Para que Venezuela pueda salir de esta situación hace falta un liderazgo en ambos extremos, en los que prevalezca el sentido común. En fin, el problema en Venezuela es que quienes lo encarnan, monopolizan el gobierno y la alternativa.
Las sanciones no tumban a los regímenes sostenidos por el control social, al contrario, los fortalecen porque debilitan al ciudadano y lo hacen más dependiente de la asistencia; sumado a que la gente, en precariedad, está concentrada en sobrevivir y no en organizarse en contra del statu quo.
Por cierto, es importante tener claro que de ganar Joe Biden las elecciones de Estados Unidos, no va a quitar las sanciones, incluso su historial indica que es más proclive a apretar el gatillo, sin hacer mucho ruido; a diferencia de Donald Trump, que vocifera pero no avanza más allá de acciones de bajo costo para el Estado americano.
Imponer sanciones es una política muy barata, que incluso le deja ganancias al gobierno de Estados Unidos, porque son ellos quienes administran los fondos congelados y hasta los han usado para construir el muro con México.
El gobierno norteamericano, además le quitó las ayudas al desarrollo, dejando solo las humanitarias a Guatemala, Honduras y Nicaragua, para “invertir” ese dinero -en parte- en un sector de la oposición venezolana en su ruta de “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. El resultado es que 21 meses después no hay ni apoyo al desarrollo en Centroamérica, ni cambio de gobierno en Venezuela.
Al final del camino todo sale, y el tema de las ayudas políticas a ese sector de la oposición está tratándose desde hace algunos meses en el Senado americano. Para quienes dicen que Joe Biden es chavista, les sugiero que indaguen su historial. Basta de repetir cualquier cosa que dicen algunos “líderes”; no pequen de ignorantes. Por ejemplo, los que señalan que hay que reelegir a Trump porque en un segundo mandato él va a invadir nuestro país; cuando en realidad, el Partido Republicano ataca a Biden porque apoyó las guerras de Irak, Afganistán y Libia.
A otros los escucho decir que los demócratas están infiltrados por el comunismo, que por ello la abrumadora campaña contra Donald Trump, que es el “único” capaz de enfrentarlos y un montón de barbaridades más. Cuando la verdad es que hoy en día, no sé quiénes representan el comunismo, más allá de un puñado de necios latinoamericanos. La realidad es que ya nadie está pregonando ese modelo fracasado, ni siquiera los chinos, mucho menos los rusos.
Lo que quiero señalar, es que ni Trump va a sacar a Maduro, ni Biden es socialista. Joe Biden es más de centroderecha en lo económico, ni siquiera plantea una salud pública universal, es que ni los partidos de derecha en Europa o Canadá tienen esa política. Por lo que recomiendo dejar de ver la política de forma tan reduccionista.
Además, gane Biden o gane Trump, Estados Unidos seguirá siendo una gran nación y una potencia mundial por largo rato, (ahora más que no hay guerras). Mientras nosotros mismos no le pongamos el pecho unidos a nuestra Venezuela, lamentablemente cada día estaremos más perjudicados.
Los gobernantes se evalúan por sus hechos más que por su retórica. Contrario a los que muchos piensan, la liberación de Venezuela no ha sido un punto importante en la agenda de campaña en el país norteamericano, la mención más frecuente es para presentarnos como un ejemplo de lo que el socialismo le puede hacer a un país, poco se habla del rol de Estados Unidos hacia Venezuela.
Mezclar sanciones, operaciones antinarcóticos y declaraciones «fuertes» como «todas las opciones están sobre la mesa» tienen un alto valor político para Trump, suenan rebien en su base electoral.
Quiero dejar claro que no trato de adivinar lo que hará el establishment norteamericano, sino analizar el escenario real basado en lineamientos políticos, las declaraciones públicas, las acciones tomadas, así como los procesos y costos reales involucrados. Tan sencillo como no caer en la trampa de leer un tweet y creer que tiene la foto completa.
Para finalizar, no es sano generalizar. Story y Abrams desde hace par de meses confirmaron lo que el mundo sabía, pero los venezolanos se negaban a creer: el gobierno de Trump nunca tuvo la intención de una intervención unilateral en Venezuela, la frase de todas las opciones están sobre la mesa no fue más que un slogan político.
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