OPINIÓN

La galaxia rosa, un peligro para la democracia

por Sebastian Grundberger / Latinoamérica21 Sebastian Grundberger / Latinoamérica21

Se habla mucho de ellos, pero poco se sabe. El Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla fueron protagonistas y son herederos de la llamada “marea rosa” de gobiernos de izquierdas que se extendió por la región a principios del milenio. Mientras que gobiernos afines a estos espacios han marcado la pauta de la región durante las últimas dos décadas, también se constata una erosión dramática de la institucionalidad democrática. Ambos fenómenos están estrechamente entrelazados.

Los actores de la primera marea rosa se han convertido en una galaxia rosa que hoy en día comprende actores, instituciones y asociaciones de izquierda que, detrás de una fachada progresista, socavan los principios de la democracia liberal. El Foro de São Paulo, hoy la organización de partidos políticos con más gobiernos en América Latina y el Grupo de Puebla, un grupo de activistas de izquierdas, son solamente dos de varias instituciones de la galaxia rosa. También cabe mencionar, entre otros, al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) como difusor de comunicados y publicaciones académicas altamente sesgadas y a la Internacional Progresista (Progressive International) que conecta las organizaciones de izquierda latinoamericana con sus pares fuera de la región.

Si bien en todas estas constelaciones se unen estrellas democráticamente legítimas con planetas autoritarios, son claramente estos últimos quienes las dominan. Así, la galaxia rosa forma una plataforma de apoyo a dictaduras. Destaca particularmente el rol central que sigue desempeñando Cuba en este contexto. La Habana es una especie de Vaticano socialista, un elemento unificador cuyos dogmas no se cuestionan.

Ideología compartida

La galaxia rosa funciona en algunos ámbitos según la lógica de un partido transnacional de izquierda autoritaria. Comparte una base ideológica sólida, tiene canales de coordinación formalizados e institucionalizados y un instinto corporativo del poder. Su extensa red de personas y organizaciones le sirve tanto para apoyarse mutuamente vía cartas de apoyo, para interceder en conflictos con la justicia o para apoyar candidaturas afines en organismos internacionales. Se opone al “neoliberalismo” y al “imperialismo” desde los Estados Unidos. Rechaza la concepción de la democracia liberal y exige su reemplazo por una democracia más “radical” o “participativa”. Es muy hábil para difundir sus narrativas.

Una de ellas es el llamado “lawfare”, una supuesta persecución política contra líderes de izquierda como la expresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner, el expresidente de Ecuador Rafael Correa o el expresidente golpista de Perú Pedro Castillo. Al mismo tiempo, los actores de la galaxia rosa ignoran o defienden el pisoteo de los derechos y libertades de opositores políticos en Cuba, Nicaragua o Venezuela. En este contexto, es significativo el silencio atronador respecto a la exclusión de María Corina Machado de las elecciones presidenciales en Venezuela.

Actores globales

Esta constelación además es tierra fértil para potencias extranjeras autoritarias como Rusia, China e Irán. Ellos comparten con la galaxia rosa su rechazo a los valores liberales occidentales y particularmente a Estados Unidos. Un singular rol en este contexto ha adquirido el Kremlin. Sus medios encabezados por Actualidad RT muestran, igual que el canal iraní HispanTV, una alineación absoluta con la galaxia rosa. Esta cercanía entre Rusia y la galaxia rosa se muestra en numerosas ocasiones.

Ejemplos son la falta de condena de la invasión rusa a Ucrania en declaraciones del Grupo de Puebla y el Foro de São Paulo, la organización conjunta en plena guerra de Foros académicos por Clacso y la agencia rusa Sputnik en San Petersburgo o la participación masiva de personas de la órbita de la galaxia rosa en un Foro parlamentario Rusia-América Latina organizada por el parlamento ruso en octubre 2023 en Moscú con participación de Vladimir Putin.

Una red extensa

La cercanía con Rusia, China e Iran ayuda a entender mejor algunos comentarios geopolíticos recientes por líderes de izquierda. Así, Lula da Silva, como cofundador del Foro de São Paulo, una de las figuras fundamentales de la galaxia rosa, puso en duda la responsabilidad de Vladimir Putin en la muerte del opositor ruso Alexei Navalny, mientras el presidente Gustavo Petro comparó, igual que Lula, la guerra de Israel en Gaza con el genocidio por parte de la dictadura nazi en Alemania. Este último es una narrativa difundida por Irán.

La galaxia rosa en sí es un actor que daña gravemente a la democracia en América Latina mientras construye puentes para que actores autoritarios extranjeros puedan utilizar la región para sus fines geopolíticos. Al estar en permanente modo de ataque y apelar a emociones primarias negativas como el miedo, la ira o la frustración, la galaxia rosa a menudo consigue eludir sorprendentemente bien las críticas a su propia falta de coherencia democrática.

Por esto es fundamental transparentar los actores, aliados y modos de actuar de la galaxia rosa. Es tiempo para los demócratas de todos los colores de unir filas contra esta amenaza.


Sebastian Grundberger es director del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina, con sede en Montevideo. Representante de la Fundación Konrad Adenauer en Uruguay.