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La Hora Loca

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Estamos en plena Hora Loca. Esa al final de la fiesta donde hacemos trencitos agarrados de la cintura, bailamos tambor, hacemos karaoke, cantamos “YMCA” de Village People y solo esperamos el “Alma llanera” para despedirnos de la fiesta borrachos después de disfrutar de la emoción y de la ilusión de la fiesta. 

A la manera de “La fiesta” de Joan Manuel Serrat, en algún momento se dirá: «Vamos, bajando la cuesta, que arriba en mi barrio se acabó la fiesta». 

Este es un momento en que circulan todo tipo de informaciones. Cada una más sorprendente, rimbombante, rocambolesca y estrafalaria. Son informaciones filtradas desde el régimen y desde la oposición con los ejércitos informáticos comisionados para eso. Este es un momento de los dateados, de los que tienen una fuente en Miraflores, en la Casa Blanca, en Fuerte Tiuna, de los que tienen un amigo que es escolta de Diosdado o un primo de Jorge Rodríguez, de los que están en la clandestinidad con María Corina o andan en la comitiva de Edmundo González Urrutia y tienen una información de primera mano. Los videos de grupos enmascarados o no con uniformes militares, fusiles terciados, con el Himno Nacional a todo volumen y la Bandera Nacional de fondo, leyendo proclamas de combate y arengas para entrar en batallas imaginarias van a circular las 24 horas. Para contrastar los videos del régimen aparecerán militares retirados en comparsas con sus viejos uniformes leyendo alocuciones patrióticas. Es una fase de tubazos y primicias para ganar seguidores y vistas en los canales y en las redes, pero también para desinformar. Y allí es donde hay que ser cuidadosos con la información. Hay que tomarse una valeriana o una moringa. Calma.

Nadie se encarga de verificar y confirmar. Si es bueno el dato para la causa lo difundimos y si no lo bloqueamos. No hay que disparar primero y averiguar después sin medir los daños. Después vendrán los desmentidos. Allí se falla evaluando la fuente y la información propiamente dicha. Ese capítulo del manual de inteligencia que enseña cuando la información es A1 o simplemente basura que hay que archivar en el cuaderno de trabajo.

La verdad del 10 de enero está pendulando entre dos puntos: se juramenta Nicolás Maduro o se juramenta Edmundo González. Y entre ella está peleando la realidad virtual de X, WhatsApp, Instagram, TikTok, YouTube y Facebook y el resto de las redes sociales. Y luego está la otra realidad. La verdad verdadera. La que desmoraliza y deprime.

Estaremos viendo cosas como que el régimen está cagado, se militariza Caracas por miedo de Maduro, ya Erik Prince está en Caracas, Edmundo viene con una escolta de aviones cazas del Comando Sur, Maduro se va a juramentar en Fuerte Tiuna, Diosdado sacó a la familia del país, Padrino va a traicionar la revolución, Edmundo no viene, María Corina se fue, o la metieron presa y un largo etcétera de mentiras, de verdades y de realidades a medias. Y así estaremos hasta que nos venza el sueño el viernes 10 de enero cuando se termine el día y la fiesta con la pea vivita y la realidad se nos estrelle en la cara a la manera de Serrat: «Se acabó, el sol nos dice que llegó el final».

Esta es una etapa de moderación, de sindéresis y de objetividad. Conviene mucho mantener el equilibrio y la ponderación. Es necesario que haya juicio y criterio antes del 10, ese día y los subsiguientes. Eso no termina el viernes. Esto apenas está comenzando.

Vendrá luego la etapa del ratón. El ratón moral. De la resaca. Cuando se enfrente la verdad fuera de los teléfonos inteligentes y de las computadoras. La de la calle. Y en ese momento se aterrizará de la realidad virtual al ambiente del hecho. Frente a la verdad verdadera. Para cualquiera de los lados. Será el momento de la verdad y eso no es bueno.

Y se habrá terminado la Hora Loca. Así que salud a partir de hoy con una taza de valeriana o moringa. Hay que tomarse la tensión.

 

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