El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entrevista al ministro Luis Planas / PSOE

Creo que nunca en nuestra historia democrática hemos visto a un presidente del Gobierno afrontando una campaña electoral con tantas dificultades. Rodríguez Zapatero tuvo el buen cuidado de no presentarse a la reelección en 2011 e hizo la humorada de poner las votaciones el 20 de noviembre. La derrota se le aplicó a Alfredo Pérez Rubalcaba, que pasaba por allí.

El único presidente del Gobierno que ha recibido una derrota de unas proporciones humillantes ha sido Leopoldo Calvo-Sotelo. Pero las circunstancias concurrentes eran muy otras. Calvo-Sotelo era un hombre sin ningún rechazo popular relevante que en 1982 no tenía problemas para salir a la calle. No como otros hoy. No tenía que esconderse de nadie. Los problemas del partido del Gobierno, la Unión de Centro Democrático, no los había provocado él. Tenían su origen en una pléyade de baronías enfrentadas en una lucha a muerte. Y Calvo-Sotelo fue una víctima más de unas confrontaciones que llevaron a que él no fuese candidato a continuar como presidente del Gobierno y ni siquiera lograse escaño siendo el número 2 de la lista de la UCD en Madrid.

Hay que reconocer que en aquel entonces no había más que una televisión, controlada por el Gobierno (en teoría). Pero cualquier observador imparcial reconocerá que era una televisión mucho más libre que la actual y con unos informativos en los que se hacía mucha más crítica al Gobierno que en la actual. La duda ofendería. Gentes como Fernando Castedo, Carlos Robles Piquer o Eugenio Nasarre tendrían su propia ideología, pero también tenían mucho más respeto por la independencia de los profesionales de los servicios informativos. Y aquellos estaban plagados de militantes de izquierda dispuestos a emplear los recursos de la radiotelevisión pública al servicio de los suyos.

Las recientes elecciones del 28-M demostraron bien a las claras que el modelo de campaña del PSOE fue un error. Era una equivocación ir sólo a los mismos medios afines de siempre, no ha funcionado ir a medios algo más independientes como Onda Cero y era otro error, no pudiendo pasear por las calles entre la ciudadanía, hacer múltiples mítines a puerta cerrada. Lo nunca visto en una democracia. Convocas un mitin para captar nuevos votantes, pero sólo puedes permitir el acceso de los que tienen afinidad contrastada. Así que Sánchez y su equipo se han inventado un modelo verdaderamente inédito en ninguna democracia. En lugar de ser entrevistado por periodistas, es el presidente el que va a entrevistar a sus propios ministros. Esto recuerda a gobernantes como Fidel Castro o Idi Amín Dadá examinando a sus ministros antes de sentenciarlos a la penitenciaría de El Guayabo o a ser servidos para la cena según cuál de los dos fuera el interlocutor que sentenciaba al entrevistado. Y según cuánto le complacieran las respuestas recibidas.

Yo creo que la incapacidad de entendimiento entre el partido Popular y Vox está causando beneficios a Sánchez. En contra de lo que puede pensar el equipo de Feijóo yo creo que esta falta de capacidad para llegar a acuerdos es mucho más beneficiosa para el PSOE que para un PP pretendidamente inmaculado de la falta de ayuntamiento con Vox. Pero también creo que la desesperación de Sánchez le está haciendo la campaña imposible. Una campaña así es propia de quien marcha hacia el matadero. Hace un enorme esfuerzo por perder.

Artículo publicado en el diario El Debate de España


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