Mi artículo de la semana pasada fue criticado por algunos amigos, con severidad, por no estar de acuerdo con varios de mis planteamientos. Agradezco y aprecio la forma respetuosa como manifestaron sus críticas. Este es un factor fundamental para lograr un ambiente de diálogo que permita establecer un debate constructivo sobre el tema. El planteamiento central de mi artículo fue: establecer como política la abstención, faltando seis meses para las elecciones parlamentarias, favorece la estrategia del madurismo que tiene como objetivo dividir a la oposición, entre votantes y abstencionistas, para poder ganar dichas elecciones legítima y legalmente. Algunas de esas críticas fueron las siguientes: “No se debe ir a las elecciones parlamentarias debido a que el Tribunal Supremo de Justicia, la asamblea nacional constituyente, el Consejo Nacional Electoral y las nuevas directivas de los partidos son ilegítimos e ilegales”; “Al asistir a la elección se perdería el respaldo de los 58 países democráticos que reconocen a Juan Guaidó como presidente encargado de la República y desconocen la legalidad y legitimidad del régimen madurista”; “El apoyo de esos países surgió de la abstención y no del voto”. En ninguna de ellas se consideró la importancia de preservar la unidad en la oposición democrática.
Ante esos argumentos, reitero mi planteamiento: establecer la abstención como política, seis meses ante de realizarse la elección, es un gravísimo error, porque le facilita a Nicolás Maduro, al estar seguro de su triunfo, organizar unas elecciones aparentemente democráticas, justas y equitativas, con el fin de lograr legitimar su gobierno; impide valorar con suficiente objetividad las reales condiciones políticas existentes en nuestra sociedad al acercarse el 6 de diciembre; limita cualquier posibilidad de negociación con el sector de oposición que considera conveniente ir a votar; incentiva la creciente apatía de nuestra sociedad; compromete el desarrollo de una vigorosa campaña electoral que podría elevar la moral opositora. Pregunto: ¿si las condiciones políticas, al acercarse el 6 de diciembre, son favorables para un triunfo de la oposición debemos dejar de ir a votar? ¿No debilita más al gobierno madurista, ante la amenaza de un triunfo opositor, verse en la necesidad de establecer medidas antidemocráticas que deslegitimen dicho proceso electoral? ¿No produciría ese hecho un fuerte resquebrajamiento de la lealtad de los factores de poder cercanos al madurismo? ¿Existen, en este momento, otras formas de acción diferentes a las elecciones para desalojar del poder a Nicolás Maduro?
Todos los estudios sobre Venezuela indican un creciente y muy rápido deterioro del nivel de vida de nuestro pueblo. La Comisión Económica para la América Latina y el Caribe calcula que la caída del Producto Interno Bruto de Venezuela para este año podría alcanzar más del 20 %. El Fondo Monetario Internacional sostiene que la disminución del PIB, entre los años 2013 y 2019, fue de 70%. Esta realidad tiene que generar graves consecuencias políticas. La derrota electoral, en medio de un terminante rechazo cercano al 85%, es casi imposible de evitar. No obstante, la decisión de abstenerse o participar aún puede esperar. Si la oposición democrática, luego de un amplio debate, unida monolíticamente, considera que están dadas las condiciones para participar, entonces podría anunciar su decisión en el momento que considere oportuno. No olvidemos que Nicolás Maduro busca con desespero legitimarse. Él conoce que es imposible lograr esa legitimación si las elecciones no se desarrollan en medio de aceptables condiciones democráticas. Si ocurre lo contrario, es decir, no existen las condiciones necesarias para la participación, la decisión deberá entonces tomarse y anunciarse en las mismas condiciones de unidad. Retirarse, días antes de las elecciones, señalando las irregularidades del proceso electoral, o denunciar fraude en caso de ir a votar, con suficientes pruebas, desmonta su estrategia.
Mi gran amigo, el almirante Rafael Huizi Clavier, opinó sobre mi artículo lo siguiente: “He leído incontable número de veces el mismo planteamiento que hace el general Fernando Ochoa cada vez que hay una elección de la dictadura”. Tiene razón. Siempre he mantenido la conveniencia de votar y me he opuesto a la abstención, al considerarla un no hacer; diferente es retirarse de un proceso electoral por no existir las necesarias condiciones para votar. Veamos nuestro reciente pasado electoral. Por razones de espacio sólo me referiré a las elecciones parlamentarias. En la elección del año 2005 se llamó a la abstención. Consecuencia: el absoluto control del chavismo sobre todos los poderes públicos mediante la obtención de las 2/3 partes de los escaños. En la elección del año 2010, se estimuló la participación. Consecuencia: Ganó el chavismo, pero no alcanzó las 2/3 partes de los escaños. En la elección del año 2015 se invitó a votar. Consecuencia: la oposición triunfó con las 2/3 partes de los escaños. Ese triunfo obligó al régimen madurista a violar la Constitución Nacional, lo cual ocasionó la deslegitimación de Nicolás Maduro y el reconocimiento por 58 países de Juan Guaidó, como presidente encargado de la República.
Con este sencillo análisis he pretendido dar respuesta a algunos de los planteamientos de mis amables lectores, además de ratificar y expresar las razones que me asisten para plantear mi posición anti abstencionista, sin descartar las posibles acciones a tomar, en el transcurso del proceso electoral, si son irrespetadas las condiciones que deben caracterizar a una elección democrática. El desarrollo y culminación del proceso electoral que se avecina nos obliga a analizar, con objetividad suficiente, las diferentes alternativas que pueden presentarse. Eso sí, como siempre lo he mantenido, la decisión que se tome debe ser respaldada y acatada por todos los factores que constituyen la oposición democrática. Preservar la unidad y continuar la lucha contra el régimen opresor de Maduro es el reto fundamental de la dirigencia opositora. No hacerlo fortalecería al madurismo e incrementaría la tragedia nacional.
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