OPINIÓN

La ideología totalitaria

por Albert Geovo Albert Geovo

En cuanto a la ideología, se hace una pregunta: ¿es esta un mecanismo práctico de los sistemas totalitarios? Se abre este punto con esta interrogante, pero primero es necesario definir qué es la ideología a la luz de los preceptos, como también de los hechos sobrevenidos en los momentos históricos en función de los requerimientos de cada período.

Todas las acepciones coinciden en que la ideología es un conjunto de creencias, ideas, emociones que se conjugan entre sí para determinar la conducta de la persona, y la sumatoria de esos individuos se refleja en la conducta de la sociedad como cuerpo más o menos agrupado.

Hay que puntualizar que la incidencia de ese conjunto de creencias, ideas, opiniones, emociones, todas reconstruidas en la actualidad, bien sea en el plano religioso, espiritual, de las ciencias y en el humanístico, han sido elementos causantes de aciertos y desaciertos en los hechos históricos de la humanidad.

Incluso las dos guerras mundiales del siglo XX y las desastrosas depresiones económicas, y este cisne negro del covid-19, con todas las decisiones, acertadas o no, son el resultado de la ideología. En otras palabras, no existe resolución alguna sin la participación de ese constructo conocido como la ideología. La revolución de las artes, la ciencia, la revolución industrial, económica y la tecnológica son el resultado de las ideas; en contraste con las revoluciones rojas, todas ellas nefastas, sin entrar en detalles.

Dicho de otra manera, también las catástrofes económicas, militares, las guerras, el quiebre de naciones enteras, el hambre, la miseria, el atraso de las naciones, el terrorismo, los crímenes y es hasta posible que muchas enfermedades se deban a la ideología, al mundo de las ideas en las poblaciones involucradas. Y todo esto pudo evitarse de haberse dado cuenta estas de que el mal se encontraba en las ideas que no brindaban solución alguna.

De manera que la modernidad es el resultado del iluminismo, y a pesar de los constantes reproches de los devotos religiosos también es importante que se acote que esta época de la ilustración se originó precisamente en lo interno de los templos, monasterios, conventos que fungen como las casas de estudios e investigación, es decir, las primeras universidades de aquella época.

Es otras palabras, las ideologías son la reinterpretación de siglos de historia, que si bien han sido construidas sobre las cimientos de la lógica y la razón pura no siempre están ajustadas a las verdades universales, sino a hechos circunstanciales y generalmente es así; por ello las susodichas ideologías están cargadas de formas, elementos, modus, procesos, ideas, teorías, opiniones, constructos relativos a una época.

La ideología es una reinterpretación de aquella generación con una intencionalidad predeterminada por el poder de las élites de aquel entonces, materializada en el Estado que se plasma en algo poco menos que en el imperio de la ley o rule of law. Examinado desde donde se origina tal regulación, se concluye en el emperador, rey, monarca o príncipe, es decir, en lo que hoy se conoce como las modernas repúblicas federales o no, sustanciadas en el gobierno de turno.

Aunque la historia moderna de las revoluciones constitucionales nos sugiera y explique que la soberanía reside en el pueblo, la realidad de los hechos señala lo contrario: que esta, la soberanía, descansa en las élites enquistadas en el poder de las naciones, que se resisten a liberar los controles económicos, políticos y sociales, a levantar las múltiples alcabalas a las que tienen sujetos a los pueblos como auténticos esclavos.

A estas alturas escuchar hablar de derechas e izquierdas por parte de mandatarios y defensores de la tiranía global suena risible y caprichoso, cuando en los últimos dos siglos y lo que va de este siglo XXI se observa unos actores subordinados a las conveniencia de las élites que insisten en someter a las naciones a auténticas granjas sistemáticas de trabajo forzoso, hambre y miseria humana.

En cambio, las poblaciones reclaman libertad económica, civil, política y hasta religiosa, empleo digno, educación de primera, hogar con familia consolidada, salud del primer mundo, libertad de decidir y de escoger. Pero lo que encuentran en la ideología de los gobiernos es la constante opresión y control sistemático del Estado sobre los medios y bienes de producción, la propiedad, la libre circulación, la familia e incluso la manera de pensar, la religión misma.

En resumen, todo el edificio de la civilización se ha derrumbado a la luz de las ideologías y su cosmovisión materialista, por un lado, o deísta, por el otro, que se desarrollan bajo múltiples traducciones e interpretaciones sin corrección y recapacitación alguna en un mundo que navega sin bitácora, de espaldas a lo más importante: los principios y valores espirituales que han sido depositados en los albores de la humanidad en esa verdad que nunca cambia.