Por lo general, en la vida nunca he hecho lo correcto. Lo correcto desde el punto de vista de la gente que no tiene un “yo” fuerte y vive para los demás. Y esa “corrección” implica no decir malas palabras, no expresarse directamente sobre lo que uno piensa, no defender su punto con vehemencia. Siempre he sido irreverente con todo eso. Soy muy libre, quizás como resultado de haber tenido muy poca libertad en mi niñez. Mi madre era muy dominante y las monjas del colegio también eran fuertes.
Todo esto me hizo ser sumisa y quedarme callada. Pero, gracias a Segundo Imbert Brugal, que Dios me lo cuide, mi primer terapeuta, me di cuenta de que me estaba traicionando a mí misma. Y quizás me fui al otro extremo, pero no pienso irme de ahí, porque cada día veo más claramente que la gente lo que quiere es hipocresía.
Lo que muchas personas quieren que hagas, satisface el hecho de que ellas no tienen el valor de “ser como son” sin ofender a nadie. Si alguien se ofende, pues le pido excusas; pero siempre seguiré diciendo lo que pienso y defendiendo lo que creo. Mis creencias no se basan solamente en libros, sino en años de ver a pacientes y escuchar los problemas humanos, y en el éxito como comunicadora.
Me fui de los medios de comunicación, casi totalmente. Salí de la televisión y ya no estaba tan metida en asuntos de farándula. Estaba más tranquila, pero esa parte me hacía falta y entré a Desiguales, en Univisión. Para sorpresa mía, ha resultado ser un éxito. No creí que tendría mucho futuro porque éramos —y seguimos siendo— demasiado desiguales. Muchos jóvenes nos ven porque el programa se basa en lo que sale en redes sociales. Hay que felicitar a Carlos y a María Álvarez, que se fajan buscando las cosas.
¿Qué quiero decir con todo esto? Los seres humanos quieren ser ellos mismos, respetados tal como son, más reales, decir lo que piensan y permiso para decir malas palabras… Entonces, yo que soy “malapalabrosa” y que hablo directamente, soy exitosa. A la gente le gusta todo lo que digo. Y lo repite, y se aprende mis dichos.
Ser diferente es ser uno mismo y tenerse autorrespeto. Quizás para algunas personas, es ser irrespetuoso. “Ay, no, porque Nancy habla muy fuerte, Nancy le dice a la gente idiota”. No te estoy insultando cuando digo idiota. Lo que quiero decirte es “despierta, que estás perdida por ahí”. ¿Estamos claros? No juzguemos a la gente que dice lo que piensa. Son valientes, seres auténticos que son como son, a pesar de las consecuencias.