por qué buscamos estas fuentes de certidumbre.
La incertidumbre genera una sensación de falta de control sobre el futuro y nuestras vidas. La mente humana explora naturalmente patrones y predictibilidad para reducir el estrés y la ansiedad asociados con lo desconocido. Acudir a adivinadores proporciona a quien lo hace una sensación de control al ofrecer una narrativa que parece predecir y, por tanto, controlar lo que está por venir.
La ansiedad requiere seguridad y esperanza
La ansiedad es una reacción común a la incertidumbre. Las prácticas adivinatorias pueden funcionar como mecanismos de afrontamiento que ayudan a reducir la ansiedad. Al recibir predicciones o interpretaciones sobre el futuro, las personas logran sentirse más tranquilas y menos ansiosas, a pesar de que estas predicciones no son científicamente fundadas. La sensación de obtener respuestas, aunque sean vagas o genéricas, puede ser reconfortante y refuerza positivamente el volver a intentarlo.
Buscar señales del futuro a través de sueños, horóscopos o profecías puede proporcionar igualmente una sensación de seguridad y esperanza. En tiempos de crisis o incertidumbre extrema, las personas recurren a estas prácticas para encontrar un sentido de consuelo y esperanza de que las cosas mejorarán. Esta búsqueda de seguridad emocional es una respuesta natural al miedo y la desesperación. La incertidumbre es un comportamiento asociado a la supervivencia.
Cultura, tradiciones y el “sesgo de confirmación”
Culturalmente, muchas sociedades han valorado la sabiduría de los profetas y adivinadores a lo largo de la historia. Esta confianza en figuras de autoridad y en tradiciones ancestrales refuerza la tendencia a buscar respuestas en fuentes externas durante tiempos de incertidumbre. La tradición y la autoridad percibida dan credibilidad a las predicciones, independientemente de su base científica.
El “sesgo de confirmación” es una tendencia cognitiva en la que las personas buscan, interpretan y recuerdan información que confirma sus creencias preexistentes. Al leer libros antiguos o bestsellers del momento, algunas personas pueden enfocarse en las partes que resuenan con sus experiencias y expectativas, ignorando lo que no coincide. Este sesgo refuerza la creencia en la validez de estas prácticas.
La búsqueda de señales del futuro también está vinculada a la exploración de la identidad personal y el significado de la vida. Quienes siguen alguna creencia política o algún credo religioso pueden convertirlo en uno de sus propósitos de dirección en la vida a través de esas prácticas, utilizando las interpretaciones como guías para tomar decisiones importantes o para encontrar un sentido más profundo en su existencia.
Desde nuestro punto de vista estas prácticas sirven para proporcionar una sensación de control, reducir la ansiedad, ofrecer seguridad y esperanza, y reforzar creencias a través del sesgo de confirmación. Sin embargo, no es la mejor opción. Porque existen comportamientos y herramientas que convierten la incertidumbre en nuestra mejor herramienta para progresar, afrontar las situaciones sociales, económicas, políticas que se nos presenten, resolver problemas, visualizar escenarios, alcanzar objetivos, trazar metas, unir a la familia, planificar el futuro personal, realizar emprendimientos, manejar los riesgos, gestionar nuestra vida y al final lograr mayor felicidad. De esta forma estaremos capacitados para escribir nuestro propio horóscopo de acuerdo a nuestro propósito de vida.
La incertidumbre es parte de nuestra vida
La falta de certidumbre sobre el futuro o sobre las consecuencias de nuestras acciones es una condición inherente a la existencia, ya que el futuro es, por definición, impredecible. Sin embargo, la percepción de la incertidumbre puede variar significativamente entre individuos y culturas. Mientras que algunas personas ven la incertidumbre como una fuente de estrés y ansiedad, otras la percibimos como una oportunidad para el crecimiento y la innovación. La incertidumbre generalmente se asocia con un aspecto negativo, pero no siempre es así, también se relaciona con un afecto positivo.
Todos procuramos constantemente patrones de predictibilidad para sentirnos seguros. Al la incertidumbre romper estos modelos, algunas personas tienen una sensación de descontrol y vulnerabilidad, aunque la incertidumbre nos ayuda. De hecho, estimula la creatividad y la resiliencia. Cuando las personas se ven obligadas a adaptarse a nuevas situaciones, generalmente desarrollan habilidades y perspectivas que de otro modo no habrían descubierto.
Incertidumbre en la familia
Los problemas de salud, enfermedades, o el diagnóstico de un padecimiento grave en un miembro de la familia provoca una gran incertidumbre sobre el futuro, el tratamiento y el resultado de la enfermedad.
Las crisis económicas: Cuando uno o más miembros de la familia pierden su trabajo, genera inseguridad sobre la estabilidad financiera y la capacidad de cubrir las necesidades básicas en el futuro lo cual es abrumador. Las dificultades financieras conllevan la auto desconfianza sobre la capacidad de pagar las deudas, de mantener el hogar, pagar la educación de los hijos y de asegurar el bienestar general de la familia.
El divorcio o la separación u otros conflictos conyugales crean tensiones entre padres e hijos y originan un ambiente de indecisión a todos los miembros de la familia. La vacilación sobre la custodia de los hijos, la división de bienes y el futuro de las relaciones familiares es harto estresante.
La pérdida de padres o de la pareja o de un miembro cercano de la familia ocasiona un vacío emocional y suscita imprecisión sobre el futuro de la estructura familiar y el apoyo emocional. La pérdida de un hijo es una de las experiencias más devastadoras, generando una profunda incertidumbre sobre cómo continuar con la vida cotidiana.
Las mudanzas y cambios de residencia, como hacerlo a una nueva ciudad o país induce una profunda inseguridad sobre la adaptación al nuevo entorno, a la integración en las nuevas comunidades, al impacto laboral, y a la nueva vida escolar y social de los hijos. Asimismo, mudarse dentro de la misma ciudad también es un dilema, especialmente si se trata de un cambio no planificado o debido a circunstancias adversas como el desalojo o la pérdida de la vivienda anterior.
El cuidado de seres queridos y la responsabilidad que ello implica al hacerse cargo de padres o abuelos crea intranquilidad hasta lograr el equilibrio entre la atención a ellos, y el trabajo y las otras responsabilidades familiares.
Los valores y creencias junto a los estilos de vidas de padres e hijos presentan con frecuencia diferencias significativas entre generaciones y, si no se manejan adecuadamente, provocan conflictos y una sensación de incertidumbre sobre la cohesión familiar.
La transición de los hijos durante la adolescencia a menudo es una fuente de incertidumbre para los padres, ya que se enfrentan a cambios en el comportamiento, y las dinámicas de los jóvenes. De igual manera, la salida de los hijos del hogar para ir a la universidad, trabajar o formar su propia familia produce dudas y reparos sobre el futuro entre padres e hijos.
La violencia doméstica y las situaciones de abuso dentro del hogar crean un ambiente de extrema incertidumbre y miedo, afectando la seguridad y el bienestar de todos los miembros de la familia. También, los conflictos continuos y no resueltos conllevan una atmósfera de tensión.
La incertidumbre en todas estas situaciones familiares es en muchos casos inevitable, pero es crucial abordarla con una comunicación abierta, apoyo mutuo y, cuando sea necesario, la intervención profesional. Debemos fortalecer la resiliencia familiar y desarrollar estrategias de afrontamiento para manejar apropiadamente la incertidumbre de manera más efectiva, asegurando que la familia permanezca unida y fuerte frente a lo que pueda ocurrir en el futuro.
En el entorno social y mundial
En la sociedad contemporánea, la incertidumbre se amplifica por la rapidez del cambio tecnológico y la globalización. Los medios de comunicación y la conexión social en las redes juegan un papel crucial en cómo la percibimos y manejamos el no saber qué pasará y como nos afectaran las transformaciones. Las noticias, a menudo centradas en eventos inesperados y catastróficos, aumentan su percepción y el temor en la población. No obstante los medios también tienen el poder ofrecer una cobertura equilibrada y el fomento de la comprensión crítica, y la mayoría de las veces —no siempre— ayudan al público a navegar la incertidumbre de manera más informada y constructiva.
En el presente, varios temas y problemas mundiales provocan a pesar de las diferencias individuales una considerable incertidumbre tanto a nivel individual como colectivo. Estos problemas afectan la economía global, la estabilidad política, la salud pública, y el medio ambiente, entre otros. Pero enumeremos los que pensamos que son los factores más reconocidos.
Factores de incertidumbre a nivel mundial
El impacto ambiental: El cambio climático y sus efectos, como el aumento de las temperaturas, el derretimiento de los glaciares, y la subida del nivel del mar, generan gran pesadumbre sobre el futuro del planeta y la calidad de vida. Los desastres naturales y la frecuencia e intensidad de eventos como huracanes en Florida y en los estados del centro sur de EEUU y en las costas del atlántico y del Pacífico, incendios forestales en California y otras partes del mundo, inundaciones y sequías en Europa, México y otros continentes, o terremotos o tsunamis como en Chile, Japón, o China, afectan comunidades y economías enteras, y obviamente por su frecuencia, contribuyen a la preocupación y a la incertidumbre por desconocer cuándo ocurrirán.
Una eventual y próxima pandemia similar a la del COVID 19 causa incertidumbre sanitaria, económica y social. La aparición de nuevas variantes del virus y la distribución desigual de las vacunas siguen siendo una preocupación latente en cada ciudadano. La amenaza de nuevas enfermedades infecciosas y la resistencia a los antibióticos hace sentir temor a un sinnúmero de personas.
La inflación creciente y el temor a una recesión global afectan la estabilidad económica de países y la seguridad financiera de las personas. El último informe del Banco Mundial «Perspectivas económicas mundiales» predice que el crecimiento mundial se desacelerará al 2,4% en 2024.
A nivel de las sociedades, la falta de cohesión social en varios países hace pensar a sus ciudadanos qué va a pasar con su país que pueda alterar su estabilidad personal.
Los conflictos y las tensiones geopolíticas, como la guerra de Rusia en contra de Ucrania, las tensiones entre China y Taiwán, y las relaciones tensas con Estados Unidos, y las conflagraciones en el Medio Oriente, traen incertidumbre sobre la paz y la seguridad global. La amenaza del terrorismo sigue siendo una fuente de aflicción, afectando la seguridad y la estabilidad de muchas regiones, países o de personas que se ven forzadas a emigrar en las peores circunstancias. Pensemos en los refugiados del Medio Oriente, Siria, Ucrania, Venezuela, Cuba, y buena parte de los países africanos. Estos desplazamientos forzados han llevado a un aumento en el número de refugiados y migrantes, creando perturbación sobre la capacidad de los países para manejar estos flujos de población. Además las políticas migratorias cambiantes y, a menudo, restrictivas generan incertidumbre para los migrantes y las comunidades receptoras.
La tecnología y los cambios que ocasiona en el trabajo. El avance de la automatización y la inteligencia artificial nos plantea preguntas sobre el futuro del trabajo y el empleo en todos sus niveles. Igualmente, la creciente dependencia de la tecnología y los datos personales genera incertidumbre sobre la privacidad y la ciberseguridad.
La polarización política creciente en muchos países dificulta la gobernabilidad y conlleva desde inquietud hasta conmoción social sobre el futuro de las democracias. Las protestas y movimientos sociales en 2024 en respuesta por el conflicto con Israel provocado por el ataque de Hamas, sumado a las movilizaciones por los problemas sociales no resueltos, o a la discriminación, en distintos países muestran una creciente insatisfacción que puede llevar a cambios impredecibles.
Escasez de recursos: La demanda creciente de recursos naturales, como el agua y los minerales, y la escasez resultante generan al menos impaciencia sobre la sostenibilidad futura. La humanidad está utilizando los recursos minerales a un nivel sin precedentes y la demanda seguirá creciendo en las próximas décadas
En agricultura y alimentos: Se hace evidente el impacto del cambio climático en la agricultura y la producción de alimentos y preocupa no solo a los gobiernos sino también a millones de ciudadanos de distintos países que desmejoran sus nutrientes. Superar esta incertidumbre requiere resiliencia, adaptabilidad y un enfoque proactivo para anticipar y mitigar los riesgos futuros.
Cómo manejar la incertidumbre
Es cierto, no podemos prever con certeza lo que sucederá en el futuro, pero podemos y debemos saber cómo actuar cuando se presenten las situaciones inesperadas.
Definir un propósito de vida
Tener un propósito claro en la vida proporciona un sentido de dirección y significado, lo cual es crucial para navegar la incertidumbre. Este propósito actúa como una brújula, ayudándonos a mantenernos enfocados y motivados incluso cuando enfrentamos desafíos y cambios inesperados. Para definirlo reflexionemos sobre nuestros valores, pasiones, debilidades y fortalezas. Preguntarse qué nos interesa y nos apasiona, y cómo podemos contribuir al bienestar de los demás, es un buen punto de partida. Es útil escribir una declaración de propósito personal que podamos revisar y ajustar con el tiempo. Para nosotros el propósito de vida debería ser alcanzar la mayor felicidad lograble, pero cada quien debe tener su propio norte en la vida.
Precisar los objetivos y metas con sus tiempos de cumplimiento
Establecer objetivos y metas específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo definido (SMART) lo que nos aporta un plan claro para alcanzar nuestro propósito de vida. Estos objetivos deben desglosarse en metas a corto, mediano y largo plazo. Al tener un plan de acción detallado para cada objetivo, incluyendo los pasos necesarios y los recursos requeridos, nos ayuda a mantenernos en el camino correcto. Revisar y ajustar regularmente nuestras metas y progresos es esencial para adaptarnos a las circunstancias cambiantes.
Esbozar y explorar escenarios posibles
Anticipar y vislumbrar diferentes escenarios que puedan presentarse en la vida familiar, social y mundial nos prepara para enfrentar lo inesperado, que deja de serlo si lo hemos previsto. Este proceso de planificación nos permite prever y considerar cómo responderíamos en diversas situaciones, ya que la hemos identificado así como las oportunidades en cada escenario, y ya ideado estrategias específicas para cada uno. Esto puede incluir la creación de planes de contingencia y la identificación de recursos y apoyos necesarios.
La información es crítica
Buscar y evaluar información de manera crítica nos permite tomar decisiones más informadas. La información falsa o datos incorrectos da lugar a conclusiones erróneas. En lugar de depender de fuentes únicas o sensacionalistas, es útil diversificar nuestras fuentes de información y cuestionar su veracidad.
Prepararse para lo peor y trabajar por lo mejor
La preparación para los peores escenarios razonables implica identificar riesgos potenciales y desarrollar estrategias para mitigarlos. Esto incluye asegurar la estabilidad financiera, tener seguros adecuados y planificar para emergencias. Simultáneamente, debemos trabajar activamente para crear el mejor entorno posible, fomentando relaciones saludables, buscando oportunidades de desarrollo personal y profesional, y contribuyendo positivamente con la comunidad.
Tomar previsiones para los escenarios más probables
Siempre es conveniente el ahorro y la planificación financiera. Mantener un fondo de emergencia y planificar económicamente las posibles eventualidades, como el apoyo a familiares mayores, o la educación de los hijos, nos proporciona una base sólida para enfrentar la incertidumbre. Esto incluye prever y planificar nuestro retiro, lo que es crucial para garantizar una seguridad financiera a largo plazo. Cuando los ahorros crezcan consistentemente, considerar opciones de inversión, y no olvidar un seguro a favor de la familia “just in case”.
Prepararse para las eventualidades
Realizar simulacros y entrenamiento de emergencia para situaciones como terremotos, incendios, choques o emergencias médicas nos prepara para actuar rápidamente y con eficacia. Tener un plan familiar de emergencia y conocimientos básicos de primeros auxilios puede salvar vidas. Saber qué hacer en caso de un robo o un accidente automovilístico, tener a mano los números de emergencia y establecer un sistema de comunicación familiar son medidas prácticas que aumentan nuestra capacidad de respuesta. Mantener conexiones sociales fuertes puede proporcionar un sentido de estabilidad y apoyo emocional en tiempos de incertidumbre. Compartir nuestras preocupaciones y esperanzas con otros puede aliviar la carga emocional.
Tratar a las incertidumbres como problemas a resolver
En lugar de temer la incertidumbre, verla como uno de los problemas por resolver cambia nuestra perspectiva. Cada desafío nos brinda la oportunidad de aprender, crecer y mejorar nuestras habilidades para enfrentar el futuro. Repetimos lo de siempre: aprendes a caminar… Cayéndote. Dar la bienvenida a los problemas como oportunidades para establecer nuevas metas y resolverlos puede traer satisfacción y felicidad. Reconocer que la incertidumbre es una parte inevitable de la vida y trabajar proactivamente en soluciones nos empodera.
Resiliencia y adaptabilidad: Desarrollar la resiliencia y la capacidad de adaptarnos a las circunstancias cambiantes es fundamental. Hacerlo nos enseñará a aprender a manejar el estrés, como el mantener una mentalidad flexible y buscar apoyo cuando sea necesario. Aunque no podemos predecir el futuro, si prepararnos para enfrentar la incertidumbre de manera efectiva. Al hacerlo, no solo la manejaremos con mayor probabilidad de éxito, sino que también encontramos oportunidades de crecimiento y realización personal.
A nivel personal
Prácticas como la meditación y el ejercicio regular ayudan a reducir la ansiedad y mejorar el bienestar general. Cuidar de nuestra salud mental y física nos prepara mejor para enfrentar lo desconocido. La incertidumbre no debe ser una fuente de estrés, sino una oportunidad para el crecimiento personal y social. Aprender a navegar la incertidumbre con mayor confianza y optimismo es en última instancia, la manera en que la afrontamos y define nuestro bienestar individual, así como el de nuestras comunidades y sociedades.
La certeza provee felicidad
En estos tiempos de incertidumbre y desafíos, nos gustaría invitarte apreciado lector a descubrir el poder de vivir con certeza. Nuestra experiencia nos indica que esta certeza no se basa en la ausencia de problemas, sino en nuestra capacidad de tomar decisiones sabias, de ser resilientes, y de transformar cada obstáculo en una oportunidad para crecer. Cada uno de nosotros posee una fuerza interior inmensa. Reconocerla y utilizarla nos permite enfrentar la vida con optimismo y determinación. Cuando vemos los problemas no como castigos, sino como una oportunidad para evolucionar, empezamos a escribir una nueva narrativa, una en la que somos los protagonistas de nuestra propia felicidad. Mantener un propósito de vida claro es fundamental. Este propósito actúa como una brújula, guiándonos en nuestras decisiones y acciones diarias. Al fijarnos objetivos y metas que se alineen con nuestro propósito, podemos avanzar con paso firme hacia una vida plena y significativa.
Vivir con certeza no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino que también irradia positividad a nuestro entorno. Al encontrar nuestra propia felicidad, contribuimos a la de nuestros seres queridos y, en un círculo más amplio, a la de nuestra sociedad. Imaginemos juntos un mundo donde cada persona vive con propósito, optimismo y resiliencia. Un mundo donde los desafíos se transforman en logros y las dificultades en enseñanzas valiosas, la cohesión social sería optima. Si te sientes con incertidumbre o con infelicidad da el primer paso hacia esa vida de certeza. Tomemos decisiones conscientes, enfrentemos los retos con valentía, mantengamos siempre la vista en nuestro propósito de vida y confiemos en la Divina Providencia. Al hacerlo, no solo alcanzaremos una mayor felicidad personal, sino que también podemos ser faros para quienes nos rodean. Nos volvemos a encontrar en nuestra próxima entrega.
María Mercedes y Vladimir Gessen son psicólogos. Autores de Maestría de la felicidad y de ¿Quién es el Universo?