En la anterior entrega me referí a la votación masiva como una vía hacia la transición democrática y, en esta oportunidad, trataré un tema que con frecuencia es utilizado como una táctica política, en mi concepto indeseable y de efectos negativos sobre el Estado de Derecho y la democracia: el boicot electoral por parte del árbitro electoral.
En líneas generales, el término boicot se refiere a una acción colectiva o estratégica en la cual un grupo de personas decide abstenerse de participar en ciertas actividades o eventos como forma de protesta, presión política o represalia. El objetivo del boicot puede ser expresar desacuerdo con ciertas políticas, prácticas o acciones de una entidad, empresa o gobierno, o puede ser utilizado como una táctica para promover cambios sociales o políticos.
En el contexto de un boicot electoral, se trata de la decisión adoptada por un grupo político, partido o sector de la población de no concurrir un proceso electoral. Esto puede manifestarse mediante la abstención, la falta de postulación como candidato o la ausencia de apoyo activo a campañas electorales; y puede ser utilizado como una forma de protesta contra la falta de transparencia, equidad o legitimidad en el proceso electoral, o como una táctica para desafiar la autoridad de un gobierno o régimen político establecido. Es, esencialmente, una herramienta para expresar el descontento y promover cambios en el sistema político.
Ahora bien, pueden darse circunstancias en las cuales el árbitro electoral no es confiable y, además, es controlado por un sector político generalmente de evidentes signos dictatoriales, por lo que se presta a boicotear el proceso de inscripción de electores mediante distintas maneras fraudulentas que conducen a que un importante número de votantes quede fuera del registro electoral, socavando el principio fundamental de la participación ciudadana. Al limitar el acceso al registro electoral, se excluye a sectores de la población y se distorsiona la representatividad de las elecciones, erosionando así la legitimidad del sistema político.
En ese caso, surge la necesidad de explorar estrategias efectivas para superar el boicot del árbitro electoral y fortalecer la democracia; y, en este contexto, la votación masiva emerge como una respuesta efectiva. La participación activa de los ciudadanos en las urnas es crucial para contrarrestar los intentos de limitar la participación electoral y preservar la integridad del proceso democrático. Al ejercer su derecho al voto de manera masiva, los ciudadanos estarán enviando un mensaje claro de resistencia y compromiso con la democracia.
Además de la votación masiva, existen otras acciones que pueden fortalecer la respuesta al boicot electoral. Estas incluyen:
Movilización ciudadana: organizar campañas de concientización y movilización para informar a los ciudadanos sobre la importancia de participar en el proceso electoral y superar los obstáculos impuestos por el boicot, incluyendo campañas de concientización en la redes sociales (RRSS), programas educativos en escuelas y universidades, incentivos para votar, entre otros.
Litigio estratégico: recurrir a los tribunales -aunque estén sometidos a la dictadura- y utilizar el litigio estratégico para impugnar las medidas que obstaculizan la inscripción de los electores en el registro electoral, defendiendo así el derecho de todos los ciudadanos a participar en las elecciones. El agotamiento de los recursos internos constituyen la fase primaria para poder acceder a los organismos internacionales y a tribunales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH).
Presión nacional e internacional: ejercer presión sobre las autoridades nacionales e internacionales para que condenen el boicot electoral y exijan medidas para garantizar la transparencia y la equidad en el proceso electoral.
Monitoreo electoral y observación internacional: a través de observadores propuestos por organismos internacionales y otros procedentes de países con sólidas democracias en las que el ejercicio del voto es un indiscutible derecho ciudadano. Estos observadores son importantes en la protección de la integridad del proceso electoral y en la detección de posibles irregularidades o fraudes.
En conclusión, la votación masiva y otras acciones complementarias son instrumentos para superar el boicot organizado por el árbitro electoral y fortalecer la democracia. Al participar activa y masivamente en el proceso comicial y defender los principios democráticos, los ciudadanos estarán mostrando el camino hacia la democracia y el Estado de Derecho.