Hoy, un día lluvioso, recuerdo la quema de la biblioteca de mi querida Universidad de Oriente, vuelve la imagen de un techo que se desploma en la abandonada UCV, intentan robar el nombre a Acción Democrática, un partido con casi ochenta años de fundado. Pero inesperadamente, salta la liebre y el candidato ungido falsamente por el régimen, usurpando el nombre de AD, Luis Eduardo Martínez, declara: “No hay manera de que este gobierno gane las elecciones”. Quieren expulsar del escenario político a Primero Justicia, anularlo, como si no existiera. Creen que la memoria de Fernando Albán se ha borrado de nuestras mentes. Trato de descansar ante esta arremetida de recuerdos. Y vuelve el asedio de los Heraldos Negros del magnífico César Vallejo:
«Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé”.
Parecen realmente azotes, golpes de la ira de Dios o quizás un sacudimiento para tomar conciencia de que hay muchas cosas por las cuales luchar. Recuerdo un tuit de un querido amigo exponiendo la pobreza que viven nuestros profesores, la miseria de aquellos que nos formaron y condujeron hasta lograr nuestros títulos universitarios, como cruel imagen de una universidad en ruinas. ¿Será esto verdad o es una provocación? Los ucevistas somos una de las comunidades más grandes de Venezuela, médicos, ingenieros, educadores, sociólogos, economistas, trabajadores sociales, historiadores, abogados, psicólogos, contadores, administradores, politólogos, químicos, físicos, biólogos, agrónomos, farmacéuticos, odontólogos, veterinarios, informáticos, geógrafos, filósofos, psicólogos, internacionalistas, literatos, artistas, deportistas. Una comunidad más grande que los colectivos que quieren atropellarnos, que los socialistas que quieren cubanizarnos, que el régimen que quiere borrar la UCV de la historia de Venezuela y sustituirla por nada o por el esclavismo, la pobreza y la sumisión.
Empecemos por aceptar que durante estas dos últimas décadas han sido muy eficientes destruyendo, acabaron con la mayoría de las empresas, de 12.000 industrias sólo quedan 2.000. Más de 60 medios de comunicación impresos han sido clausurados, allanados, sacados de circulación al igual que las emisoras de radios locales, aquellas que informaban a la gente en sus pueblos, más de 400 han sido cerradas por Conatel, una institución con un poder represivo superior al Sebin. Los medios de comunicación, las instituciones culturales, las instalaciones sanitarias y todo lo que han puesto en su lista, hasta nuestras vidas, han sido asaltadas y muchas veces diezmadas. Es irrefutable la verdad, los totalitarismos quieren apoderarse de la vida y del alma de la gente y es una labor que realizan implacablemente.
Si la intención de destruir ha sido cierta, hay muchos motivos para estar de pie o para empinarnos como pedía el honorable maestro Luis Beltrán Prieto. Empezar por reconocer la autoría de todas las fechorías, ¿quiénes son?, ¿qué representan?, ¿son muchos o pocos?, ¿qué quieren poner en lugar de lo que destruyen? ¿Es verdaderamente Venezuela un país dividido, separado o es un reflejo de una toma del poder concentrada y autoritaria? Las respuestas son obvias, no son muchos, es aquella verdad que nuestro querido padre Moreno repetía: “Basta que existan en una comunidad diez malandros activos para que se califique a todos los vecinos como comunidad malandra”. No son muchos, lo más 20% según los estadígrafos. ¿Qué quieren poner en lugar de la UCV, USB, UDO, UCAB, LUZ, UC, Unimet, Unellez, UVM, UCLA y todas las universidades e instituciones que existen en este país? La respuesta es cruel, pareciera que nada, ante cualquier evento de salud, importan carretas de médicos cubanos rechazados en el mundo entero o administradores de empresas que no saben manejar Internet. Imponen agrónomos salidos de la atrasada cañicultora cubana, quienes no disimulan su asombro ante la tecnología de los hoy casi destruidos Centrales Azucareros. En lugar de nuestra alma mater, engendran escuelas de tercera categoría que producen médicos comunitarios que no saben inyectar. ¿Recuerda alguna propuesta de Cabello en Con el mazo dando para reconstruir el país?
Así las cosas, tenemos dos caminos, entregarnos y volvernos un rincón peor que Haití, caer en la autoflagelación y autoagresión. O, vale luchar porque somos la mayoría, tenemos razón y poder moral. Nuestras instituciones son valiosas y pueden ser mejores. El TSJ actual es el peor tribunal de la historia jurídica de Venezuela, jueces sumisos, mentirosos, de espaldas a lo que aspira el país, traidores a la democracia y a la verdad, enemigos del Estado de Derecho. Tal como se muestra el insólito presidente del CNE, quien responde a la acusación de ejercer un poder sin consultar a los miembros de la directiva -”Juan José Delpino asegura que Elvis Amoroso, colocado por el chavismo y cercano a Maduro y Cilia Flores, toma decisiones por su cuenta sin ningún tipo de consulta a la junta directiva”- con un falso argumento. La típica respuesta de un funcionario que abusa del poder: “Yo no sé, ustedes son los que tienen que dar respuesta, los periodistas, no yo; ustedes me han acompañado en toda la gestión del CNE, ¿ustedes lo han visto? Esa es la respuesta, nosotros no somos vagos, somos gente trabajadora, día y noche, ayer salimos de ahí a las 2:00 de la mañana”. Amoroso coloca al CNE en una dirección equivocada y responde mintiendo, tratando de engañarnos, confundiendo el abuso de poder con una falsa laboriosidad prefabricada. Es tratar como tonto al ciudadano, irrespetarlo.
El funcionario hizo hincapié en que los medios de comunicación presuntamente tienen acceso a las actividades que realiza el CNE, como un método de contrarrestar cualquier “desinformación que trate de hacer una persona que busca desestabilizar a nuestra querida patria Venezuela”. Puro cinismo.
En estas horas, después de los episodios de desobediencia civil mostrados en las primarias y en la posterior consulta sobre el Esequibo, vemos un país que despierta y reclama construir una poderosa unidad, no hay nada más imbatible que la convergencia de todos los venezolanos ante la posibilidad de recobrar la libertad y rescatar el Estado de Derecho. Los adecos en una oportunidad ganaron elecciones con una tarjeta negra porque les negaron la blanca. Nadie vendrá en ayuda de la oposición democrática, si no lo hacemos nosotros, si alguien pudiera acompañarnos es porque Venezuela ha rugido con una sola voz. Esta es la encrucijada. Veo a ciudadanos, jóvenes, hombres y mujeres que reclaman valientemente la vuelta a un país libre. Nada más poderoso que la marcha por todo el territorio de María Corina, confundiéndose con el dolor del pueblo, con el reclamo de las familias rotas, padres e hijos alejados de sus familiares durante años, separados por la imposibilidad de seguir viviendo en su propio país.
Estamos frente a un reto y una oportunidad, no es la ira de Dios, acallemos los heraldos negros, hay que comunicarse con el país, sembrar ánimos, no hundirse en la pesadilla de sentirse el país más pobre del mundo. El enemigo es desfachatado, capaz de defenderse, de esconder a los que han asaltado el país. Nombrar diplomático y ciudadano venezolano a personajes como Alex Saab, sin rubor, sin siquiera fabricar una excusa. Es el momento y la oportunidad de acabar con actos infames como lanzar un opositor por una ventana y declarar que fue suicidio. Devolver la libertad a todos los hombres y mujeres que permanecen tras las rejas, civiles y militares. Por Rocío San Miguel, nuestra líder; por las mujeres encarceladas por resistir, por Fernando Albán, Rafael Acosta Arévalo, los jóvenes militares que se han opuesto a la degradación de la FANB.
Existe una obligación moral y ciudadana que supera nuestros egos. Busquemos la posibilidad de construir una unión, apoyemos a la valiente Delsa Solórzano que vale más que todas las féminas disfrazadas de jueces que deciden las vidas de los demás. Hay que valorar que nos hemos enfrentado a un enemigo muy poderoso, apoderado de nuestra riqueza y respaldados por quienes detentan las armas. Un grupo en el poder dotado de la única tecnología eficiente de los cubanos: sembrar furtivamente ideas destructivas en las personas y empujar cataclismos internos. Auténticos autores del “odio de clases”. Contra esa furia no teníamos instructivo alguno, lo que vale ante ese reto es voluntad ciudadana, cero depresión, empinarnos y acompañar desde el corazón a María Corina en su prodigiosa gira por la justicia, la paz y la libertad.