El pueblo de Estados Unidos ha marcado un nuevo hito en la historia de la democracia eligiendo con mandato indiscutible a Donald Trump como su presidente número 47. La gente elige en función de temas internos que afectan su vida y los estadounidenses lo han hecho principalmente en torno a la economía y la migración, que en la primera potencia mundial tienen causas y efectos globales. La migración forzada tiene causa en las dictaduras que la generan, manipulan y se benefician de ella, y para cesarla la solución es devolver la libertad y la democracia a los pueblos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
La migración forzada a Estados Unidos es manipulada por las dictaduras del socialismo del siglo 21 y sus aliados como un mecanismo de la guerra híbrida contra lo que denominan el imperialismo norteamericano, agravada por la ausencia de una estrategia clara de defensa. Las dictaduras crean el problema con miseria, represión, persecución y terrorismo de Estado forzando a la gente a salir de sus países, extorsionando a las víctimas a pagar por poder abandonar su tierra para luego manipularlos en dirección de países a los que se proponen desestabilizar, principalmente Estados Unidos, y cerrando el ciclo de tan lucrativos crímenes con las remesas que los expatriados no tardan en enviar a sus familias.
A la gente no le gusta abandonar su tierra, su comunidad, su casa, sus seres queridos y su entorno en el que puede soportar incluso condiciones de pobreza pero no de amenaza a su vida y libertad. Los latinoamericanos no migran por pobreza, lo hacen por miseria, inseguridad, por indefensión, por falta de futuro, porque no tienen libertad.
Las dictaduras se han expandido en las Américas en el siglo 21. En 1999 solo había una dictadura agonizante que era Cuba, pero la llegada a la presidencia de Venezuela de Hugo Chávez, seguida del abandono de la política exterior de Estado para la región por parte de Estados Unidos acaecida después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, permitieron que se forme el socialismo del siglo 21, que es la denominación para presentar como política el grupo de delincuencia organizada trasnacional que controla hoy Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua y que ha instalado gobiernos para dictatoriales en países democráticos como Brasil, México, Honduras y Colombia.
El objetivo central de las dictaduras del socialismo del siglo 21 impuesto por el castrismo cubano es “la lucha antimperialista”, el desafío, amenaza y agresión constantes a los Estados Unidos, a sus principios y valores de libertad, respeto a los derechos humanos, democracia, propiedad privada… Permanentes y reiteradas acciones de política exterior y de política interna de los regímenes de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua lo prueban, su organización como narcoestados para hacer del narcotráfico otro instrumento antiimperialista, el secuestro de ciudadanos para intercambiarlos, la organización y auspicio al terrorismo, la trata de personas, las votaciones en organismos internacionales y más.
La migración forzada por las dictaduras ha expulsado a importantes académicos, profesionales, científicos, personal calificado, maestros, técnicos y especialistas que han sido reconocidos y asimilados por el libre mercado. Ha exiliado millones de personas en busca de simplemente vivir, en tal número que ha llegado a colapsar servicios y sistemas de acogida y que quieren volver a sus hogares. También ha enviado criminales como el “Tren de Aragua” y otros que incluyen agentes y agitadores para la desestabilización de las democracias receptoras. El problema de Estados Unidos lo sufren Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Costa Rica, España y más.
Los pueblos luchan por terminar las dictaduras y recuperar la democracia, pero el sistema internacional no cumple sus obligaciones. Los pueblos sometidos por la dictaduras están en resistencia civil desde hace muchos años pero marcada y activamente en Cuba desde el 21 de julio de 2021 cuando el pueblo pidió “Patria y Vida” y no ha dejado de protestar hasta el presente; en Venezuela desde hace más de una década, empoderado con el triunfo electoral del 28 de Julio de 2024 que ha derrotado en su propio sistema a la dictadura, y que espera la posesión de González Urrutia como Presidente; en Bolivia desde el 21 de febrero de 2016 cuando Bolivia dijo NO y luego la esperanza perdida del gobierno que no pudo ser de transición el 2019 cuando “salió el dictador pero no la dictadura”; en Nicaragua desde la protesta del 18 de abril de 2018 que produjeron asesinatos, persecuciones y luego exilio. Cerca de 3.500 presos políticos en estos países lo prueba.
Las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua son bases militares y políticas, de espionaje, soporte logístico y de propaganda de las dictaduras de China, Rusia, Irán y del terrorismo. Son narcoestados y detentan el poder con terrorismo de Estado. Amenazan y atacan a diario a los Estados Unidos, pero no tienen economía, no tienen pueblo y no tienen opciones, se están cayendo y este momento de la historia brinda al presidente Trump 47 la oportunidad de devolver la seguridad a Estados Unidos con una política para poner fin a las dictaduras de crimen organizado.
Carlos Sánchez Berzaín es abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy