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La gradualidad de las virtudes

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Las virtudes, como muchas cosas en la vida, no se adquieren de pronto. Se precisa de años para que realmente habiten en un individuo y lo orienten. Por eso todo empieza desde que se está pequeño.

Por eso, cuando uno piensa en la destrucción que el chavismo ha llevado a cabo con la educación y con toda nuestra institucionalidad, lo primero que viene a mi mente es que ha destrozado lo que ha tardado tiempo en construirse. ¿Cuánto tiempo costará reconstruirlo? No se sabe porque, por lo pronto, siguen destruyendo. Hay toda una generación afectada y ya, con el paso del tiempo, se puede hablar de otra que esta creciendo en este caos. Hay jóvenes que nacieron con Chávez y otros que son niños que están recibiendo el impacto del desastre. Que están creciendo con el desastre.

Lo que hay que hacer es trabajar hoy en lo que se pueda; en instituciones fuertes que estén claras sobre la situación que vivimos y que estén enfocadas en educar en virtudes, consciente de que estas se adquieren gradualmente. Por eso importa atacar los males desde los pequeños, pues mientras crecen en un país deteriorado pueden ir siendo muros de contención de una sociedad que tambalea. Unos son privilegiados porque reciben educación. Muchos otros no la están recibiendo y han sido muy maltratados porque sí han querido recibirla.

Toca educar a quienes podamos educar, conscientes de que las virtudes van arropando a los individuos poco a poco. Si se crece con desorden, sin hábitos de trabajo y perseverancia, será más difícil ordenarse cuando pasen los años. Por eso importa que este gobierno no dure más, pues mientras más generaciones sean afectadas por la flojera y la desmotivación, la sociedad irá en declive con más probabilidad.

Importa educar, a quienes sí están recibiendo educación, con la conciencia de que son privilegiados en relación a muchos de sus coetáneos. Hay que educarlos con sensibilidad social para que se animen a poner un hombro en la educación de quienes no están escolarizados. Hay que buscar medios para entre todos ayudar con iniciativas que redunden en beneficio de los que no están siendo educados, sabiendo que esto es un proceso largo y penoso.

Sé de una iniciativa en un barrio en el que varias universitarias van todos los sábados a ayudar a muchachitos en el reforzamiento de sus estudios. Se encontraron con que muchos de los que se acercaban no están escolarizados y tienen grandes dificultades para concentrarse en lo poco que reciben. Tienen múltiples problemas familiares que los desayudan enormemente y están mal alimentados. Uno que otro niño es violento y particularmente desordenado. Por eso, más que refuerzo en ciertas áreas de estudio, lo que hacen estas universitarias es educar como puedan en virtudes mínimas, en límites mínimos de concentración y amabilidad.

Es un tema complejo que duele, pero estas iniciativas, aunque no abundan y se necesita que sean numerosas, existen, y son una buena muestra de la reserva moral que también existe en el país. Ayudar a 6 niños o más de un barrio puede ser un comienzo de algo más grande. Así comenzó Fe y Alegría.

 

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