OPINIÓN

La importancia del capital social en un mundo híbrido

por Ismael Cala Ismael Cala

Uno de los grandes cambios que hemos atravesado durante los últimos tres años es la normalidad con la que la hibridez laboral es concebida. A pesar de que durante años anteriores a la pandemia era común tener equipos a distancia, su aceptación en aquellas empresas que aún no lo practicaban fue vital para la sobrevivencia de muchísimas organizaciones.

Sin embargo, surge la necesidad de recuperar las interacciones que se habían formado de manera más orgánica en el entorno presencial. Aunque la forma y el lugar de trabajo han cambiado, nuestra naturaleza humana, impulsada por la conexión, permanece inalterada. De hecho, esta necesidad de conectar, tanto con otros como con nosotros mismos, se ha fortalecido aún más, ya que anhelamos aprovechar nuestras capacidades de empatía, creatividad, intimidad y colaboración.

En el Índice de Tendencias Laborales de Microsoft se subraya que, durante la pandemia, el trabajo remoto fortificó la interacción y la conexión dentro de equipos cercanos, pero a su vez debilitó las interacciones fuera de esos círculos. Según dicho reporte, el trabajo remoto puede generar equipos aislados, por tanto; los líderes deben encontrar formas de ampliar la colaboración entre equipos y el intercambio espontáneo de ideas.

Paradójicamente, otro informe de esta misma compañía revela que los sentimientos de desconexión y soledad están en aumento, especialmente entre los trabajadores híbridos y remotos.

Otro estudio, esta vez del MIT Media Lab, examinó los movimientos de los empleados a través de sus tarjetas electrónicas y concluyó que la interacción fuera de las reuniones era el mejor predictor de la productividad. Las interacciones frecuentes en persona generan compromiso, apoyo y cooperación en los equipos.

Entonces, ¿cómo pueden las empresas cultivar el capital social, fomentar la colaboración y estimular la innovación entre los trabajadores remotos? La clave radica en ser más deliberados en las interacciones, desde la incorporación hasta la utilización de la tecnología.

Las prácticas de rituales de mindfulness y gratitud pueden incorporarse en reuniones laborales para fortalecer la integración, y así romper las barreras impuestas por la naturaleza híbrida del trabajo para fomentar conexiones auténticas. Compartir temáticas, fotografías y conversaciones no relativas a lo laboral pueden ayudar a que las personas se sientan más integradas.

No necesitas hacer magia para formar un capital social en esta nueva era, pues la magia está en relacionarnos, en ser más humanos.

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