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La historia no perdona

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«Experimentamos un mundo sin salvación, donde formamos parte de una especie que puja por aniquilarse» 

[Eso dije a la periodista Andreína Gómez, entrevistado para El Nacional. 15-11-1999]

Durante ese episodio político de la historia venezolana que llaman cuarta república, en las universidades autónomas del país, sesudas personalidades adscritas a ellas fomentaron el comunismo. Lo viví y padecí, fui hostigado por no adherir. Desencantados, algunos emigraron. Quienes no lo han hecho se quejan de sus ínfimas remuneraciones, la hiperinflación, hambruna y control social. El sistema político que tanto anhelaron para nuestro territorio está matándonos, salvo escasas excepciones: pero, con gozoso ensañamiento asesina al sector académico.

Transcurría la cuarta república. Los proclives al socialismo y adversarios sabíamos de las atrocidades y miserables condiciones de existencia que la burocracia de fantoches suele aplicar a los ciudadanos donde el terrorismo doctrinal de Estado rige. La hegemonía política-militar-financiera-comunicacional es decadentista, por ello la imponen. En Venezuela, grupúsculos de malvivientes lograron sacralizar la contracultura del subdesarrollo mental. Nulidades ejercen funciones de mando y castigan, con severidad, la inteligencia porque siempre será objetivo en guerras fratricidas.

Recién, abrí un enlace en la Red de Disociados. Quise leer lo que un ex profesor, asambleísta y juez [del cual fui asesor en la Universidad de los Andes] exponía respecto al régimen que extermina nuestro país. Nada de cuanto denuncia es falso, pero él formó parte de esa organización criminal hasta cuando sus camaradas le ajustaron cuentas. 

Devotos originarios de comandantes fetiches, muchos entre los ex funcionarios que hoy atacan la fraternidad de la cual desertaron tienen millones de dólares para subsistir holgados en cualquier parte del mundo. Son actores de reparto en una telenovela mediocre, fastidiosa, demodé, donde todos se alimentan, beben licor, se aparean, riñen, reconcilian, expulsan sus orines y defecan encima del ninguneado contexto histórico.

También leí tuits de un poeta convertido en jerarca del sector judicial, mediante el cual expresa nostalgia por lo que no dudo fueron sus mejores días: cuando estudiaba leyes y defendía los derechos humanos. Una de sus frases develó que tuvo alma poética, pero la historia no perdona. No es muda, ciega ni sorda. Cumple su misión de registrar sucesos. Inclusive, cuando es tergiversada por escribanos-mercenarios también asoma esputos de tísicos.

Siempre he tenido muy mala opinión del ser humano. No por misántropo, sino virtud a mi pensamiento contracorriente. La farándula nunca me ha sonreído porque rechacé posiciones, dineros y distinciones corruptas, pero procuro mantenerme estable mediante una figura literaria que los políticos detestan: la sátira. Vaticiné la terrible realidad que hoy padecemos en Venezuela. Los bárbaros me aturden, pero irgo. 

(https://es.scribd.com/document/376964864/Mi-Doloroso-Vaticinio-Del-20-04-1994) 

 

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