Cuando se evocan los sistemas de gobierno, ineludiblemente se tiene que trasladar muchas categorías e instituciones de gobierno de ese pasado heleno en la civilización, en especial la occidental, que si bien la democracia ha bañado todos los pueblos como el cristianismo, es en Occidente donde más tiene protagonismo.
En referencia a este concepto de la hipocracia, nos dice la historia que eran aquellas fiestas que se celebraban en Grecia para honrar al dios Neptuno, ya que se creía que fue la deidad que le dio el caballo a los hombres, donde se agasajan a los alazanes, haciéndoles fiestas en ese día, conectándose a un día libre de descanso.
Sin embargo, esta vez no se va a desarrollar una feria del caballo, sino trasladar ese concepto metafórico, a lo actual, haciéndolo más cercano al modelo de gobierno, que se está desarrollando, donde la democracia moderna, tal como se conoce, que si bien es nueva, un poco más de dos siglos, se está convirtiendo en una orgía de fe ciega e idolatría por concepto vacíos de contenido, pero ya no para honrar paquidermos, sino las más pintorescas bufonadas del sistema político de control internacional.
En estos montículos de la historia de la democracia, a la medida de los poderes administrativos en las naciones, de espalda a los derechos fundamentales y libertades ciudadanas, se hace necesario desarrollar nuevos significados, congruentes, nuevas categorías, para describir aquellos ejemplos sinérgicos de la democracia moderna en la política global.
Tratando de redefinirse el concepto de democracia, hay que aclarar que no se está refiriéndose a modelos plutocráticos, democracia bananeras, narcodictaduras, sistemas socialistas, socialdemocracia, democracia cristiana, modelos comunistas, cleptocracia, cacocracia, bancocracia, democracia neoliberal, a pesar de que en cada una, se aprecia esta parábola griega de las fiestas del caballo; sin olvidar los sistemas de elección en los que se basan de democracia directa y democracia representativa en deificación al estatismo.
Pero cuando se hace referencia a la hipocracia, se pretende ir más allá de la definición del concepto, centrar la discusión en su comportamiento, las consecuencias que esta cualidad de fe ciega, dogma, se le fija al concepto general de la democracia.
Desde esta perspectiva, la hipocracia es el arte de dirigir el gobierno, bajo subterfugios, engaños, artimañas, para desviar la atención sobre el mal manejo de la cosa pública, con la salvedad de que la ciudadanía nunca logra que está siendo defraudada.
En ese sentido, un día proyectan el mito de la caverna, otro día un influencer acapara los medios, para que el deporte nacional, de un Estado, cada vez menos chico, se ufane, encargado de todo, y siga socavando los fundamentos de la estabilidad económica que es un pilar de la libertad; porque ninguna nación soporta vivir de subsidios que se traducen en fiducia, dinero inorgánico.
Insistir mantener a cualquier costo, incluso, las “dádivas” del Estado, como si se tratara de un acto de magia, que todo sale del sombrero loco del prestidigitador, no sólo es una hipocresía, sino también un delito, porque al largo plazo aumentará el endeudamiento público, pagando las erróneas formulaciones de las políticas públicas del aparato estatal.
Otra singularidad de la hipocracia es que existe una oposición necesaria, donde junto a la tiranía, como elementos de catarsis de la cohesión social, es decir válvula de escape, sean imprescindibles en reciprocidad, como parte del sistemático control social.
Para finalizar, la invitación es a un pensamiento crítico del sistema político y de todas las hipótesis filosóficas, culturales, científicas, religiosas, sin importar su naturaleza, siempre ejercitando el pensamiento objetivo del mundo, para poder hacer una separación del individuo y la sociedad, que supere ese sentimiento de frustración que generan las noticias difundidas.
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