La nuestra se consagró sociedad de viles, ciudadanos devaluados material y moralmente, sin piedad, con la persistencia implacable que se requiere para consagrar ante el mundo a los hombres nuevos del terrorismo socialista.
Cuando se encapuchaban para provocar daños contra la propiedad [privada, pública] fueron albergados en las universidades autónomas a las cuales también irrespetaban y destruían. Hasta guerrilleros enemigos de las democracias, que actuaban clandestinos, pernoctaron en las instituciones para la Educación Superior. Hoy muchos son arrogantes miembros de la secta terrorista Comandante Fetiche¹. Recibieron trato cortés por parte de autoridades-jerarcas de academias y gobiernos regionales, se les permitió cometer delitos que maquillaban como actos de rebelión estudiantil. La impunidad de esos sátrapas fue tema de frecuentes discusiones en el país. Una mañana, en el curso de la década de los años noventa, en el viaducto Campo Elías, un desconocido caminó hacia mí para informarme que los presos analizaban mi novela Aberraciones² en la Penitenciaría de Lagunillas.
—»Por robar una gallina recibí una condena de 9 años –confidenció el ex recluso-. Sin embargo, un líder de la Federación de Centros Universitarios provoca daños mayores y es tratado con dignidad. Apuesto que usted, escritor, no ha merecido, en la Universidad de los Andes, el respeto y los privilegios que tienen esos exterminadores. Nos gustó su historia porque presenta la realidad sociopolítica como es, moralmente desenfocada».
—Saciar el hambre mediante la violación de la propiedad privada tiene un costo penal excesivo –confirmé que fue desproporcionada el castigo que le fue impuesto-. Lamento perdieras parte importante de tu juventud en una cárcel.
En Venezuela, antes y después de la instauración del Estado terrorista, ser forajido con vínculos políticos-militares confería cierto aire de superioridad a quien elegía asumir la existencia como delincuente profesional. Antes del año 1998, esa carrera no tuvo el reconocimiento indiscutible-mundial que hoy ostenta. Prueba mi afirmación el Estado vaticano, donde el pontífice admira celebridades del crimen organizado.
En pleno auge del terrorismo socialista, en Venezuela miramos, perplejos, adherentes del crimen político-financiero-militar exhibirse letalmente armados para atracar ciudadanos en las calles. Ahora no se encapuchan, porque es maravilloso ser forajido con credenciales del Estado comunal-criminal. Por ello, eliminaron módulos o casillas policiales convencionales: el patrullaje en áreas peligrosas, abolieron la judicialización de quienes nos mantienen amenazados, en situación de incesante zozobra, y premian al hampón.
NOTAS
(01) https://www.taringa.net/+apuntes_y_monografias/la-secta-los-hijos-del-supremo-presunto-difunto_hhhf1
(02) Aberraciones https://www.smashwords.com/books/view/960486
(@jurescritor)