Tan subjetivo título se corresponde al artículo “El retorno del bachiller Mujiquita” del historiador Simón Alberto Consalvi (julio 21 de 2002, El Nacional) en el que nos dice…“La geopolítica de Doña Bárbara imagina a Venezuela dividida en dos grandes hatos, El Miedo y Altamira, la barbarie y la civilización”. El primero de una “mujer terrible, capitana de una pandilla de bandoleros, encargados de asesina a mansalva a cuantos intenten oponerse a sus designios”… tal era la famosa doña Bárbara: lujuria y superstición, codicia y crueldad, y en el segundo la “desunión trajo la discordia” matándose entre sí, con dos siniestros personajes ”Ño Pernalete”, el truculento Jefe Civil. “No poseía, escribió Gallegos – ni más ni menos que lo necesario para ser jefe Civil de pueblos como aquel: una ignorancia absoluta, un temperamento despótico y un grado adquirido en correrías militares. De coronel era el que había ganado en las de su juventud”… el otro, «el bachiller Mujiquita” que disponía de la justicia a los antojos de Ño Pernalete justificándose: …-Yo estoy aquí para completarles la arepa a mis hijos, que la pulpería no me la da completa.
Lo precedente encuadra en la calificación de Consalvi con relación a la “geopolítica de Doña Bárbara” y la Venezuela de estos 24 años del siglo XXI. El hato El Miedo es el régimen, donde abundan los Ño Pernalete y bachilleres Mujiquitas a lo largo y ancho de la administración pública.
El bachiller Mujiquita en Doña Bárbara, la gran novela de Rómulo Gallegos (1929) y Ño Pernalete, imagen y semejanza del Marqués de Casa León, los Monagas y parentela, los corruptos de la cuarta república y sus herederos, los boliburgueses bolivarianos y la dirigencia “Dientes Rotos” del siglo XXI, que formarían otros volúmenes de La Venezuela de la decadencia de José Rafael Pocaterra. Los últimos medran precisamente en la administración de justicia para tratar de darle legalidad a cuanto se trate de ilegalidad, repitiéndose con el corrompido general José Tadeo Monagas: “La Constitución sirve para todo” y como muestra, las inhabilitaciones, expulsiones y degradaciones que marcan este enero de 2024.
La inhabilitación de la ciudadana María Corina Machado, acordada por el Tribunal Supremo de Justicia, en la letra y en la práctica “bufete” del régimen, no es más que un vulgar atropello al Estado de Derecho, en su más amplio contexto. Los juristas del mundo sentirán vergüenza de una sentencia sin ningún fundamento jurídico que por supuesto se corresponde con la interrogante ¿qué se puede esperar de unos ignaros jueces?
De expulsiones, ha sido edificada la República y la entrega de Miranda por Bolívar, bien puede calificarse como tal, que para los “democráticos” partidos políticos venezolanos, en comillas ha resultado ser paces de facturas, cuya penúltima victima sin ninguna coexistencia ética ha sido el nada más y nada menos, que un candidato presidencial (que le quedo grande) de una mal llamada a Acción Democrática en “Resistencia” con la desfachatez de considerarse expulsado, como Carlos Andrés Pérez –atrevido el muchacho– con la grosería de pretender ser el “reunificador” del partido fundado por Rómulo Betancourt, que en todo caso sería bajo el amparo de los “adecos con Maduro” plenamente identificados.
Los degradados han resultado ser militares, según una delatadora decisión: …”Esta acción acorde con las tradiciones y los códigos ético morales que caracterizan a la FANB, se ejecuta toda vez que los precitados sujetos no son dignos de pertenecer a nuestras filas, por haber quebrantado con su conducta las Leyes y Reglamentos nacionales y militares, quedando tal acción entendida como una medida ejemplarizante, sin menoscabo de las consecuencias penales que acarreen. ¡Cero tolerancias con los traidores! ¡Chávez vive… la Patria sigue! ¡Independencia y Patria Socialista… Viviremos y vencernos… ¡El Sol de Venezuela nace en el Esequibo! …¡Independencia o nada!… ¡Leales siempre… Traidores nunca!…
Henos aquí entonces, en los hatos El Miedo y Altamira de la geopolítica de Doña Bárbara al buen decir de Simón Alberto Consalvi, en tiempos de “Furia bolivariana”.
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