La aparición de tecnologías revolucionarias parece haberse acelerado estos últimos tiempos. Desde su lanzamiento en noviembre de 2022, el chatbot ChatGPT de inteligencia artificial generativa de OpenAI se ha convertido en motivo mundial de asombro, con más de cien millones de usuarios y numerosos imitadores. Las capacidades de esta tecnología, en veloz evolución, también llamaron la atención de la dirigencia internacional y fueron uno de los temas principales de discusión en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Dubái (COP28) y en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos.
Es fácil entender por qué. Herramientas de IA desarrolladas por empresas privadas como OpenAI pueden servir a gobiernos y organizaciones de la sociedad civil para lograr grandes avances en la respuesta a desafíos globales como el cambio climático y la desigualdad económica. También pueden revolucionar el combate a las enfermedades infecciosas y poner tratamientos salvadores al alcance de quienes los necesitan.
Un buen ejemplo es la tuberculosis, una enfermedad evitable y curable que se cobra un promedio de más de 3000 vidas cada día. Aunque sus mecanismos de transmisión son bien conocidos y hay amplia disponibilidad de tratamientos muy eficaces (incluida una variedad de medicamentos nuevos y mejorados), la tuberculosis fue en 2022 causa de 1,3 millones de muertes en todo el mundo.
Las herramientas de IA pueden tener un papel central en la lucha mundial contra la tuberculosis. Para ello, el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria promueve alianzas público-privadas para el desarrollo y la aplicación de herramientas digitales innovadoras en el área de la salud pública. Por ejemplo, en un viaje que hice hace poco a Bangladés, me encontré con proveedores de atención médica de los sectores público y privado (y sus socios en las comunidades locales) que usan radiografías digitales, IA y telemedicina para acelerar la detección de la tuberculosis. Los pacientes cuyas placas muestren signos de la enfermedad pueden enviar de inmediato muestras de esputo para su análisis y recibir tratamiento gratuito en sus comunidades.
Hay iniciativas similares en todo el mundo. En la provincia pakistaní de Punyab, la organización de ayuda humanitaria Mercy Corps usa herramientas de IA para identificar áreas remotas o rurales donde hay riesgo de que no se detecten casos de tuberculosis, e instalan allí campamentos sanitarios móviles para ofrecer servicios de diagnóstico y tratamiento en forma directa a los residentes locales. En la prisión Padre de la Vega (Paraguay), los trabajadores sanitarios usan radiógrafos Fujifilm (ultralivianos y portables) y tecnología de IA para una detección rápida y precisa de la tuberculosis.
En Camboya, los médicos del Centro Nacional para el Control de la Tuberculosis y la Lepra en Phnom Penh llevan radiógrafos portátiles Delft a las provincias circundantes, para diagnosticar a pacientes que no pueden viajar a la capital. Y en Indonesia, una nueva alianza entre el Fondo Mundial, Siemens Healthineers y el programa nacional de lucha contra la tuberculosis busca ampliar la escala de las iniciativas de detección temprana, combinando la tecnología de IA de aprendizaje profundo y el análisis de rayos X para que los radiólogos puedan leer las radiografías a distancia.
Proyectos innovadores y focalizados como los mencionados son cruciales para superar inequidades persistentes que facilitan la difusión de enfermedades infecciosas: la pobreza, el desplazamiento por motivos bélicos y climáticos, el hacinamiento y la falta de acceso a servicios sanitarios. Además, sientan las bases para la creación de sistemas de salud resilientes a la altura de las necesidades de cada persona. Por ejemplo, además de la detección de tuberculosis, los campamentos sanitarios móviles de Pakistán ofrecen servicios esenciales dirigidos a mujeres y niños pequeños.
Estos ejemplos resaltan la importancia de fomentar la colaboración entre empresas, líderes de la industria, gobiernos y proveedores locales de atención médica, con el objetivo de idear respuestas innovadoras para problemas que tienen solución, como la tuberculosis. Por eso el Fondo Mundial, que aporta el 76% de toda la financiación internacional destinada a poner fin a la tuberculosis, también asigna más de 150 millones de dólares al año al desarrollo de herramientas digitales que promuevan la equidad y faciliten el acceso de las comunidades remotas a servicios sanitarios esenciales.
Pero hay que hacer mucho más. Para crear soluciones focalizadas, eficaces y sostenibles se necesita una colaboración activa con las comunidades locales, orientada a mitigar una amplia variedad de amenazas para la salud pública, como las pandemias y la resistencia a antibióticos. Por eso es crucial tener socios comprometidos que puedan imaginar y desarrollar herramientas digitales de avanzada.
La combinación de la experiencia médica local con el uso de la IA nos da una oportunidad de vencer a la tuberculosis de una vez y para siempre. En un mundo rebosante de ideas innovadoras y tecnologías emergentes que hasta hace poco eran inimaginables, poner fin a este flagelo mundial (y tal vez a otros) por fin está a nuestro alcance.
Traducción: Esteban Flamini
Mohammed Yassin, médico sanitarista y epidemiólogo especializado en enfermedades infecciosas con más de 25 años de experiencia en tratamiento e investigación de la tuberculosis, es asesor sénior sobre tuberculosis en el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria.
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