Ante la estúpida y sangrienta agresión a Ucrania por parte de la Rusia de Putin, Europa se parece hoy a la multitud de ciudades griegas del mundo antiguo que solo la invasión del colosal ejército persa unió y dotó de la conciencia de su unidad en valores e ideales, de la idea de formar un único mundo. Una fuerza desproporcionada y amenazadora, aparentemente invencible, fue la única capaz de hermanar Atenas y Esparta, encarnizadas rivales hasta entonces, uniéndolas bajo el mismo mando, con la misma voluntad de luchar por la libertad.
Desde ese momento, en incontables ocasiones a lo largo de los siglos, la guerra entre la esclavitud y la libertad se ha repetido en mundos distintos como un arquetipo eterno de la condición humana. Pues no se trata en primer lugar de una guerra entre ejércitos en los campos de batalla, sino un perpetuo conflicto interior de cada uno de nosotros.
Cuando la desproporción entre las fuerzas es tan desesperada, surgen las premisas del heroísmo, uno de los rasgos menos frecuentes y más valiosos de la humanidad. El mundo moderno, con su pragmatismo, tiende a negar o a burlarse del espíritu de sacrificio en la vida, de la inspiración en el arte, del idealismo como forma de ser y, sin embargo, no pasa un día ni existe una sola situación humana sin que veamos a nuestros semejantes ofrecer unas extraordinarias muestras de altruismo y de altura de miras. Es el rostro luminoso, la parte lisa de «la madera torcida de la humanidad», de la que hablaba Immanuel Kant. Esa parte lisa existe de verdad, en la vida de cada día, en las cosas pequeñas y en las grandes, pero sobre todo en los momentos cruciales para la humanidad, como es el momento presente. La batalla de las Termópilas parece hoy en día una bella historia, pero fue real y se ha repetido a lo largo de la historia cuando se ha visto que la fuerza bruta de los ejércitos gigantescos puede verse humillada por la voluntad humana de libertad.
Hoy Putin aúna Europa y el mundo entero, en contra de sus intenciones, mucho más que cualquier factor económico, sociológico o cultural. Termópilas está ahora en Ucrania, y el heroísmo de Ucrania inspira y unifica. Hoy, siguiendo el asedio de Kiev, vemos a través del grosor de la historia a unos soldados espartanos que resisten ante un inmenso ejército de esclavos. Porque también el imperio de Putin -que no se identifica con el pueblo ruso, el primero sometido a su yugo- es el de la esclavitud, el del gobierno a través de la fuerza bruta, como en la antigua Unión Soviética de la que él procede y que quiere ver restaurada.
Termópilas cayó, todos y cada uno de sus defensores fueron masacrados, pero sin esa batalla no habrían existido Salamina, Maratón o Platea, donde la voluntad de libertad, el instinto humano más fuerte que el de supervivencia, venció al coloso persa. También Kiev podría caer, y Ucrania podría ser podría ser conquistada, pero ya no tiene importancia, porque Zelenski y sus combatientes han entrado definitivamente en el horizonte dorado del mito. En este momento ellos son los héroes de la humanidad ante los que, incluso derrotándolos, el tirano no tiene nada que hacer. Al agrupar al mundo en su contra y al provocar la emocionante resistencia de Ucrania, Putin ya ha perdido la guerra.
La historia no es un libro o un manual, sino la confluencia sucesiva y simultánea de millones de vidas humanas. No está presente tan solo en el pasado, sino en estos mismos instantes. Debe seguir adelante a cualquier precio. La guerra de Putin es, sin embargo, una singularidad jamás vista en la historia, pues es la primera vez que, tras unas batallas convencionales, se perfila un dedo tembloroso que se acerca al botón del Apocalipsis. Un solo hombre, perdido en sus alucinaciones, puede destruir hoy definitivamente el amor, la creatividad, la compasión, la solidaridad, la felicidad, la contemplación, la sonrisa, la maternidad, la curiosidad, la inteligencia y muchos otros aspectos de la maravillosa criatura humana. La guerra de Putin no es ahora contra Ucrania, sino contra cada uno de nosotros.
Mircea Cărtărescu es poeta, narrador e intelectual rumano. Es considerado el más importante escritor de ese país de la actualidad
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