En la era de la interconexión global y conectividad instantánea, la transparencia se eleva al estatus de virtud insoslayable, erigida como pilar fundamental de la sociedad moderna. La noción de apertura y accesibilidad a la información son esenciales para el funcionamiento saludable de las instituciones, toma de decisiones y relaciones sociales, que ha permeado el tejido de la sociedad contemporánea. Se insta sin temor a compartir, revelar, mostrar vidas y pensamientos. Sin embargo, en esta paradójica época, emerge una cuestión intrigante: ¿es la transparencia un ideal alcanzable, o una ilusión que alimenta complacencia y autoengaño? Compleja telaraña de ilusiones y extravagancias.
En su formulación más noble, implica la divulgación sincera, completa de información visible y comprensible. En un nivel macro, se traduce en la rendición de cuentas de los gobiernos hacia los ciudadanos, y en el ámbito micro, en la franqueza de las relaciones. No obstante, la travesía desde el concepto ideal hacia su manifestación concreta, está minada por obstáculos que dificultan su realización. ¿Es posible que esta aspiración a la transparencia total, sea una fachada destinada a ocultar la verdadera complejidad de la experiencia humana?
De los principales dilemas que erosiona la nitidez real es la dualidad entre la aspiración de revelar y la necesidad de proteger. Las instituciones gubernamentales y corporativas quedan atrapadas en un juego de equilibrio entre la divulgación de información crítica y la preservación de secretos para seguridad. Tensión que desafía la idea misma de la pureza total y pone de manifiesto que la apertura ilimitada puede dar lugar a consecuencias no deseadas, como la debilidad ante amenazas externas.
Se presenta como un ideal en la democracia y gobernanza. Prometen pureza para aumentar la confianza pública. Sin embargo, resulta en mera presentación de información superficial, detrás de la cual se ocultan agendas. La ilusión de nitidez es aún más peligrosa que la opacidad total, porque se crea el sentimiento de compartir información veraz, mientras se oculta lo que realmente importa.
Estamos dotados de una naturaleza intrínsecamente selectiva en la percepción y retención de información. «Ilusión de la transparencia», fenómeno que sugiere, las personas tienden a sobreestimar la claridad con la que sus pensamientos e intenciones son percibidos por los demás. Esta percepción distorsionada lleva a malentendidos y conflictos, ya que la brecha entre lo que uno comunica y lo que los otros comprenden se amplía. En otras palabras, mientras se esfuerza por ser transparente, su mensaje es distorsionado por el prisma interpretativo único de cada receptor.
La realidad subyacente es que la transparencia es una idea imperfecta. Presentar una imagen cristalina rara vez revela la multiplicidad de pensamientos, emociones y motivaciones que nos impulsan. Creando una versión simplificada, diseñada para encajar en los confines de las expectativas sociales. Sirve como máscara que oculta la verdadera complejidad y contradicciones inherentes a la experiencia humana.
La ilusión de la transparencia es un reflejo del laberinto y dinámica social. Si bien el ideal es loable, su aplicación práctica se ve desafiada por factores que distorsionan su alcance y efectividad. Reconocer y abordar estas fisuras es un paso crucial hacia una sociedad más informada y comprensiva, que valora tanto la franqueza como la protección, y que navega con cautela en el mar de la información en constante expansión.
La singularidad es que, en la incansable búsqueda, nos encontramos atrapados en una lucha constante entre la necesidad de privacidad y voluntad de revelar. Convirtiéndose en tensión inquietante entre lo que se muestra y se oculta, lo que se dice y se omite.
La ilusión de la transparencia lleva a cuestionar la autenticidad de las interacciones e integridad de las instituciones. ¿Estamos realmente siendo transparentes, o complaciendo expectativas de una sociedad obsesionada con la visibilidad? ¿Pueden las instituciones ser diáfanas cuando los engranajes internos siguen siendo inaccesibles?
Lienzo complejo, tejido a partir de la tirantez entre apariencia y realidad. Si bien es importante esforzarnos por una mayor apertura y honestidad en nuestras vidas e instituciones, es fundamental reconocer los límites. Al hacerlo nos liberamos de la ilusión, abrazando comprensión profunda y auténtica de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
@ArmandoMartini