Cada vez que me abato, veo a María Corina. No porque sea una líder que he idealizado, sino porque efectivamente tiene fuerza. Cada vez que ella sabe que han apresado a alguien, dice sentirse más fuerte. Así, mientras uno se desinfla, ella se engrandece.
Lo cierto es que es una líder que arrastra. Ha demostrado que lo que dice es cierto. Ha dejado en evidencia que su seguridad tiene asidero: y eso, genera confianza. Si lo que dice y hace no tuviera ningún impacto en la sociedad, uno no creería en ella, pero resulta que lo que dice surte efecto y cambia la realidad. Eso es lo que la caracteriza: lo que ella muestra al mundo es lo que es ella. Es auténtica y por eso atrae.
Los venezolanos confiamos en ella. Sabemos que su liderazgo nos aglutina a todos en torno a un objetivo. Por eso debemos escucharla y seguirla, pues la ruta que nos marca es la idónea.
El objetivo es muy claro: cobrar los resultados del 28J porque con ellos gritamos al mundo que queremos un cambio. Ante algunos que están diciendo que hay que pasar la página para concentrarnos en las próximas elecciones, María Corina no da su brazo a torcer: el objetivo no cambia. Se trata de exigir que se respeten los resultados del 28J.
El trabajo de hormiguita de María Corina ha dado sus frutos. Su manera de organizarse y de trabajar ha sido la idónea. Lo que más la caracteriza es su perseverancia, su tenacidad. Por eso hay que seguirla escuchando; hay que confiar en sus argumentos y estrategias, pues todo indica que por ahí va el camino. ¿Cuánto tiempo más puede permanecer Maduro y su combo en el poder? ¿Cuánto más pueden mantenerse destilando tanto odio por sus poros? El mal tiene que llegar a un límite que los destruya a ellos mismos: que se les revierta, así sea a su salud. El bien siempre vence, si bien es cierto que tras un proceso tal vez largo; más largo de lo que nos gustaría.
No obstante, el objetivo es claro: no pasar la página de lo sucedido el 28J, sino seguirla escribiendo, día a día, hasta vencer.